No tienen pisos en venta, pero buscan cuál es el mejor para comprarlo. De hecho, presumen de tener todo el mercado inmobiliario a su alcance, sin presiones, sin jugar al mejor postor; eso sí, dando seguridad al comprador y ahorrándole tiempo y dinero. Este es el perfil profesional de un personal shopper, un agente inmobiliario que "mima" al comprador para que no erre en su elección y encuentre, no la casa de sus sueños, sino la que más se ajuste a sus preferencias y necesidades, "porque los estudios demuestran que un 18% de las personas que han comprado un piso acaban arrepintiéndose de su decisión".

La frase la pronuncia Helena Gallardo, personal shopper de oficio, profesional del sector inmobiliario y ahora presidenta de AEPSI, Asociación Española de Personal Shopper Inmobiliario, la principal organización a nivel nacional que representa al colectivo de personal shoppers inmobiliarios, en España. Son 70, pero piensa doblar la cifra puesto que, en muchas inmobiliarias al uso, ya se está percibiendo una clasificación de sus agentes diferenciando entre los especialistas en compra o en venta.

No se les reconoce por estar detrás de un escaparate lleno de anuncios de 'se vende' o ' se alquila', porque no los usan. Acuden allí donde haga falta, desde las inmobiliarias que ya funcionan, a los APIs, a los notarios para averiguar si hay alguna herencia en venta; se patean la ciudad, preguntan en el colmado de la esquina… todo para atisbar los 2,6 millones de viviendas que tienen el letrero de ‘en venta’ ahora mismo en España.

Su existencia depende en gran parte del boca en boca (el 70% de sus clientes), porque si una cosa persigue un personal shopper es "que la persona, pareja o familia que nos confía su propósito, consiga el mejor lugar para residir y desarrollar su proyecto de vida", sea por compra o alquiler. Dicho esto, matiza: "Para eso no hace falta ser rico o gastarse mucho dinero en una vivienda", porque si algo quiere desmentir Gallardo es que sus servicios sean solo para las clases altas. Como colectivo, "tenemos que ganar visibilidad porque estamos al alcance de muchos, no cobramos porcentajes sobre el precio de la transacción, sino una tarifa fija, en función de qué vivienda tenemos que buscar, si es algo sencillo o más complejo, de la zona, las características…".

El sistema consiste en la firma de un contrato de prestación de servicios, la tarifa del cual la fija cada agente -algunos tienen una empresa constituida con otros profesionales de los ámbitos jurídico, financiero, constructor…- “Nos encargamos de revisar las características del solar, la vivienda o el local además de la finca en su conjunto”, cuantos más servicios más alta es la cuota. La AEPSI no establece un baremo y Helena Gallardo no se compromete y no da cifras sobre los parámetros en qué se sitúa la horquilla de precios. “Nos aseguramos un conocimiento claro y profundo de su situación y de su posible evolución futura para poder planificar las acciones necesarias y prever posibles mejoras”, y en función de ello, “cobramos”. A veces, “es tan importante conocer cómo funciona la comunidad de vecinos que descartar que el piso tenga cargas administrativas”, sentencia. “Lo primero, no lo hace un notario” y, en España, la ley es muy laxa a la hora de exigir documentación referida a una finca o un piso; “revisar las actas de la comunidad debería ser una obligación”.

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Helena Gallardo, presidenta de AEPSI | AEPSI

La figura del personal shopper "no es muy habitual en España", pero en otros países europeos como Francia, Holanda, Reino Unido, abunda más y, sobre todo, en los Estados Unidos, donde es una profesión regulada y donde nadie va a buscar piso sino está acompañado de un experto inmobiliario. “Allí, cuando se les pregunta a los niños qué quieren ser de mayores, algunos ya responden: ‘real estate’”. Las cifras lo demuestran: en 2021, en EE.UU. el 87% de las compras se realizaron con la intermediación de un personal shopper.

“Eso siempre debería ser así, allí y en el resto del mundo, y se evitarían muchos fracasos”, añade y expone una queja para las administraciones. “Se cometió un error cuando, a finales del 2000, el Gobierno central liberalizó el sector y abolió la regulación para ejercer la actividad de agente inmobiliario”, aunque en comunidades autónomas como Catalunya y Valencia sigue existiendo. “Es negligente irse solo a una inmobiliaria a comprar una vivienda”, concluye, porque defiende que con un personal shopper se ahorra mucho tiempo en la búsqueda y dinero, “porque una hipoteca bien negociada puede llegar a reducir en 20.000 euros un préstamo a 25 años, sobre el coste medio que se comercializa en el mercado financiero”.