La vivienda se erige como el principal factor explicativo, en una dirección doble de causa y efecto, de la creciente brecha de riqueza que se produce, tanto entre diferentes generaciones como dentro de cada una. Así lo concluye la informe 'Demografía, viviendas y brecha de riqueza' publicado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros. Como se desprende dl estudio, la brecha de riqueza entre la generación de mayor y de menor edad -brecha intergeneracional- se ha incrementado especialmente intensa desde comienzo de siglo.
Segunda residencia y ahorros
Así pues, los mayores de 65 años acumulan ahora un 42% de la riqueza neta total de los hogares -17 puntos más en este periodo-, mientras que los menores de 45 acumulan solo un 13% –la mitad. Si bien es cierto que una parte de este comportamiento divergente se explica por la evolución demográfica, al engrosarse la parte superior de la pirámide poblacional, la caída sostenida desde principios de siglo de la riqueza media entre los hogares más jóvenes se advierte como el principal motivo de la ampliación de esta brecha. En eso está contribuida la importante retasación de los activos inmobiliarios, componente principal de la riqueza de los hogares españoles, la tenencia de las cuales mucho más reducida entre los hogares más jóvenes ha jugado en contra. En paralelo, se constata que la desigualdad de riqueza intrageneracional también se ha ampliado en el periodo, especialmente entre la generación millennial, principalmente debido a una mayor concentración en el 10% de hogares más ricos.
El recuento
Concretamente, y bajo este supuesto de no retasación futura, la generación 'millennial' aspiraría a una transmisión media de 250.000 euros por persona entre 2042 y 2062, un 41% mayor que el caso en la generación 'boomer'. Este aumento se debe fundamentalmente a la espectacular reducción del número de donatarios delante del de donantes, desde el 1,51 en el 2022 hasta el 1,07 en el 2042. La equiparación demográfica de las cohortes en el 2062 estabiliza el crecimiento de esta hipotética herencia media a en torno al 9% (272.000 euros) para la generación siguiente.
Esta dinámica, que se aprecia tanto en la población general como otros países de nuestro entorno, también se ha podido ver alimentada en buena medida por el comportamiento de los precios inmobiliarios. Además, el análisis prospectivo revela que los dos fenómenos de concentración de la riqueza podrían extenderse y ampliarse en el futuro, principalmente por razones demográficas. El trasvase de riqueza que se producirá por parte de la generación boomer en la millennial quedará determinado por el peso de las dos generaciones a la pirámide poblacional – una generación muy numerosa dará una riqueza acumulada notable a una generación más pequeña – y por el aumento de población inmigrante – que en general, recibirá una herencia inferior a los nacidos en España.
Crecen las desigualdades
Por descontado, un comportamiento relativo de los precios inmobiliarios similar al ocurrido en estas últimas décadas, y que se ha intensificado recientemente, exacerbaría todavía más en el futuro el efecto de concentración de la riqueza y de aumento de la desigualdad. La vivienda y la importante acumulación de riqueza producida las últimas décadas jugará así un papel importante en este proceso de transmisión, generando un efecto dual. Por un lado, aumentará la riqueza de los que ya tienen vivienda (o lo heredarán), generando mayores desequilibrios con respecto a aquellos que no cuenten y se vean obligados a vivir de alquiler. Eso, sumado a la cronificación de la carestía de vida y aumento de precios de alquiler, superiores en muchos casos en los de la adquisición de vivienda, disminuye - ya en el presente - la capacidad de ahorro de los que no cuentan con vivienda, una cosa que podría intensificarse en el futuro de continuar la tendencia que venimos observando. En definitiva, el trasvase de riqueza entre generaciones favorecerá mayor medida a los descendientes de hogares que ya se han visto beneficiadas por la retasación de sus activos inmobiliarios en las últimas décadas, delante de nuevos hogares creados por personas que a duras penas recibirán riqueza acumulada de generaciones precedentes -como gran parte de la población inmigrante.