La Comisión Europea propuso este miércoles que los bancos sean los encargados de distribuir un futuro euro digital en la eurozona y limitar el montante de esta divisa que podrán acumular los usuarios para asegurar que se utiliza como medio de pago y no como instrumento de inversión.
El Ejecutivo comunitario presentó hoy su propuesta para crear el marco legal por el que se regiría un posible euro digital si el Banco Central Europeo (BCE), que analiza el proyecto desde 2021, y los Estados miembros deciden finalmente ponerlo en circulación en los próximos años.
El aumento de los pagos sin efectivo, que ya prefieren más de la mitad de los europeos, y la proliferación de medios de pago electrónicos alternativos como las criptodivisas, ha llevado a la Unión Europea a estudiar la creación de una divisa digital que permita este tipo de transacciones, pero que a diferencia de lo que ocurre ahora no esté en manos privadas, sino del BCE. "El euro digital proporcionará una alternativa pública a los medios de pago digitales privados: un modo seguro, instantáneo y conveniente de pagar", dijo el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis.
El objetivo, insiste la institución, no es sustituir al dinero en efectivo, sino complementarlo con un medio de pago digital que tenga las mismas garantías como moneda de curso legal, sea gratuito, accesible a todos; y aceptado por igual en todos los países de la eurozona, algo que no siempre ocurre ahora con los diferentes sistemas de pago privados.
Fijar un tope al montante que puedan acumular los usuarios
Bruselas plantea que los encargados de distribuir esta divisa digital sean los bancos comerciales, que no podrán cobrar al usuario por ello, pero sí pedir compensación a los comerciantes que reciban pagos en euros digitales, tal como ya hacen con aquellos que aceptan tarjeta de crédito, por ejemplo. Propone, asimismo, fijar un tope al montante que podrán acumular los usuarios en sus cuentas en euros digitales con el fin de que no se convierta en un instrumento de inversión que compita con los depósitos bancarios, lo que podría generar problemas de estabilidad financiera.
La Comisión no especifica una cifra y deja el desarrollo de este límite en manos del BCE, cuyo responsable para el euro digital, Fabio Panetta, ha sugerido en el pasado un tope de entre 3.000 y 4.000 euros. Bruselas considera, en todo caso, que habría pocos incentivos para sustituir los depósitos tradicionales por euros digitales, puesto que la divisa no generará intereses y podrá pagarse con ella, aunque solo se tenga una cuenta corriente tradicional, vinculándola a un monedero digital.
Los usuarios podrán pagar en euros digitales utilizando la aplicación móvil de su banco o un monedero digital, también para transacciones entre particulares, mientras que los comercios -tradicionales o en línea- estarán obligados a aceptar el euro digital salvo cuando rechacen también otros medios de pago electrónicos.
Preocupación por la privacidad
En cuanto a la privacidad, una de las cuestiones que más preocupan a la Eurocámara y las asociaciones de consumidores, la propuesta de la Comisión prevé que ni el BCE ni los bancos nacionales puedan acceder a los datos personales de los usuarios o sus patrones de pago, mientras que los bancos comerciales podrán tener esta información con "salvaguardas".
El euro digital podrá usarse incluso sin conexión a Internet, lo que daría garantías comparables a las del efectivo, y quienes no quieran abrir una cuenta bancaria podrán abrirla en euros digitales en instituciones públicas u oficinas de correos, señala la Comisión. Bruselas defiende que el euro digital favorecerá así la inclusión financiera al proporcionar un medio de pago electrónico gratuito, mejorará las opciones de los bancos europeos de competir en un mercado ahora dominado por un "puñado" de empresas en su mayoría extracomunitarias, y tendrá ventajas "estratégicas" para el bloque.
"No queremos ver el papel del euro desafiado por otras divisas digitales de bancos centrales o alternativas privadas con más riesgo como la monedas estables", dijo Dombrovskis, insistiendo en que la UE "no puede permitirse quedarse atrás" con respecto a otras potencias.