La economía alemana se contrajo en el cuarto trimestre de 2023, como ya había hecho también en el tercero, y, por tanto, cerró el año en recesión técnica. Según la primera estimación de la Oficina Federal de Estadística, el producto interior bruto (PIB) de Alemania, que es el motor económico europeo, cayó un 0,3% durante el último año. Lo que compara desfavorablemente con 2022, cuando el crecimiento había sido superior al 1,8%.
A lo largo de 2023, el PIB de Alemania ha pasado por varias fases. En el primer trimestre se estancó, en el segundo creció un ligero 0,1%, durante el tercer trimestre cayó un 0,1% y finalmente, en el cuarto y último trimestre del año retrocedió un 0,3%. "El desarrollo económico en Alemania se ha estancado en medio de un entorno marcado por la crisis", ha comentado la presidenta de la Oficina Federal de Estadística, Ruth Brandt, tras los datos publicados este lunes.
La guerra de Rusia contra Ucrania y la consecuente inflación en Alemania, que ha lastrado el consumo, estarían detrás de esta recesión. El Ministerio de Economía alemán, advierte en un comunicado que los datos adelantados del mes de enero y los indicadores tempranos "no apuntan todavía a una recuperación rápida", según recoge la Agencia EFE.
"En vistas de que los indicadores adelantados todavía son débiles y de las tensiones geopolíticas que llevan a un aumento de los costes de transporte y a problemas en las cadenas de suministro, así como debido al aumento de precios a comienzos del año no es de esperar una recuperación de la coyuntura en el primer trimestre de este año", advierte el ministerio que lidera Robert Habeck.
Una encuesta de la Confederación Alemana de Cámaras de Industria y Comercio (DIHK) entre sus miembros apunta a que este año puede haber un estancamiento o que incluso puede persistir la recesión. Sin embargo, el Ministerio de Economía expresó la esperanza de que pueda haber una recuperación del consumo interno a lo largo del año si se mantiene una tasa de inflación a la baja y el aumento de los salarios reales.
Por otra parte, una recuperación de la coyuntura mundial podría también darle impulsos a la economía alemana, sostiene.
La recuperación económica se frena
La caída del PIB interrumpe el proceso de recuperación que había tenido Alemania después de la crisis de 2020 provocada por la pandemia, que llevó a que la economía alemana cayese un 3,8%. En los años siguientes, Alemania había vuelto a la senda del crecimiento con un aumento del PIB del 3,2% en 2021 y del 1,8% en 2022.
Según Brandt, los altos precios afectan a todos los niveles la economía, a lo que se suma el alza de los tipos de interés que hace más difícil la financiación de inversiones, además de la caída de la demanda dentro y fuera de Alemania.
La industria química y la industria metalúrgica se vieron especialmente afectadas por el alza de los precios de las energías, mientras que el sector de la construcción se vio afectado por la escasez de mano de obra y el deterioro de las condiciones de financiación, lo que llevó a que sus inversiones bajaran un 2,1%.
El sector de servicios, en cambio, pudo ampliar sus actividades aunque en menor grado que en años anteriores.
Caída del consumo por inflación récord
El consumo privado bajó un 0,8%, lo que es atribuido por la Oficina Federal de Estadística, al alza de los precios. La inflación en 2023 fue del 5,9%, la segunda más alta desde la reunificación alemana en 1990 tras el récord del 6,9% de 2022. El Estado también redujo el gasto (un 1,7%) por primera vez en 20 años, lo que se debe ante todo a la desaparición de medidas destinadas a paliar las consecuencias económicas de la pandemia.
El dato del PIB para el cuarto trimestre de 2023, en cualquier caso, es provisional. El primer cálculo oficial se publicará el 30 de enero y el resultado detallado, el 23 de febrero.
El déficit público alcanzó los 82.700 millones de euros, con lo que se situó en el 2% del PIB el año pasado tras haber estado en el 2,5 % del PIB en 2022. Con ello, Alemania cumplió con el criterio de estabilidad europeo, pero quedó muy por encima del llamado freno a la deuda, la regla fiscal anclada en la Constitución que exige que el déficit no supere el 0,35% por ciento del PIB en tiempos de normalidad económica.
En 2022 el Parlamento decretó perturbado el orden macroeconómico con lo que la norma quedaba suspendida, pero el Gobierno no tiene intención de recurrir a ello este año, por lo que tendrá que hacer recortes en los presupuestos por 17.000 millones de euros.