En 2014, con la anexión de Crimea por parte de Rusia, los aliados de la OTAN se comprometieron a que su gasto militar se elevase al 2% de su PIB nacional para hacer frente a amenazas internacionales como la rusa -agravada en 2022 con una guerra abierta con Ucrania- o el fundamentalismo islámico. Diez años más tarde, de los 31 países miembros -europeos, con la excepción de Estados Unidos, Canadá y Turquía-, 8 incumplen el compromiso, según los datos de la propia OTAN. Entre ellos, España es el peor posicionado, con un gasto en 2024 del 1,28% de su PIB. Para cumplir con el 2% del PIB previsto para 2025, España debería destinar a Defensa 33.450 millones de euros. El pasado año, se calcula un gasto de 16.000 millones, por lo que debería duplicarlo, y algo más, para cumplir con las exigencias de la OTAN.
Aunque no está muy claro cuánto dinero invierte realmente España a Defensa. AIReF señala que hay tres formas de contabilizarlo: con los datos presupuestarios (0,9% del PIB español en 2023); con la contabilidad nacional (1,1% en 2023) y según los cálculos de la OTAN (1,28% en 2024). Con esta última, la más favorable, España está muy lejos del 2%. Con la previsión oficial del Ministerio que dirige Carlos Cuerpo, la economía española generará este año 1.672.790 millones de euros -casi 1,7 billones-, por lo que el 2% se situaría en el entorno de los 33.450 millones de euros.
De momento se desconoce cuánto dinero se destinó el pasado año a Defensa, pues los presupuestos siempre se quedan muy por debajo del gasto real debido a la ingeniería financiera que maneja el Ministerio. Cada año recurre a créditos extraordinarios, transferencias del Fondo de Contingencias -para pagar las misiones en el extranjero- o partidas del Ministerio de Industria que adelanta a las empresas de Defensa bajo el paraguas de la innovación tecnológica. No obstante, para 2024, el Ministerio que dirige Margarita Robles calcula un gasto total de unos 16.000 millones de euros. La mitad del compromiso con la OTAN. Desde 2014, los sucesivos gobiernos del PP (Mariano Rajoy) y del PSOE (Pedro Sánchez) han reiterado su voluntad de haber alcanzado el 2% del PIB ya en 2024, según señala Félix Arteaga, investigador en temas de Defensa del Real Instituto Elcano.
Un plazo que se ha alargado a 2029. Sin embargo, los 33.450 millones válidos para 2025, quedarán desfasados para entonces por el efecto de la inflación y del crecimiento económico que elevará el PIB. Si la economía sigue creciendo como en los últimos años y el IPC se modera en el entorno del 2%, como poco se precisarán 35.000 millones en 2029 año para cumplir con el 2% del PIB. Si tenemos en cuenta que en 2024 el gasto ha sido de 16.000 millones, el presupuesto deberá aumentar en cuatro años cerca de 20.000 millones de euros, con una media de 5.000 millones de incremento anual en los próximos cuatro años. Un reto de envergadura que, además, se quedaría muy corto teniendo en cuenta los aires que soplan desde la invasión de Ucrania.
Amenazas de Trump
El regreso de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. ha empeorado el escenario. Las agresiones verbales del republicano contra Europa se han concretado en la vertiente comercial con aumentos arancelarios. Sin embargo, no es la única, ni posiblemente la amenaza más cara. El presidente ha dado un puñetazo en la mesa y ha advertido a sus “aliados europeos” que ya no está dispuesto a seguir financiando la seguridad militar de Europa. El 2% del PIB se ha quedado ya corto. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ya ha elevado la demanda del gasto militar al 3% del PIB de cada país miembro, pero Trump habla del 5%. El inquilino de la Casa Blanca declaró en 2024 que, en respuesta al mandatario de un Estado miembro de la OTAN que le preguntó qué pasaría si no cumpliese con las exigencias de gasto militar, le contestó: “¿No pagaste? ¿Eres moroso? No, no te protegería, de hecho los alentaría (a los rusos) a hacer lo que quisieran. Tienes que pagar”.
