En el entorno del Elíseo y La Moncloa se guardan celosamente los detalles sobre el encuentro en Barcelona entre el presidente español, Pedro Sánchez, y el presidente francés, Emmanuel Macron de este jueves 19 de enero. La cumbre, más allá de las connotaciones políticas, tiene como objetivo principal avanzar en el diseño de la canalización de hidrógeno verde, el H2Med, que está previsto construir entre Barcelona y Marsella para trasladar a Europa hidrógeno producido en la península ibérica. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ofreció un avance de los detalles que se espera que se den a conocer este jueves con el anuncio de su entrada en servicio entre 2018 y 2019. El coste previsto, según se adelantó en la reunión que Sánchez mantuvo hace poco más de un mes en Alicante con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, será de unos 2.500 millones de euros. Este conectaría Barcelona con Marsella y sería la puerta de entrada de esta energía renovable en la Unión Europea una vez descartado el MidCat, la tubería de gas que pretendía conectar los sistemas español y francés a través de los Pirineos.
La repercusión económica que este megaproyecto pueda tener sobre Catalunya y la ciudad de Barcelona deberían comenzar a concretarse en esta reunión a la que también asistirá al presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès. Este corredor, que inicialmente se planteó como un gasoducto por el que a largo plazo circularía hidrógeno, ya se ha reformulado varias veces. Incluso la nomenclatura se ha cambiado de MidCat a H2Med pasando por BarMar para reforzar su cariz 'verde' y la fecha de entrada en servicio ha pasado de 2030, según anunció Sánchez en Alicante, a 2028.
El Port de Barcelona, el centro de todo
A pesar de todo, ya se intuye hacia donde irá la inversión y los actores que tomarán partido. Hay dos nombres propios que tienen mucho a decir: el Port de Barcelona y Enagás, como concesionario del Puerto. Ambos son el kilómetro cero de este gasoducto que llegará hasta el Puerto de Marsella. Ambas instituciones evitan hacer declaraciones y tan solo se limitan a afirmar su predisposición al conocer el proyecto para, posteriormente, valorarlo, según nos han explicado para ON ECONOMÍA. Desde La Moncloa, se quiere remarcar el valor que otorga al pacto H2Med y la importancia del Port de Barcelona en el actual momento de crisis energética en Europa. La capital catalana acoge actualmente la mayor planta de regasificación de Enagás en todo el Mediterráneo. El puerto de Barcelona se convierte así en un emplazamiento clave si se materializa el proyecto.
Enagás, la planta más importante del Mediterráneo
La misma portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, se ha limitado a decir que "Barcelona fue escogida porque será el centro de este proyecto estratégico". Pero los objetivos por la parte política también siguen sin definirse públicamente. Por su parte, desde el Govern de la Generalitat de Catalunya, consideran que el proyecto todavía no está cerrado y falta definir muchos aspectos y, por lo tanto, todavía es pronto para aventurar previsiones de impacto económico, matizan fuentes del Gobierno para ON ECONOMÍA.
Enagás es un referente internacional en el desarrollo, el mantenimiento y la operación de infraestructuras gasistas. Está certificada como TSO independiente por la Unión Europea y desarrolla su actividad en ocho países. En el Estado español, Enagás es el principal transportista de gas natural y el Gestor Técnico del Sistema Gasista. Cuenta con 11.000 kilómetros de gasoductos, tres almacenamientos subterráneos en Serrablo (Huesca), Gaviota (Vizcaya) y Yela (Guadalajara), y cuatro plantas de regasificación: Barcelona, la mayor, Huelva, Cartagena y Gijón. Además, es propietaria del 50% de la Planta de Regasificación de Bilbao y del 72,5% de la de Sagunt. Actualmente, Enagás cotiza en el Ibex 35 desde 2002 y es una de las compañías del mercado continuo español con más free float o capital flotante, llegando al 90%. Con la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania, la planta de Barcelona se readaptó para dar más respuesta a la demanda de gas, sobre todo derivado de la falta de infraestructura a Italia. Y, ahora, también tendrá que replantear como impacto un proyecto de esta dimensión.
