La escalada de la inflación, los problemas de suministro, las consecuencias del estallido de la guerra en Ucrania o el cambio de política monetaria por parte del Banco Central Europeo en la última parte del año frenarán nuestra economía este año. El Instituto de Estudios Económicos (IEE), el servicio de estudios de CEOE, rechaza que la economía española entre en recesión, pero vaticina crecimientos del 0% o ligeramente superiores durante este trimestre y el primero de 2023. El presidente del IEE, Íñigo Fernández de Mesa, revelaba este lunes que la economía española mostrará un comportamiento algo más desfavorable en el cuarto trimestre respecto a lo que ha hecho el resto del año. Para el periodo octubre-diciembre esperan que el crecimiento “sea cero o ligeramente positivo, pero no fuerte”. A pesar de ello, consideran que el PIB crecerá un 4,5% este ejercicio. Hace un año, sus proyecciones macroeconómicas eran del 5,2%.
El PIB registró un ligero crecimiento del 0,2% en el primer trimestre pero se alzó al 1,5% en el segundo para volver a descender al 0,2% en el tercero. “Lo que supone una notable desaceleración respecto al primer semestre”. Y dicha desaceleración, continuará en la recta final de año en línea con un contexto internacional más deteriorado; El aumento de los precios de la energía y los problemas de suministro están impactando de forma más intensa a la actividad industrial. Las empresas, además, reciben menos pedidos, que se asocia con un menor consumo debido al aumento de la inflación. Y la subida de tipos de interés erosionan la capacidad de consumo de las familias, por lo que el gasto en servicios sufrirá cierta desaceleración los próximos meses.
Pero también hay factores positivos. Uno de ellos es la entrada de turistas internacionales, que en octubre solo estuvo un 5% por debajo de los datos de 2019. La buena evolución de los turistas internacionales y nacionales, hace que el balance para el conjunto del año sea positivo, pudiendo superar las cifras anteriores a la pandemia a pesar de que se espera cierta desaceleración en el cuarto trimestre, indica el informe de coyuntura económica del IEE.
El mercado laboral también está favoreciendo a la economía. A pesar de la incertidumbre, la creación de empleo fue fuerte en la primera mitad del año, aunque empezó a perder intensidad en el segundo. Así, la tasa de paro descendió en el segundo trimestre, pero ha repuntado en el tercero, hasta el 12,7%. El empleo ya supera los 20 millones de ocupados, por lo que, en términos de personas, ya ha sobrepasado las cifras de 2019, previas a la pandemia.
Sin embargo, las horas trabajadas según Contabilidad Nacional todavía no han alcanzado los niveles prepandemia, y en el tercer trimestre son un 0,9% inferiores a las del último trimestre de 2019. A su vez, el número de empresas inscritas en la Seguridad Social está frenando su ritmo de crecimiento y, en noviembre, todavía hay casi 11.000 empresas menos que hace tres años.
Por otra parte, las empresas están soportando mayores costes laborales que hace unos años, de forma que en el tercer trimestre son un 8,8% superiores a los de finales de 2019. Al mismo tiempo, los niveles de productividad por ocupado en el tercer trimestre están un 4,9% por debajo de los niveles previos a la pandemia. Todo ello perjudica la competitividad de las empresas.
La inflación no bajará hasta 2024
Durante la primera mitad de 2022 la inflación continuó la senda de fuerte crecimiento iniciada en 2021 hasta alcanzar un máximo del 10,8% en el mes de julio, su nivel más alto desde septiembre de 1984. Desde entonces ha mostrado una senda de desaceleración y el IPC se situó en el 6,8% en noviembre, según el INE.
El servicio de estudios de CEOE espera que la media de la inflación de 2022 se sitúe el 8,5%, cerrando el año en torno al 6%, y la subyacente alrededor del 5%. Los economistas entienden que las tensiones de precios deben ir moderándose, de forma que, en 2023, la inflación podría situarse en torno al 3,9% y la subyacente en torno al 3,5%.
Por este motivo, los del IEE descartan que se alcance la cifra objetivo del Banco Central Europeo el año que viene pese a que ya se han subido los tipos de interés cuatro veces este 2022 y continuarán en 2023. “No vemos que la inflación llegue al 2%, que es objetivo del BCE, hasta por lo menos 2024”, apuntaba Fernández de Mesa. Pues además de la política monetaria, "se debe contar con una política fiscal más prudente y por ejemplo, no indexar salarios a la inflación”, indicaba. Con todo, vaticinan un crecimiento del PIB del 1,2% para el año que viene.
El impuesto a la banca y energéticas: “un riesgo para la economía”
Hay elementos positivos que beneficiarán al PIB el año que viene, según el IEE. Por ejemplo, no tener tanta dependencia energética, contar con un menor peso en el sector industrial o no estar tan expuestos al “boom” inmobiliario que se vive en Europa. Además, el aumento de los tipos de interés está impactando -de momento- de manera limitada en las familias porque los bancos no están repercutiendo del todo dicha subida. Y la mayoría de hipotecas variables que hay en el mercado son antiguas.
A ello se suma que las familias tienen una situación de endeudamiento mucho menor que en el pasado y que el mercado laboral muestra una importante resistencia, de hecho, la tasa de paro está cerca de mínimos del 2008. Pero los economistas advierten de otros elementos negativos que afectarán al PIB en 2023. Entre ellos, el impuesto a la banca y las energéticas.
El presidente del IEE aseguraba en la presentación del informe que un aumento de imposición “es un factor de riesgo en la economía española”. En general, esgrimía que el diseño de tributación en España ha generado menos empleo que en otros países y de manera particular apuntaba a que un impuesto como el de estos dos sectores, incide en la inversión empresarial.
Por este motivo, advertía al Gobierno que “tenemos un problema de gasto y no de ingresos” y criticaba que se cambien las reglas del juego cada 24 horas, porque un país tradicionalmente atractivo para la inversión “deja de serlo”.