Un aviso que está arrancando con la decisión de Trump de dejar fuera a los europeos de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania que ha puesto en marcha esta semana. Con estas perspectivas, la Unión Europea cada vez tiene más claro que debe contar con una defensa conjunta, para no depender del gigante estadounidense. Miguel Benedicto, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, señala que este mes de marzo la Comisión Europea presentará el Libro Blanco de la Defensa, en el que se abordará la asistencia que se debe dar a Ucrania, los riesgos, amenazas y vulnerabilidades de los europeos en Defensa y cómo abordar la financiación de una defensa coordinada, que no unificada, señala el experto, que insisten en que no hay que pensar en un ejército europeo, sino en la conjunción de ejércitos nacionales.
Política común europea
Para afrontar el esfuerzo presupuestario que supondría una defensa europea para los países comunitarios -mayor en España, al partir de más abajo-, Benedicto señala que en Bruselas se están barajando diversas opciones para aliviar las cargas económicas. Entre las medidas que están encima de la mesa, el experto en Relaciones Internacionales señala tres: flexibilizar las reglas fiscales; apoyarse en el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que preside la española Nadia Calviño y quitar el IVA a los bienes y servicios ligados a la Defensa. Incluso ayudas directas de la CE, como se ha hecho con el Plan de Recuperación tras el Covid.
Todo dinero es poco si se tienen en cuenta que los expertos cifran en un 3,5% del PIB de cada Estado poner en marcha una Defensa común europea eficiente. Y señala como causa principal, el retraso de muchos años en los que Europa ha delegado la seguridad en la OTAN e, indirectamente, en EE.UU. Por eso, el problema económico sería secundario, en opinión de Benedicto, supeditado a la voluntad política de cada Estado miembro. Y aquí las idiosincrasias de cada país dificultan las decisiones comunes. “Cada país tiene sus problemas. Alemania, tras la guerra mundial, o España, son países muy poco intervencionistas en acciones bélicas que contaría con muy pocos apoyos en sus opiniones públicas. Sin embargo, Reino Unido o Francia están más acostumbrados a acudir militarmente allí donde se les requiera”, señala.
Arteaga hila más fino y señala factores derivados de la historia de los últimos 120 años como la no participación en las dos grandes guerras mundiales de la primera mitad del siglo pasado, el aislamiento durante la Guerra Fría o el fuerte debate social que se derivó de la entrada en la OTAN y la intervención en Iraq.
Ingeniería presupuestaria
¿Cómo se mide el 2% del gasto en Defensa, qué se incluye y qué no? Esa es la pregunta que se hace Benedicto y contesta que cada país lo hace de diversa manera. Por ejemplo, EE.UU. incluye en ese gasto el dinero que destina a sus reservistas, pensionistas y veteranos y, sin embargo, España no mete en el saco el dinero que destina a las misiones internacionales. Y, resulta, que es uno de los países que está presente en más zonas de conflicto en misiones de paz. La OTAN sí incluye más cosas, lo que explica que en relación con el PIB el gasto sea un 1,28% según la Organización defensiva, y no supere el 1% con los cálculos que se manejan en España.
Además, existe esa ingeniería presupuestaria que permite que en los Presupuestos del Estado no consten como Defensa ciertas partidas. La más relevante es la del Ministerio de Industria de apoyo a la innovación tecnológica en el sector de la Defensa, que permite adelantar el pago a las empresas que participan en los programas plurianuales de armamento. Industria concede préstamos a tipo cero que las empresas van devolviendo según va pagando Defensa a la entrega del material contratado.
En 2023, y 2024 y 2025, al estar los presupuestos prorrogados, Industria destina 1.600 millones para ir abonando parte de estos programas de armamento. Es difícil determinar cuál es el saldo vivo de esta partida crediticia que, en realidad, es un dinero que Defensa adeuda a Industria, a través de sus empresas contratistas, pero en 2018 superaban los 16.000 millones de euros, que no se contabilizan como gastos militares.
Defensa destina anualmente dinero para ir pagando a las empresas que, a su vez, amortizan con esos fondos el crédito de Industria. En 2024, Defensa presupuestó 5.300 millones a estos pagos; para este año están previstos 4.980 millones y para el próximo otros 5.180 millones. Pero Industria sigue concediendo a la industria militar nuevos créditos cada año, por lo que la deuda de Defensa con este ministerio parece infinita. En la actualidad el programa de armamento más costoso es el de la producción y modernización de las fragatas F100.