La riada de visitantes extranjeros que llegan cada año a Catalunya va in crescendo año tras año y, a pesar de la obligada bajada de la etapa pandémica por la Covid-19, el turismo ya ha sobrepasado los niveles de 2019. Eso, que es un beneficio para la economía del país, no lo es tanto, especialmente para las ciudades donde los turistas se amontonan estacionalmente en los meses de verano. Barcelona es el ejemplo.
Las cifras lo demuestran. España ha cerrado un año histórico con 94 millones de turistas extranjeros, un 10% más, y todo apunta que en el 2025 se alcanzará la 'cifra mágica' de 100 millones de visitantes extranjeros. Según los datos provisionales del Idescat, el año 2024, el número de turistas extranjeros llegados a Catalunya aumentó un 9,7% con respecto al año 2023, y se situó en 19,9 millones. El Observatorio de Turismo de Barcelona ha registrado que más de dos terceras partes, el 77,5% han estado solo en Barcelona ciudad, que ha acogido a 15,5 millones de viajeros extranjeros en el 2023. En global, por país de residencia habitual, los países de procedencia mayoritaria, Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos, registraron tasas positivas (4,8%, 5,2% y 17,8%, respectivamente).
Las voces críticas, que no correspondiente al sector turístico, cuestionan hasta qué punto es beneficioso pagar este precio. Los defensores destacan que el turismo genera cerca del 14% del PIB catalán y uno de cada 8 puestos de trabajo. En general, el sector y las administraciones son conscientes de que hay que poner orden; que Catalunya puede coger el crecimiento anual de visitantes extranjeros, pero que es necesario ordenarlo y buscar nuevas fórmulas para poder engullirlo y digerir, de manera que todo el territorio salga beneficiado.
Ahora mismo hay un consenso global, pero falta llegar a la acción, coinciden en valorar las diversas fuentes consultadas por ON ECONOMIA. Entienden que Catalunya tiene capacidad para absorber a más visitantes, pero se tiene que desestacionalizar su llegada y, sobre todo, reequilibrarla para que llegue a todo el territorio: Barcelona tiene que ser solo una ciudad para dos o tres días y el resto de jornadas tienen que ser estancias en otros lugares donde también encuentren experiencias interesantes.
La directora general de Turismo de la Generalitat, Cristina Lagé, insiste en el hecho de que desde el Govern "no apostamos para incrementar el número/volumen de turistas sino como se distribuyen estos turistas durante todo el año y por el territorio; para captar un turismo más consciente, con intereses determinados y que realice más gasto en su estancia". Según datos del Idescat, en el 2024, cada visitante se gastó por término medio diaria 211 euros, dos euros menos que el año anterior, y 23 menos que en el 2022. Cada usuario se quedó 5,63 días por término medio, cuando un año atrás fueron 5,58. En cambio, supuso una ligera rebaja con respecto a 2022 (5,91 días).
La estrategia del Govern para conseguirlo pasa por la desestacionalización y la desconcentración del turismo. "Tenemos espacios más saturados en momentos determinados del año que seguramente no pueden absorber más en aquellos meses álgidos y, en cambio, hay otras zonas con mucha capacidad para tener turistas que están muy lejos de la saturación", recalca Lagé.
La receta del Govern: redistribuir
De aquí la receta de la administración catalana: "distribuir a los visitantes durante todo el año y que lo hagan por una diversidad más amplia de territorios que tienen mucho a ofrecer y que pueden beneficiarse de la actividad turística".
En este sentido, la voz de Soledad Bravo, gerente de Turisme de la Diputació de Barcelona, es muy esclarecedora. Para conseguir eso, dice Bravo, "Catalunya necesita estructurar su oferta". Bravo menciona que el territorio tiene infraestructura capaz de absorber a más visitantes, pero si la demanda crece -cómo parece que pasará- habrá que potenciar destinos alternativos en Barcelona ciudad, "que será siempre el principal polo de atracción y muchos visitantes empezarán allí su viaje, pero que se tiene que convertir en la puerta de entrada en otros lugares". Eso sí, tiene que tener a su alcance la infraestructura necesaria para hacer los desplazamientos, por ejemplo.
Tendrán que ser destinos que ofrecen experiencias atractivas. Afortunadamente, se identifica un cierto cambio progresivo y "el turista que nos visita quiere vivir experiencias -gastronómicas, de enoturismo, culturales, deportivas, de aventura...-, ya no solo viene para disfrutar de un hotel con servicios, busca un entorno y unas actividades enriquecedoras". Y está aquí donde "nos falta estructurarnos todavía más". También prioriza los criterios de sostenibilidad, preservación del medio natural, calidad y profesionalización de los operadores, entre otros.
