El Banco de España empeora la previsión de inflación del 2025, que sitúa ahora en el 2,5% frente al 2,1% que avanzó en diciembre. Esta revisión al alza responde fundamentalmente a los mayores precios de la energía observados en el tramo final del año pasado y en el inicio de este año (especialmente del gas y del petróleo) y a que las previsiones futuras de estos mismos precios, son ahora mayores que los que se esperaban hace tres meses por la situación geopolítica. Así lo pone de relieve el organismo que dirige José Luis Escrivá en el informe trimestral de la economía española publicado este martes.

El BdE recuerda que en los últimos meses, el ritmo de crecimiento de los precios ha aumentado en muchas de las grandes economías mundiales, así como las expectativas acerca de su incremento en el futuro. Los aumentos han estado ligados en gran medida a repuntes en los precios energéticos que los analistas interpretan, por el momento, como transitorios, pero que podrían terminar resultando más persistentes y afectar, por tanto, a las perspectivas de política monetaria de los bancos centrales.

En España, la subida del IVA de la electricidad en enero, el encarecimiento de la propia electricidad y el repunte de los derivados del petróleo, ya está impactando en el bolsillo de los ciudadanos y, por tanto, el Banco de España empeora sus previsiones. Aunque destaca que, en sentido contrario, está la extensión hasta junio de 2025 de las medidas de apoyo al transporte público que el gobierno español aprobó después del cierre del ejercicio 2024, algo que contrarrestará "ligeramente" la revisión al alza de la inflación en 2025.

Trump y la política comercial

El Banco de España recuerda que el encarecimiento de la energía, especialmente del gas y del petróleo, comenzó en el tramo final del año pasado y se ha mantenido a comienzos de 2025, en parte como consecuencia de los diversos acontecimientos geopolíticos. Entre ellos, las medidas de política comercial y fiscal anunciadas por la nueva Administración estadounidense, que han hecho que las previsiones de inflación del consenso de los analistas se hayan revisado al alza en los últimos meses.

Este ha sido el caso, especialmente, en Estados Unidos, donde, entre noviembre y febrero, el consenso ha incrementado su previsión para la inflación promedio en 2025 desde el 2,3% hasta el 2,7%. El supervisor indica aquí que, el aumento reciente de las tensiones comerciales, ha sido aún mayor que las registradas durante la primera guerra comercial entre Estados Unidos y China, entre 2017 y 2019.

En cualquier caso, el informe del BdE recuerda que un aumento de la incertidumbre puede tener efectos significativos sobre la actividad económica y el avance del PIB. Sin embargo, los efectos de la incertidumbre sobre la inflación son más inciertos y dependen, fundamentalmente, de si esta perturbación adversa incide con mayor intensidad sobre la demanda o sobre la oferta.

Por ello, el supervisor, de momento, deja sin cambios las previsiones de inflación en España para el 2026 y 2027, que sitúa en el 1,7% y 2,4%. Y solo sube las de este 2025 del 2,5% al 2,7%.

Al respecto, indica que el componente energético será el principal responsable de las fluctuaciones que se prevén en la tasa de inflación. Se espera que dicho componente se reduzca progresivamente hasta 2026, pero que se incremente de forma significativa en 2027, como consecuencia de la introducción prevista de un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión en la Unión Europea. 

El BdE revisa al alza el PIB del 2025

Por otra parte, el BdE revisa también al alza sus previsiones de crecimiento del PIB de España para 2025, en concreto, en dos décimas respecto a las proyecciones de diciembre, desde el 2,5% hasta el 2,7%. Esta revisión se debe al efecto positivo de los nuevos datos de PIB publicados por el Instituto Nacional de Estadística a finales de enero y a que las perspectivas sobre el comportamiento de las rentas de los hogares serían ahora más favorables que en diciembre, lo que podría repercutir de forma positiva sobre el consumo.

Pese a ello, el supervisor cree que será importante seguir monitorizando hasta qué punto la actividad económica española puede seguir manteniendo un ritmo de crecimiento sensiblemente superior al de dos de sus principales socios comerciales como Francia y Alemania, así como la evolución de la inversión privada, que muestra una senda de recuperación particularmente débil.

Además, señala que, en un contexto en el que los riesgos en torno al escenario central de inflación están ligeramente sesgados al alza, también será importante analizar la evolución de las presiones inflacionistas internas y, por tanto, el comportamiento de los costes laborales y los excedentes unitarios.