Catalunya ha empezado la vendimia en varios municipios de la zona vitícola del Penedès y también a la DO Costers del Segre. Después de tres años marcados por una intensa y persistente sequía, el agua de lluvia ha mitigado una sequía que había puesto al límite la capacidad de supervivencia de algunas de las viñas. Como ya va siendo tradicional, entre las bodegas más conocidas, el pistoletazo de salida lo ha dado la finca de Raimat esta semana.

Actualmente, se están vendimiando las variedades más tempranas (chardonnay, pinot noir y moscatel de grano menudo) y en una semana se harán ya algunos macabeos y moscateles para la elaboración de vinos base de espumosos. Aunque el calor de las últimas semanas ha hecho avanzar algunas cosechas. "Hacía falta que las lluvias se alargaran algunos días o que las temperaturas no fueran tan extremas para poder alargar la maduración de la uva", concreta Josep Marrugat, responsable de la Viña y el Vino del sindicato Unió de Pagesos.

Para el conjunto de estas zonas vitícolas, la primera vendimia estuvo el pasado 1 de agosto en parcelas donde se adelantó la maduración del chardonnay (2-8 días) por la ola de calor intensa y general que se inició el 29 de julio y duró hasta 4 días en algunos lugares. Las zonas más costeras se ven afectadas también por un gran número de noches tropicales. En conjunto, en el Penedès la integral térmica efectiva (abril-julio) es ligeramente inferior (8%) en la del año 2023 y, junto con los controles de maduración, prevén un retraso de 4 a 8 días con respecto al año pasado, según las previsiones del Instituto Català de la Vinya y el Vino (INCAVI).

Las viñas del corazón del Penedès adscritas a la DO Cava, la principal zona productora, se han recuperado considerablemente con las esperadísimas lluvias de la primavera. En general, no se prevé una reducción de la vendimia tan fuerte como la del año pasado, ya que las lluvias de en abril y junio han mejorado un poco la sequía que se sufría. "Habrá calidad de uva", manifiesta el presidente de la DO Cava, Javier Pagés, aunque admite que "la vendimia es larga y todavía queda camino para recorrer".

Javier Pagés insiste en que "el futuro del cava reside a seguir apostando por la calidad y el valor de la marca cava". Explica que, en general, las cepas se han recuperado de los efectos de la sequía y valora el trabajo de los campesinos. "Los viticultores han hecho un buen trabajo, un meritorio esfuerzo, para recuperar la viña, con una poda respetuosa, teniendo en cuenta las necesidades de la planta después de la falta de agua y los sucesivos periodos de calor extremo".

Desde los servicios técnicos del Incavi se expone que la granizada de hace 2 meses en determinados municipios de la DO Penedès dejó estropeada una parte de la producción del área afectada aunque la rápida actuación haciendo poda hace prever que algunos de los afectados podrán recuperar parte de la producción de este año y la recuperación de las plantas de cara a la próxima campaña. Sin embargo, en zonas que no se han podido recuperar de la sequía prolongada y continuada de los últimos años, en viñas viejas y donde el riego no ha sido suficiente, la producción y el perfil final de los vinos obtenidos puede verse afectado, advierten a los técnicos del Incavi consultados por ON ECONOMIA.

Desde el campesinado, el responsable de la viña y el vino de Unió de Pagesos (UP), Josep Marrugat, manifiesta que "la situación sigue siendo dramática a las DO Montsant y Terra Alta, donde la sequía ha persistido y agravado en el 2023". En estas zonas, los costes de producción se han incrementado y la cosecha ha disminuido considerablemente.

Más que en el 2023, pero lejos del 2018

En relación con la cantidad, este año la vendimia será mejor en Catalunya. Según las previsiones se podría superar los 277, 2 millones de kilogramos de uva de 2023, año que sufrió una bajada del 22,5% de la producción total y que se convirtió en lo peor de las últimas seis añadas. Aunque la cosecha crece, esta vendimia queda lejos de la producción en que se registró en el 2021, cuándo las cantidades de uva vendimiadas ascendían a 421,3 millones de kilogramos, cosa que representó un incremento del 35,4% respecto de la campaña anterior afectada por el paro de actividad a causa de la pandemia. En el 2018, un año 'normal', se recogieron 435 millones de kilogramos de uva en Catalunya.

Desde enero, si bien la pluviometría ha mejorado, también se han registrado algunos fenómenos meteorológicos, como granizadas o heladas, que han estropeado algunas hectáreas de viña y que han afectado en zonas de la DO Cava, entre otros. Para el conjunto del sector, el representante del sector de la viña de Unió de Pagesos, Josep Marrugat, hace una previsión de un 50% menos de cosecha con respecto a una cosecha normal a causa de las altas temperaturas, las granizadas y el mildiu.

