La crisis energética afecta al precio de los alimentos, con una inflación disparada de estos productos, pero también al sector servicios. Por una parte, el último Puente de la Purísima fue el banco de pruebas del turismo de montaña para prever cómo irá el sector esta temporada de invierno. Así pues, desde Catalunya, muchos restauradores lamentaron que, especialmente en las casas rurales, la ocupación no había sido llena y el alto coste energético de calentar los hogares, derivado de la guerra de Ucrania, incrementaba unos precios que, por un lado, u otra se tenían que reflejar. Ahora, el gran reto es qué papel jugarán las pistas de esquí. Estas, estarán más o menos condicionadas, por la cantidad de nieve artificial que tengan que producir.
El IPC lo condiciona todo
A grandes rasgos, los responsables de las pistas españolas consultadas por ON ECONOMÍA, admiten que este año habrá una subida porcentual del precio, pero no ligada a la crisis energética, sino al IPC. A pesar de todo, acaba resultando que la crisis y el IPC son dos caras de una misma moneda y, por lo tanto, los precios subirán porcentualmente mucho más de lo que preveíamos. La última tasa mensual de noviembre del IPC ha sido del 6,8%, cinco décimas inferior a la de octubre, pero todavía disparada. Y en este porcentaje es con el cual bailarán las propuestas de los forfaits.
Parar telesillas o controlar el gasto de agua
A pesar de todo, argumentan que la repercusión se hace de forma anual, pero el precio del consumo ligado a los costes no se repercute en el cliente final. Algunas de las medidas que las principales pistas de esquí aplican van ligadas a una sostenibilidad ecológica, pero también económica. Y encontramos ejemplos: se ha aumentado el uso de energías renovables como las placas solares, energía geotérmica, una central hidroeléctrica o calentar los edificios con biomasa. También cambiar el alumbrado y apostar por el led o controlar las temperaturas de los edificios y casitas. También en los cañones de producción de nieve, se han cambiado por unos de nueva generación que gastan menos agua y producen más nieve, y se puede llegar a reducir el consumo de hasta un 26% de agua. Eso se puede hacer a través de un consumo cerrado, es decir, con agua almacenada en lagos donde se recicla y se utiliza cuando llega la temporada, manteniendo un ciclo renovable que también garantiza la calidad del agua. En paralelo, también se cambia la manera de entender una estación de esquí y estas actúan como dinámicas a través de la digitalización: controlan la afluencia y modifican horarios, cierran pistas o se adaptan a la meteorología y la cantidad de nieve depende del momento.
Este último concepto es importante ya que el sector no niega que el gasto de este año es mayoritario y hay que hacer números a corto plazo, pero también de forma estratégica a largo plazo. Más allá de la producción de nieve artificial, el consumo se filtra en cualquier aspecto. A modo de ejemplo, ya encontramos pistas que detienen el rodaje de las telesillas si, en aquel momento, nadie lo solicita. O también la opción más drástica de cerrar pistas, dejando entre tres y cuatro, si la afluencia no es masiva.
¿Qué salida tiene el cliente?
Una salida para esquivar el aumento del precio del forfait es un sistema que ya se fomenta en Francia: el forfait conjunto. Y ya encontramos ejemplos: el departamento de Ariège, situado en la frontera con España, ofrece una gran variedad de estaciones de nieve para disfrutar del invierno. Una es Beille, en los Pirineos. Aquí los adultos pueden acceder a las pistas de esquí de fondo por 4,40€, con reducciones para niños y mayores de 70 años. Además, el forfait de esquí alpino para adultos es de 12,50 €. También encontramos la de Mijanes Donezan, que para esquí nórdico sale partir de 6,50 € y el de esquí alpino por 22,50 €. Además, hay un forfait para esquiar 4 horas consecutivas por 5,50€. Otra solución es establecer la tarifa de los precios dinámicos, es decir, no es lo mismo esquiar un martes que un sábado. Y otra derivada es ofrecer una reducción del precio si la compra se hace de forma anticipada vía online. Todos estos aspectos pretenden incentivar y asegurar tener vivas las pistas cuando la demanda es más baja, pero el consumo energético sigue siendo el mismo y, este año, muy elevado.
Precios diversos dependiendo de la pista
Más allá de estos aspectos, la relación de precios actual constata las diferencias entre un lugar u otro. Cogemos de referencia el forfait para un adulto por un día entero en temporada alta y lo situamos por comunidades. En Catalunya encontramos: Baqueira Beret por 59 euros; Masella por 49; La Molina por 47 euros; Port del Compte a 42 euros; Port Ainé a 38 euros; Boí Taüll a 42 euros. En Aragón: Formigal por 52 euros; Cerler por 48,50 euros; Jalambre por 34 euros; Llanos del Hospital por 8,50 euros. En Andalucía, concretamente en la Sierra Nevada: por 44 euros con una promoción nombrada 'Día del esquiador' que no se alargará después de las fiestas de Navidad. También encontramos en La Rioja con la pista de Valdezcaray que ofrece una tarifa de 29 euros; en Castilla y León en Leitariegos por 22 euros; y a la Comunidad de Madrid desde Valdesquí por 42,50 euros.
En paralelo, también hay la pista de Grandvalira o el Tarter, en Andorra, que se sitúa sobre los 40 euros, depende de condiciones de día y momento. Si bien todos los economistas y los mismos gobiernos aseguran que esta crisis no es la misma que la del 2008, hay que tener en cuenta que, en este sector, puede afectar de una forma más directa y, por lo tanto, constatar algunas repercusiones a corto plazo. Entonces, los precios subieron de un 5-9% y ya situó la práctica del esquí como un deporte demasiado exclusivo para los grandes bolsillos.