ChatGPT puede ponerlo todo patas arriba y el mundo bursátil tampoco está a salvo. La Inteligencia Artificial Generativa (IAG) es la tecnología del momento y la punta de lanza de la que para expertos e intelectuales es la nueva revolución tecnológica que se avecina. La rapidez con la que están evolucionando este tipo de herramientas digitales y los cada vez más usos que permite han provocado una alerta global sobre el peligro que puede suponer para la sociedad, especialmente en materia de empleo.
Uno de los principales debates que se está produciendo es sobre a cuántos sectores puede afectar de forma directa y cuántos millones de trabajos pueden desaparecer. De hecho, un reciente estudio del gigante de inversión Goldman Sachs calcula que la inteligencia artificial pone en riesgo hasta 300 millones de empleos en todo el mundo, una disrupción sin precedentes en el mercado laboral que podría automatizar una cuarta parte del trabajo en Estados Unidos y Europa.
Su facilidad para resolver determinadas tareas es claramente un avance que puede ahorrar mucho tiempo a trabajadores en tareas cotidianas, pero también costes a las empresas que decidan apostar por un modelo más mecánico. Pero, aplicaciones como ChatGPT no solo influyen notablemente en los sectores productivos, sino que el mundo de la especulación y aquellos que viven de asesorar y mover el dinero de inversores también puede tener los días contados, al menos tal y como se conoce hasta ahora. Y es que, con herramientas capaces de aglutinar ingentes cantidades de datos y ofrecer estrategias de inversión rentables a partir de ellos, ¿quién necesita intermediario?
La amenaza de la IA y el valor añadido
"Lo que ChatGPT supone es una aceleración de algo que ya tenía presente todo el mundo de la inversión en diferentes tipos de activos. Se ha estado utilizando desde hace algunos años inteligencia artificial para automatizar algunas operaciones y, de hecho, a día de hoy ya hay un porcentaje altísimo de operaciones gestionadas por robots", señala a ON ECONOMIA Ángel Barbero, profesor de EAE Business School y director general de la compañía tecnológica Secture.
En este sentido, solo hace falta echar un vistazo en Internet para descubrir los bots o robots de trading, también conocidos como trading algorítmico o trading automatizado. Se trata de programas informáticos que utilizan algoritmos matemáticos con los que luego se realizan operaciones en los mercados financieros. Hay quienes llevan tiempo haciendo negocio de ello vendiendo este tipo de métodos, que no están exentos de riesgo ni suponen una fórmula infalible para ganar dinero, pero aportan simplificación en el proceso.
No obstante, para el experto, la inteligencia artificial generativa como la de ChatGPT ha supuesto un gran cambio por el ritmo al que se están produciendo los avances. Mientras que antes pasaban dos, tres o cuatro años para que alguna herramienta irrumpiera en el sector y modificara el modo de hacer de los brokers y asesores financieros, en la actualidad es cuestión de meses. Algo que supone un problema sin un proceso de adaptación tecnológico adecuado o una diferenciación clara que aporte un extra a los servicios ofrecidos.
"El reto más importante es entender qué parte puede jugar a favor y cuál en contra. La gran pregunta es ¿qué valor añadido tiene el asesor en relación con el inversor? Es decir, si lo único que hacía hasta ahora eran operaciones más o menos automáticas, con un proceso sencillo de replicar, sin implicar un conocimiento extra por experiencia y su conocimiento en el sector, pues todas las operaciones ya se están automatizando. Con lo cual, un mero gestor operativo sí que se enfrenta a entender qué puede aportar frente a una inteligencia artificial, que tiene más fuerza bruta y más conocimiento que ese asesor", explica Barbero.
ChatGPT vs. los 10 fondos más populares de Reino Unido: victoria para la máquina
La potencia para recopilar datos públicos y elaborar a partir de estos una estrategia de inversión rentable puede ser una amenaza para el modelo de negocio de asesores y brokers, pero los grandes fondos de inversión tampoco pueden respirar tranquilos y para muestra un botón. Un reciente experimento realizado por el comparador financiero británico Finder ha demostrado como ChatGPT es capaz de elegir acciones mejor que muchos gestores populares y obtener una mejor rentabilidad.
De este modo, pidieron a la herramienta desarrollada por OpenAI que creara una cartera de acciones de empresas de alta calidad, con criterios tomados de los diez principales fondos de Reino Unido contra los que competir. Entre los factores a seleccionar, se incluían bajos niveles de deuda, crecimiento sostenido en el pasado y activos que generan una ventaja sobre sus competidores. En la simulación realizada, el programa sugirió 38 acciones de empresas como Microsoft, Visa, Alphabet (Google), Nestlé, Amazon, Netflix, Johnson & Johnson o Pepsi, entre otras.
En cuestión de ocho semanas, entre el 6 de marzo y el 28 de abril, la cartera ficticia ganó un 4,9%, mientras que los 10 fondos de inversión líderes del país registraron pérdidas del 0,8% de media. Así, vehículos de inversión gestionados por Fundsmith, Fidelity, Vanguard, o HSBC fueron derrotados por la inteligencia artificial. “No pasará mucho tiempo hasta que un gran número de consumidores intenten usar ChatGPT para obtener ganancias financieras”, señaló en un comunicado el consejero delegado de Finder, Jon Ostler.
Cabe destacar que los principales fondos que operan a nivel global vienen utilizando IA durante años, pero ChatGPT supone una 'democratización' de la tecnología, haciéndola accesible al público general sin necesidad de grandes intermediarios cuyo negocio está en las comisiones que cobran a los inversores, especialmente a los minoristas. "Los gestores de fondos utilizan sus propios algoritmos y sus datos históricos para trabajar con previsiones a futuro y ver hacia donde va a ir el dinero. Pero si esto lo hace una herramienta ahora, van a dejar de tener tanto valor, porque su método se puede replicar fácilmente", destaca Ángel Barbero.
Adaptarse o morir
“Aun así, no creo que desaparezca la intervención humana, sino que va a cambiar de sitio. Para los asesores es importante replantearse su paradigma y focalizar su valor añadido en el proceso previo de entendimiento de las necesidades y luego utilizar las herramientas que están basadas en inteligencia artificial para realizar las tareas operativas de manera automática. Ese es el gran reto, tendrán que formarse y estar mucho más pegados a la realidad tecnológica de lo que estaban antes”, añade Barbero.
En este sentido, el experto cree que el perfil del asesor se va a tecnificar a marchas forzadas, teniendo que replantearse como personaliza la experiencia de sus clientes para ver como pueden visibilizar más su valor en el trabajo de intermediación. Puesto que, si todo el mundo tiene acceso a una tecnología disruptiva que puede generar oportunidades en cualquier mercado, la función del intermediario tendrá que girar hacia otro sentido.
"Tendrán que trabajar con el cliente y la personalización. Esto puede derivar en que no se centren tanto en dar la mayor rentabilidad, sino en ofrecer una rentabilidad adecuada para cada caso concreto, dependiendo del cliente, entendiendo mejor las necesidades del inversor y adaptándose a él. Ahí es donde la parte humana puede seguir jugando un papel”, concluye.