Esta semana se iniciaba con un lunes negro (5 de agosto) en las Bolsas mundiales. El Nikkei de Tokio se desplomó un 12,4%, la segunda mayor caída de su historia (1987), y arrastraba a las bolsas europeas -el IBEX llegó a caer un 2,7%, pero cerró en el 2,3%- y en Wall Street, el Nasdaq se dejó un 3,4%. Las razones esgrimidas por los analistas apuntaron en dos direcciones: a Japón, donde los inversores acusan la revalorización del yen frente al dólar y al miedo a un debilitamiento de la economía en Estados Unidos. El lunes se habló, incluso, de recesión (2 trimestres seguidos de caídas del PIB).

El viernes anterior, 1 de agosto, se conocía que el paro en Estados Unidos se elevó al 4,3% en julio, la tasa más altas desde octubre de 2021. El mercado se llenó de mensajes de debilidad en la actividad, en una economía que es muy rápida a los cambios, con caídas bruscas, pero recuperaciones muy rápidas. De momento, se trata de un dato aislado, pues en el adelanto semanal conocido este jueves 8, el Ministerio de Trabajo de EE.UU. apuntó que en la primera semana de agosto se registraron 233.000 demandas de desempleo, 17.000 menos que la semana anterior. Wall Street celebró con subidas la noticia.

Tranquilidad en la FED

¿Se justifica, pues, los miedos a una recesión en Estados Unidos? El presidente de la Reserva Federal (FED), máximo responsable de la política monetaria del país, matizaba el mismo 1 de agosto los datos de desempleo. Jerome Powell resaltó que la economía estadounidense continúa “expandiéndose a un ritmo sólido, y destacó la fortaleza de la demanda interna respaldada por un fuerte crecimiento del consumo y de la inversión”. Negó nubarrones de debilidad. Respecto a los datos del paro, los valoró incluso de forma positiva, pues según su análisis las condiciones han “regresado a donde estaban antes de la pandemia: fuertes, pero no sobrecalentadas”. Y celebró que los desequilibrios entre oferta y demanda de empleo se hayan normalizado y remarcó que, pese al ligero incremento de la tasa de paro, esta se mantiene en niveles bajos.

El paro en ese país es históricamente bajo, y un 4,3% no supone una cifra alarmante (España tiene un 11,3%). Las previsiones que se manejan son una tasa de paro del 3,9% para este año y el siguiente y el 3,8% en 2026. El enfriamiento del mercado laboral en julio no preocupa a la Fed, al menos de momento, pues lo achacan a “la normalización de las condiciones sobrecalentadas del mercado laboral, más que a una incipiente debilidad de la actividad económica”.

En definitiva, el riesgo en EE.UU. sigue siendo la inflación, al menos en la cabeza de Powell. Al respecto, el presidente de la Fed se muestra optimista, pues la calificó de “elevada” a “algo elevada” y aplaudió el buen progreso de las lecturas más recientes hacia el objetivo del 2% que, remarcó, han aumentado la confianza de la Fed. Los analistas vaticinan un primer descuento del precio del dinero en septiembre y podría haber dos más antes de diciembre.

Coyuntura de EE.UU.

Miguel Cardoso, analista de BBVA Research, señalaba este miércoles a ON ECONOMIA que “no hemos cambiado nuestras previsiones. Los datos conocidos hasta el momento son consistentes con que el crecimiento en EE.UU. se mantenga alrededor del 2% tanto este como el siguiente año. En España hay un sesgo positivo sobre la estimación de este año, dada la evolución reciente, mientras que en la zona euro seguimos esperando una aceleración moderada hacia 2025, pasando de un avance del 0,7% en 2024 hasta el 1,4% el siguiente”. Pero el economista del banco muestra su temor a que el contagio sea a la inversa; es decir, de los mercados hacia la economía: “Si bien los datos macroeconómicos no justifican la volatilidad en los mercados, si esta se mantiene alrededor de los actuales niveles (en referencia al lunes) puede llevar a un deterioro de las perspectivas”.

