A dos quilómetros del pobre y destruido por el terremoto barrio de Mellah, excavadoras, grúas y trabajadores avanzan para rematar la construcción de las carpas y pabellones de conferencias que, con una extensión de 23 hectáreas, prevén acoger del 9 al 15 de octubre en Marrakech a la cumbre del Banco Mundiala y del FMI. Mientras miles de personas se han quedado sin casa en las vecinas montañas del Alto Atlas, unos 14.000 participantes de alto nivel, incluidos los Ministros de Economía y Finanzas y Gobernadores de los Bancos Centrales de los 189 países miembros acudirán a esta importante cita que empezará justo cuando se cumpla un mes del temblor que lleva ya casi 3.000 muertos y más de 5.000 heridos contabilizados.

Por ahora, el gobierno de Marruecos no se ha pronunciado públicamente sobre si acogerá la cumbre, si bien la agencia Bloomberg ha informado que las autoridades marroquíes tienen intención de mantener el plan inicial y las reuniones. 

El Banco Mundial y el FMI, por su parte, no se han expresado al respecto y, en respuesta a ON ECONOMIA, replican su reciente comunicado oficial que asegura que “el único foco es el pueblo marroquí y las autoridades que están lidiando con esta tragedia”.

En 2018, estas reuniones se celebraron en Indonesia dos meses después de que un terremoto golpease la isla de Lombok. La ministra de Economía española, Nadia Calviño, ha expresado su deseo de que se celebren.

Esta grúa trabaja en el acondicionamiento del recinto de la cumbre del BM y del FMI / Germán Aranda

En la última semana, hasta 30 réplicas con una intensidad superior a los 3 puntos (el terremoto fue de 7 en la escala de Richter) han tenido lugar en la región, si bien no se han hecho notar en la ciudad de Marrakech pero sí en las cercanas aldeas del Alto Atlas. Los edificios de la zona rica de la ciudad, donde se encuentra el pabellón de conferencias, se hallan prácticamente intactos, a diferencia de lo que sucede en la vetusta Medina o en la pobre Mellah, donde todavía escuecen unas 16 muertes, oficialmente, y las decenas de casas derruidas.

Golpe al turismo

Por una parte, la cumbre atraería a miles de visitantes que pueden compensar la pérdida repentina de turismo, que ya se está haciendo sentir estos días. En el hotel Rhacine de Marrakech, de 4 estrellas, reconocen en ON ECONOMIA que han bajado los precios y una factura recién emitida de 200 euros por dos noches así lo confirma en comparación con los 50 euros por noche que se paga en la actualidad. Se da el caso, además, de que el barrio de la Medina es el más turístico de la ciudad de Marrakech, a su vez la ciudad que más turismo atrae en Marruecos.

El turismo representa un 11% de la economía del país, por lo que una caída súbita podría tener cierto efecto, aunque no devastador, en el PIB del país, que en el primer trimestre creció por encima de lo esperado, un 3,5%, y superando las previsiones del 3,1% del total anual que el Banco Central Europeo estimó en marzo de este año.

La afectación a las carreteras del Alto Atlas, a la ganadería y sobre todo a la agricultura, aunque en esta región es meramente de subsistencia, también pueden tener un impacto negativo en la economía, si bien parece haber mimbres para que ninguno de ellos sea catastrófico en términos generales.

Contraste económico 

Pero más allá de los números a gran escala, los 6 euros al día (180 al mes, por los 353 euros de salario medio) que puede ganar un habitante de media en el Alto Atlas, según cuenta Ali, vecino de Ijoukak, una de sus villas, se han cortado de golpe con el derrumbe de muchos de sus edificios y la muerte también de gran parte del ganado. Allí, una casa en condiciones puede costar 40.000 euros, mientras que una choza de adobe vale unos 4.000.

Son precios, y estilos de vida, que contrastan con las mansiones millonarias de los barrios ricos de Marrakech, donde se darán cita las elites financieras mundiales. Precisamente, más allá de los riesgos o el impacto económico de la cumbre, el país puede expresar un gran contraste al poner los focos sobre los grandes banqueros del mundo en una región en la que, al mismo tiempo, aún recibirán atención los miles de aldeanos sin hogar que, por el momento, pasan la noche en tiendas de campaña en las montañas. 

Las dos provincias más afectadas por el terremoto, Al-Haluz y Teroudant, suman alrededor de 1,3 millones de habitantes. De los alrededor de 400.000 de Al-Haouz, han muerto más de 1.600 personas. Muy pocos supervivientes siguen en sus casas, porque están destruidas o afectadas o bien por miedo a que lo estén. En Terouant, han fallecido 975 personas sobre una población de 900.000.

El pasado mes de julio, el Banco Mundial aprobó financiar con 350 millones de euros un programa del gobierno para mejorar la seguridad hídrica del país. Un anuncio similar, de las entidades financieras, del gobierno o conjunto, que pueda dar respuesta a la gran pregunta de estos miles de personas, que es dónde van a vivir y cuándo van a tener un hogar, podría ayudar a atenuar el contraste entre las dos caras de la economía que convivirán esos días en la región marroquí.