Europa adolece de un verdadero mercado de capitales que la haga competitiva versus los sistemas de financiación de los Estados Unidos, pese a que lleva siete años sumida en este propósito como consecuencia natural de la unión bancaria que se culminó tras la crisis de 2008. Después de la crisis financiera de 2011, en 2015, la Comisión Europea presentó su primer Plan de Acción para la Unión de los Mercados de Capitales, pero aun así, el sistema mantiene un importante sesgo hacia la financiación bancaria, según los expertos del grupo de opinión y reflexión en economía política europeG. En este contexto y tomando como revulsivo de la situación el efecto amplificador de los fondos Next Generation, defienden que el fuerte crecimiento de las finanzas sostenibles será “el verdadero germen del mercado de capitales en Europa”.
En la actualidad, tanto en España como en Europa, sigue primando una elevada presencia de los activos bancarios, que superan el 200% del PIB, casi el doble de lo que representan en Estados Unidos (120%). Estados Unidos, por su parte, tiene mucha mayor presencia de los mercados de capitales en todos sus segmentos, pero sobre todo en los referidos a emisores privados, pues el peso de bonos emitidos por el Tesoro es bastante similar en uno y otro lado del Atlántico, y tiene más que ver con el endeudamiento público acumulado en unas y otras jurisdicciones. De hecho, el peso que los bonos empresariales y acciones representan sobre el PIB en Estados Unidos, del 260%, es entre tres y cuatro veces su equivalente en Europa, donde no llega al 100%, o España, donde se queda en el 80%.
Entre los obstáculos a resolver, los expertos citan la necesidad de una directiva europea que armonice los procesos de insolvencia empresarial para ir a estándares homogéneos y el tratamiento fiscal de los instrumentos de deuda y los recursos propio en la financiación empresarial. Aseguran que, con las regulaciones vigentes, en Europa, los intereses de la deuda son deducibles fiscalmente en la mayoría de los países, pero no el coste de los recursos propios (dividendos, y/o ganancias de capital), lo que supone un claro incentivo para fundamentar el crecimiento empresarial en el endeudamiento excesivo, a pesar de que los recursos propios son una fuente de financiación más estable y favorable al crecimiento empresarial.
Las emisiones verdes, una oportunidad
Actualmente, con los Next Generation activos, el empuje del mercado de bonos y, en concreto, las emisiones de bonos verdes, ya es un hecho en la eurozona. Tanto en la aceptación más general de sostenibilidad (ESG), como especialmente en la dimensión de financiación verde, el volumen de valores emitidos (bonos o capital) en la eurozona, ha crecido exponencialmente. Incluso está superando los préstamos bancarios. Así, los académicos apuntan que el programa de emisiones de bonos verdes que incorpora el marco de financiación de los Next Generation fomentará una mayor integración del mercado de bonos verdes y su peso en el conjunto del mercado de capitales.
El inicio de las emisiones verdes en la UE se fija en octubre de 2021, siendo la mayor emisión jamás realizada en el mundo, con 12.000 millones de euros a un plazo de 15 años. Fue tal la acogida que las peticiones recibidas superaron los 200.000 millones, un volumen nunca antes visto. A finales de 2022, las emisiones acumuladas sumaron los 36.000 millones de euros y se espera que a finales de 2026 se llegue a 185.000 millones.
Los autores del Policy Brief, número 19, titulado La unión de mercado de capitales ante el Next Generation EU, del grupo europeG, el vicepresidente de Analistas Financieros Internacionales (Afi), Ángel Berges, Ricardo Pedraz y Emilio Ontiveros a título póstumo, insisten en que “el mercado de capitales es una pieza clave para la competitividad y que los Next Generation pueden ser una palanca”. No solo por el volumen de la inversión, sino por dos aspectos aún más importantes. Por un lado, su mutualización, es decir, en esta ocasión la CE no reparte los recursos a prorrata, sino en función de los daños que ha sufrido cada país por la crisis sanitaria de la Covid-19. Por otro lado, porque la CE se convierte en un emisor único y eso implica más liquidez, flexibilidad e integración del mercado de los bonos que actualmente está muy fragmentado y distan mucho de conformar un mercado integrado, lo que se traduce en niveles muy reducidos en profundidad y liquidez y acrecienta la brecha con el sistema financiero norteamericano. En definitiva, el plan europeo es por primera vez redistributivo, reciben más los países con una renta per cápita inferior, e integrador, porque mide el grado de endeudamiento de cada estado.
Sobre el revulsivo de los Next Generation, los académicos de europeG hacen un símil entre el empuje que supuso el conocido Plan Juncker (2014) para impulsar la creación de un nuevo entorno europeo en el que se eliminen los obstáculos identificados durante la crisis financiera con 315.000 millones de euros para invertir en nuevas infraestructuras y los fondos Next Generation, con 700.000 millones de euros para avanzar en la sostenibilidad y la digitalización (el 70%) y la vertebración territorial de la UE.
Advierten desde europeG que para el tejido empresarial europeo, centrado en la pyme, salir al mercado de capitales sigue siendo casi un tabú, por los riesgos que comporta. Según los expertos, pese a los avances, el sistema financiero europeo tiene un excesivo peso de la intermediación bancaria en la financiación empresarial, en detrimento de fuentes de financiación captadas en los mercados, tanto en recursos ajenos (bonos), como sobre todo recursos propios (acciones). Aunque ello no quita que, en poco más de una década, las empresas europeas han doblado el peso que en sus fuentes de financiación representan las obtenidas en mercados de capitales, pero “sigue siendo excesivamente reducido”, apenas un 20%. En comparación, en los Estados Unidos, con estos instrumentos de capital, previos a la salida a cotización a los mercados de capitales, el volumen alcanzado supera a Europa en un factor de más de diez veces. No obstante, el vicepresidente de Analistas Financieros Internacionales (Afi), Ángel Berges, ha constatado que actualmente hay más empresas que están de salida de la bolsa en EE. UU. que de entrada, “porque el control y las restricciones del mercado bursátil son excesivas” y encuentran “una alternativa en el private equity”, ha comentado, no sin advertir que los fondos de capital privado no están dispuestos a inversiones de alto riesgo ni a tener el capital cautivo, “buscan seguridad y liquidez”.