La gerente de turismo de la Diputación de Barcelona admite que es necesaria más inversión pública y privada a todo el territorio y admite que los fondos Next Generation han ayudado a mejorar las infraestructuras hoteleras y de la restauración.
No se puede repetir el modelo de la capital
Pero también advierte que hay riesgos. Si se quiere esponjar el turismo y que la capital no soporte ella sola el grueso, "se tiene que hacer bien". "Lo que no podemos hacer es convertir otros municipios en un ejemplo de lo que ahora sucede a Barcelona". Solo nos podremos beneficiar de estos crecimientos repartidos por Catalunya si los lugares que se potencian no tienen una estructura preparada para poder digerir el crecimiento en el número de visitantes. Se tiene que trabajar en eso y al mejorar la calidad y profesionalidad del sector en general. Hay que ofrecer servicios de calidad.
El territorio también tiene que entender, "tiene que estar concienciado que la inversión en turismo atrae más inversión y genera puestos de trabajo y riqueza", dice Bravo para hacer entender que el territorio también puede sacar rentabilidad si se hace una buena promoción turística.
Tarragona va a mejor
El presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Tarragona (AEHT), Francesc Pintado, lo tiene claro: "nuestro destino será atractivo turísticamente, mientras lo sea también para nuestros ciudadanos". En opinión de Pintado, la oferta que dé Catalunya se tiene que diferenciar por la calidad y entiende que "todo el sector está de acuerdo, pero falta saber qué medidas se tienen que aplicar".
En la demarcación de Tarragona, asegura a Pintado, este camino ya se ha empezado. "En el 2024 ya se ha notado un cambio de tendencia y han visitado las comarcas de Tarragona viajeros que no solo vienen para hacerse la foto para colgarla a Instagram, sino que muestran sensibilidad por la gastronomía, la cultura, el patrimonio, tienen respeto por el entorno porque valoran el medio", defensa. Pero advierte que eso se tiene que trasladar a todos los meses del año, lo cual también favorecería la creación de empleo estable, en un sector donde la temporalidad es generalizada.
Fútbol, cicloturismo... la oferta de Girona
La vicepresidenta de la Asociación de Hostelería de Girona, Esther Soler, sabe de qué le hablan cuando se menciona el provecho que se puede sacar teniendo una buena oferta de experiencia. "No pueden venir solo para ver la catedral de Girona, porque entonces, por ejemplo, no pernoctan en la ciudad", alerta.
Girona capital también atrae a los visitantes que quieren hacer cicloturismo, que asisten a congresos, que quieren disfrutar de las comidas de los restaurantes con estrellas Michelin, acudir a exposiciones museísticas, conciertos de música. Y, últimamente, el azar futbolístico, por ejemplo, ha sido un buen cebo para desestacionalizar los hoteles de la capital de las comarcas gerundenses.
A los hoteleros de la ciudad no son temerosos de recibir a más número de turistas. Para el 2025, "no prevemos ningún aumento exagerado en el número de visitantes; de hecho, hemos empezado el año con unos niveles similares o un poco menores en los registrados el año pasado", comenta Soler.
Las comarcas de interior, desatendidas
Cuando siendo hablado de reequilibrio del territorio, Daniel Brasé, secretario general de la Federación Intercomarcal de Hostelería, Restauración y Turismo (FIHRT), pone encima de la mesa una serie de agravios que sufren las comarcas de interior y algunas zonas de Catalunya, como las Terres de l'Ebre o el Montsià. Defiende que tienen "suficiente patrimonio cultural, gastronómico, natural, etc. para conseguir cambiar el origen del turismo e ir hacia el viajero de calidad".
Pero enumera los problemas. Hay un importante déficit de infraestructuras viarias, que además son prácticamente la única movilidad existente, "porque no contamos con conexiones ferroviarias ni transporte público rodado". También falta alojamiento porque no hay una planta hotelera suficiente porque la inversión privada no está interesada; lo que tenemos son casas rurales y campings. Además de un problema para encontrar personal cualificado para el sector de la hostelería y la restauración.
Al mismo tiempo, hay patrimonio, pero "a menudo está desasistido". Brasé se muestra satisfecho que se hayan puesto en marcha itinerarios turísticos con códigos QR y comenta que "se quiere hacer el mismo para facilitar la visita a edificios del patrimonio cultural". Y tira un apunte final: se tiene que hacer un esfuerzo mayor en digitalización y gestión de los datos por obtener la información necesaria para tomar las decisiones correctas en materia de turismo por todo el territorio. "Sabemos que el viajero cada vez más valora el respeto por el medio, las acciones para ser más sostenibles y preservar el medio y luchar contra los efectos del cambio climático". Brasé considera que todo eso no se conseguirá si no hay un consenso entre todos los operadores turísticos y las administraciones, desde la Generalitat a todos y cada uno de los ayuntamientos catalanes.