Los planes de pensiones individuales son un fantástico negocio para los bancos, aseguradoras y otras firmas de inversión, aunque no para los inversores que allí tienen colocado su dinero con el fin de conseguir un capital para el momento de la jubilación. Con independencia del resultado obtenido en los mercados con la inversión de esos ahorros, los gestores cobran unas comisiones anuales sobre el patrimonio que superan a las ganancias que logran los ahorradores.
Este es el caso de todos los fondos de pensiones individuales que invierten en renta fija. Desde 2018 la comisión máxima de gestión que cobran estos fondos es del 1,50%, a la que sumar un 0,20% en concepto de custodia en los valores invertidos. Una comisión que anualmente se aplica al conjunto del patrimonio del ahorrador y no sobre las ganancias generadas. Un ejemplo de distintas comisiones evidencia el perjuicio para el ahorrador. Supongamos que durante 25 años el ahorrador aporta cada año 2.500 euros a un plan con una rentabilidad media del 1%. En el momento de la jubilación, habrá invertido un total de 62.500 euros y habrás obtenido un beneficio sobre la inversión de 8.814 euros.
En total, el saldo bruto disponible, previo al rescate, sería de 71.314 euros. Este cálculo, elaborado por HelpMycash se hace suponiendo que el coste del plan sea cero. Pero si no fuese así y el partícipe hiciese frente a una comisión del 1,70%, el saldo final sería de 55.622 euros, inferior al dinero finalmente aportado (el coste del plan sería de 15.692 euros). Si la comisión fuese del 0,50%, el coste del plan ascendería a 4.958 euros, pero se lograría una ganancia de otros 4.000 euros (inferior a la del gestor del plan de pensiones) por lo que a la fecha del rescate, el ahorrador tendría un total de 66.356 euros. Estos ejemplos extremos dan cuenta del peso de las comisiones en el resultado final del plan de pensiones. Sin duda, un negocio redondo para sus promotores.
Los últimos datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva (Inverco) referidos al pasado mes de junio apuntan a rentabilidades netas (descontadas comisiones y gastos) muy bajas para el ahorrador que se ven superadas por lo que percibe la gestora. El argumento de un mal año o un mal momento del mercado se derrumba tomando como referencia largo plazo. Por ejemplo, la rentabilidad anual en los últimos 25 años para un ahorrador en planes de pensiones de renta fija a corto (letras, pagarés…) ha sido del 1,4% que baja hasta el 1,2% para los que están en la modalidad de renta fija a largo plazo (bonos y obligaciones). La situación aún empeora si se toma una inversión mantenida durante 10 años en estos planes de pensiones. Los de corto plazo han perdido el 0,2% y los de largo solo han ganado el 0,3%: eso sí, las gestoras se han embolsado siempre en positivo sus correspondientes comisiones y han cobrado los gastos operativos.
Únicamente la categoría de los que invierten en Bolsa ha escapado a estos resultados tan pobres. A 15 años, la ganancia media de estos fondos ha sido del 6,1% y a 10 años del 8,1% que hubiera sido aún superior de no soportar comisiones tan elevadas.
Y cuantitativamente, la cuestión no es baladí, ya que en estos planes de pensiones individuales hay invertidos a fecha del pasado mes de junio nada menos que 83.956 millones de euros. Un dinero que no crece, en gran medida, por esas cargas de costes que aplican los intermediarios financieros.
Rentabilidad y comisiones
Obviamente, los costes aplicados a este ahorro van en detrimento de la rentabilidad que finalmente obtiene el partícipe. Existe un ejemplo muy sencillo si se comparan los planes de pensiones individuales con aquellos llamados planes de empleo que también gestionan las entidades financieras, pero que están promovidos por las empresas. Los fondos de pensiones de empleo se sitúan como los más rentables en la última década, según el estudio Diez años de ahorro colectivo en España. La cuarta edición de este informe elaborado por Mercer y Esade concluye que este tipo de fondos obtienen la mejor relación entre rentabilidad y riesgo.
El Informe detalla que con una rentabilidad del 2,7%, los fondos de pensiones de empleo se colocan como la mejor opción de ahorro de los últimos diez años. El aspecto diferencial de estos fondos es el asesoramiento profesional que dotan en ocasiones las comisiones de control que los gestionan, la mayor diversificación de sus inversiones y las menores comisiones soportadas. Así, los costes son determinantes en esta mayor rentabilidad.
En un estudio anterior de Mercer, se reflejaba para los fondos de pensiones individuales (incluyendo todas las categorías) una rentabilidad bruta del 3% que pasada por el tamiz de las comisiones se reducía al 1,7%. Sin embargo, en los fondos de pensiones de empleo se conseguía más rentabilidad bruta con la gestión (3,4%) que solo se veía recortada hasta el 3% después de pasar por el filtro de las comisiones.
España, singular
Esta situación de abuso en las comisiones que aplican los gestores, sobre todo a los planes de pensiones individuales, sin una contraparte de mayor acierto en sus inversiones, ha sido denunciada incluso por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En un informe elaborado por este organismo supranacional ofrecía datos concretos que dejaban a los gestores españoles en muy mal lugar: “España es uno de los países europeos con mayores comisiones y gastos operativos en los planes de pensiones, con un coste medio anual de los planes individuales del 1,1% de sus activos frente al 0,4% de la media de los países”. El economista jefe de la Unidad de Pensiones Privadas de la OCDE, Pablo Antolín, cargaba con dureza contra la reforma realizada en 2018 para imponer nuevos topes a las comisiones de los planes de pensiones —máximo de 1,5% sobre patrimonio—, ya que es parcial y no afronta los problemas verdaderos que tiene el sector. Antolín lamentaba que las comisiones que aplican las entidades financieras a los ahorradores "son enormes" y el techo es insuficiente. Los ciudadanos seguirán asumiendo unos costes de mantenimiento muy superiores a los que hay en otros países europeos, indica Antolín.
Soluciones a los elevados costes
Una de las soluciones al elevado coste de los planes de pensiones individuales ha venido de la mano del Ministerio de la Seguridad Social en esta legislatura. Este ministerio ha promovido la creación de los fondos de pensiones de empleo públicos (FPEPP), cuyo principal argumento era rebajar las comisiones que aplican las entidades financieras. Estos fondos promovidos desde lo público, aunque gestionados por entidades privadas como Caixabank, BBVA, Santander e Ibercaja entre otros, contarán con unas bajísimas comisiones entre el 0,1% y el 0,25% anual. Un varapalo para la industria de la gestión de fondos, aunque todavía tardarán unos meses en arrancar. Aunque se sitúan en la modalidad de empleo, también están abiertos a otros colectivos.
La otra solución viene desde la gestión indexada a índices (bursátiles, renta fija, materias primas…) que además se ofrecen con una gestión automática. El objetivo de rentabilidad es el que recoja el índice respectivo (gestión pasiva) que, curiosamente, pocas veces los gestores activos que deciden las inversiones lo superan.
Un estudio del roboadvisor Indexa Capital sitúa el coste de una cartera de planes de pensiones en el 0,57%, frente a casi el 2% (incluyendo los costes operativos de comprar y vender del fondo) de los planes individuales. A ello, habría que añadir de media el 1,42% de desviación a la baja de la gestión activa frente a la ganancia (o pérdida) de los distintos índices. En total, un ahorrador en fondos de pensiones individuales partiría con una rémora del 3,47% (entre comisiones y peor gestión) frente al 0,57% de la gestión pasiva.