En este círculo perfecto, el Port de Barcelona tendrá un papel activo como concesionario de Enagás y, de rebote, la misma Generalitat de Catalunya que tiene su titularidad pública. Habrá que ver, por lo tanto, cómo se acaba repartiendo el pastel entre todos los actores que intervendrán en este gasoducto. El ya expresidente del Port de Barcelona, Damià Calvet, admitió que con la guerra de Ucrania, ya se ha reportado un incremento interanual del tráfico de gas licuado (GNL) del 83% en el último semestre del año 2022, un aumento que ya ha hecho batir todos los récords hasta llegar a los 36,3 millones de toneladas más, un 11% más. Con el hidrógeno verde también se quieren obtener buenos rendimientos.
El proyecto también va más allá con otra infraestructura transfronteriza entre Celorico da Beira (Portugal) y Zamora, que están promovidas por los transportistas respectivos y gestores de los sistemas gasistas: Enagás por la parte española, RENO por la portuguesa, y GRTgaz y Terega por la francesa. Estas empresas (TSO, por las siglas en inglés) han trabajado coordinadamente para diseñar el H2Med y ayer presentaron su candidatura a la convocatoria de PCI de la Comisión Europea. En el caso de la conexión con Portugal, cada TSO se ha encargado de presentar la parte de la interconexión en su territorio; en el caso de la conexión con Francia, lo han hecho los tres TSO implicados conjuntamente.
El mapa futurible
En paralelo, España también ha presentado a la convocatoria de PCI (proyectos estratégicos que reciben subvenciones de la UE), los primeros ejes de la red troncal de hidrógeno verde, que conectará los principales centros de producción del hidrógeno con la demanda doméstica y gracias a las dos interconexiones, con la demanda del resto de Europa. Uno de los ejes transcurrirá por el Cantábrico, el nordeste y la costa mediterránea, y el otro por el oeste y el sur del país.
Junto con los ejes, se presentan dos propuestas para analizar la viabilidad de dos almacenamientos subterráneos de hidrógeno ubicados en dos cavidades salinas de Cantabria y el País Vasco, con el objetivo de aumentar la flexibilidad del nuevo sistema y garantizar la continuidad de suministro a todo el H2Med. Los dos ejes se consideran un único candidato a PCI, mientras que cada almacén tiene una candidatura independiente, en las que podrían participar diferentes promotores. Estos proyectos encajan en el marco de los PCI porque se consideran reforzadores y facilitadores de las conexiones internacionales y porque se descarta el uso de gas, uno de los requisitos para poder acceder a financiación comunitaria.
¿Qué dicen desde Marsella?
Al otro lado de este gasoducto está Francia y el papel que también jugará Marsella desde su puerto. Esta ciudad del sur de Francia también es un punto clave de la red francesa y una puerta de entrada en el valle del Ródano, el norte de Italia y Alemania, regiones industriales que se podrían convertir en grandes consumidoras de hidrógeno verde. ¿Qué beneficios ven a los franceses? Los políticos de la región de Occitania han sido contundentes. El senador de Aude Sébastien Pla, considera que los 455 kilómetros de recorrido y una profundidad máxima submarina de 2.557 metros, puede comportar riesgos y se preguntan si la última inversión inyectada en el Puerto-la Nouvelle, concretamente de 234 millones de euros, se pueden revertir e invertir únicamente en el gasoducto dejando de lado otros hitos marcados.
La Unión Europea, ¿de espaldas?
Para acabar, hay un último actor que también tendrá que dar su opinión: la Unión Europea. Aunque este Tratado de Barcelona está marcado por la agenda de dos presidentes de dos estados miembros y de forma independiente, lo que se diga desde Bruselas se tendrá que tener en cuenta. El H2Med fue anunciado en una cumbre de la Unión Europea el octubre pasado y tiene el objetivo de ofrecer una alternativa al desaparecido proyecto del gasoducto MidCat lanzado en el 2003 para transportar gas a través de los Pirineos desde España hasta Francia que finalmente fue abandonado por cuestiones de rentabilidad y objeciones de París y los ecologistas. Pero ahora, bajo la bandera del transporte de hidrógeno verde, busca la financiación de la UE. París, Madrid y Lisboa esperan una respuesta de la Comisión a principios del 2023. Si Bruselas aprueba, la financiación europea podría llegar a cubrir la mitad del coste total, aproximadamente 1.200 millones de euros. A pesar de que fuentes de la Comisión Europea consultadas por ON ECONOMÍA insisten al desmarcarse de este proyecto.