El portavoz del sindicato UP insta al conjunto del sector a valorar la tarea del agricultor y a pagar precios justos a los viticultores. Apunta a seguir el ejemplo de la bodega Codorniu Raventós que este año volverá a aplicar un 'plus climático' a los precios de vendimia y que comprará la uva a una media de 0,80 euros el kilogramo. Este importe supone un incremento del 30% sobre una horquilla de precios de la vendimia de 2023 cuando se pagó a unos 0,61 euros el kilogramo. "Confiamos en que las condiciones climáticas mejorarán en los próximos años y que el ofrecimiento de estas nuevas condiciones de precio sean un primer paso para regenerar el valor en todo el territorio", destaca al consejero delegado de Raventós Codorníu, Sergio Fuster.

El director de Raimat, Joan Esteve, controlando los mapas de teledetección para el riego de precisión en las viñas. Foto: Raimat

Prueba piloto a Raimat

Joan Esteve, director de la bodega Raimat, manifiesta que "la meteorología de este 2024 ha estado más normal, aunque seguimos en emergencia climática. Por lo tanto, para garantizar una producción vitivinícola de calidad y sostenible, tenemos que seguir innovando, practicando agricultura regenerativa y siendo cada vez más eficientes en el uso del agua; con técnicas de riego de precisión o soterrado."

La bodega Raimat ha implementado en esta campaña un piloto para obtener -por primera vez- uva de cepas que no han recibido ningún tipo de pesticida: ni químico ni orgánico (lo que se usa en la viticultura ecológica). Lo ha conseguido gracias a un innovador sistema para controlar enfermedades de la viña como el oídio y el mildiu solo a través de luz ultravioleta tipo C. se ha aplicado con un prototipo con forma de túnel en una extensión de cerca de 5 hectáreas (el equivalente en 5 campos de fútbol). En las cepas de esta zona no se les ha aplicado ningún producto fungicida, hasta ahora imprescindibles para prevenir y controlar este tipo de hongos.

Josep Esteve comenta a ON ECONOMIA que "esta es una técnica muy prometedora para garantizar la producción y la calidad de la uva". "No solo se han dejado de aplicar productos que pueden tener un impacto sobre el medio ambiente, sino que se han producido uvas más limpias, además de reducir la huella de CO₂ y los costes de producción," concreta. Esteve admite que las heladas estropearon una parte de la producción de este año, del entorno del 10%, "una merma no demasiado significativa" y que el nivel de calidad de la uva es bueno. "Hemos cogido una uva sana, equilibrada, que ha podido cerrar el ciclo natural de madurez y que tiene unos buenos niveles de acidez", añade.

Con respecto a los precios, recuerda que la uva en Catalunya y España se está pagando "bien". No obstante pone énfasis en los cambios de hábitos de consumo, con una tendencia a primar las bebidas menos alcohólicas y más refrescantes. Eso redunda en una demanda creciente de vinos blancos, por ejemplo, y "nos encontramos con excedentes de uva en zonas como La Rioja", en España, pero también se detecta en Burdeos o Napa.

El 1,2% del PIB catalán

El sector vitivinícola catalán tiene importantes retos en frente, principalmente determinados por el cambio climático. Por eso se esfuerza en introducir soluciones para favorecer la sostenibilidad del proceso, así como nuevas tecnologías para mejorar los controles de los cultivos y la trazabilidad de los productos. Según la última radiografía sectorial realizada por el cluster vitivinícola de Catalunya, Innove.

El sector vitivinícola trabaja para reducir el consumo de agua, aumentar los procesos de economía circular y de regeneración y reutilización de los suelos, con el objetivo, en definitiva, de reducir la huella ambiental en todo el proceso industrial. Esta tendencia hacia la sostenibilidad hace que el sector experimente una etapa de innovación, encaminado a ofrecer productos más saludables, aumentar la oferta de vinos ecológicos, ampliar la variedad de sabores y, también, ofrecer vinos considerados prémium.

El documento también subraya la introducción de tecnologías como la inteligencia artificial, el big fecha y la robótica, entre otros, que cada vez tienen más peso dentro de la cadena de valor vitivinícola. En este sentido, el despliegue de estas herramientas contribuye a tener un mayor grado de control en todo el sistema de cultivo, elaboración y producción del vino. También en la comercialización, donde ofrecer una trazabilidad óptima a los consumidores ayuda a mejorar el prestigio y aumentar el peso dentro del mercado.

Globalmente, el sector de los vinos y cavas en Catalunya genera un volumen de negocio de 3.267 millones de euros anuales, el equivalente al 1,2% del PIB. Su peso en la economía catalana se ha doblado desde el 2016. Se dedican a las diversas actividades de la cadena de valor un total de 1.384 empresas que se dedican en el sector (un 62% más en el 2016), que dan trabajo a 10.460 personas trabajadoras.

Prácticamente, el 90% del sector se dedica a producir y elaborar vinos y cavas y genera el 90% del negocio y del empleo. Se trata de un tejido empresarial consolidado, donde la mayoría de compañías, el 81,2%, tienen más de 10 años de vida. El documento también apunta que el 95,7% de las empresas catalanas de este ámbito son pymes.