Sobre el paro de julio en EE.UU., Cardoso considera que si bien es cierto que el estado de aversión al riesgo en los mercados financieros se detonó por la debilidad de los datos que aumentaron el riesgo de recesión en EE.UU., “los resultados de julio son consistentes con que el crecimiento del PIB se mantenga en el entorno del 2% este como el siguiente año".

Isabel Lara White, analista experta en EE.UU. de Caixabank Research, resalta también la fortaleza de la economía del país. Así, el PIB del segundo trimestre creció un 0,7% intertrimestral (2,8% anualizado) duplicando el ritmo de crecimiento observado en el primer trimestre. Un dato muy de las expectativas del consenso de analistas (2%) y las proyecciones de la Fed estatales (2% de la Fed de Nueva York y 2,6% de la Fed de Atlanta).

Un PIB sólido

La economía de Caixabank Research destaca, especialmente, que el análisis de la economía del segundo trimestre por componentes muestra crecimiento en casi todas las partidas del PIB, lo que apunta a una economía sólida pese al tensionamiento monetario, fruto de unos tipos de interés altos. El consumo privado, el consumo público y la inversión no residencial fueron los principales motores del crecimiento.

No obstante, Lara White reconoce que se advierte una moderación frente a los registrados el año anterior, algo esperable tras el fuerte endurecimiento monetario acumulado desde 2022. “Es reseñable que la Fed parece haber conseguido el aterrizaje suave de la economía en ese proceso”, resalta. A pesar del mal dato del paro de julio, la experta en EE. UU. apunta que este tercer trimestre arrancó de manera positiva, con un aumento significativo del PMI de servicios (previsiones del sector) respecto a junio; el PMI manufacturero se quedó 1 décima por debajo de los 50 puntos (el nivel que separa contracción de expansión) y la encuesta de manufacturas de la Fed de Filadelfia, que subió de 1,3 en junio a 13,9 en julio, “apuntan a un panorama más favorable”.

Problemas en Japón

Aunque el derrumbe del Nikkei no se justificó en la economía estadounidense, sino en la local, según los analistas de los mercados. El Banco de Japón ha realizado una bajada del precio del dinero de un cuarto de punto, algo que no sucedía desde el siglo pasado. En 1987, los tipos de interés del yen se colocaron en el cero y así han seguido hasta este verano. Las fuertes subidas del tipo del dólar, en el 5,25% - 5,5% desde marzo del pasado año, han hecho que la divisa estadounidense gane el interés de los inversores, especialmente por los bonos del país, pero también que se revalorice el yen, encareciendo los productos japoneses en detrimento de su competitividad.

Al igual que hizo Powell el 1 de agosto, el vicegobernador del Banco de Japón, Shinichi Uchida, envió una señal clara a los mercados el lunes negro al asegurar que la entidad no decretará subidas de los tipos de referencia en momentos de inestabilidad de los mercados. Se sumó al ministro de Finanzas japonés, Shunichi Suzuki, que unas horas después del batacazo dijo que está "vigilando con atención y mucho interés la caída de la Bolsa". Ese día, el yen cotizaba entre 141,68 y 146,63 unidades por dólar.

"Es deseable que el yen se mueva de forma estable según los fundamentos y vamos a vigilar de cerca el mercado de divisas", tomando las decisiones oportunas "con calma", aseguró el responsable financiero nipón. "El valor de la Bolsa lo fija el mercado según las decisiones de los inversores, observando la situación económica dentro y fuera del país y el movimiento de las empresas, así que evitaré comentar al respecto", dijo Suzuki, que considera, no obstante, que "la economía japonesa se está recuperando moderadamente mientras mejora el ambiente de empleo y los ingresos".

Analistas de mercados

Las versiones de los analistas de Bolsa difieren de las manejadas por los economistas y los responsables de las políticas económicas y monetarias. Ariel Bezalel y Harry Richards, gestores del fondo Jupiter Dynamic Bond de Jupiter AM, señalaban esta semana que “Estados Unidos ha exhibido un fuerte crecimiento económico en los dos últimos años. Creemos que una desaceleración podría estar justificada en este momento y se perciben signos de debilidad en los dos pilares del ciclo pospandémico: el mercado laboral y el consumo”. Y señalan que el aumento de las tasas de morosidad de los créditos al consumo es un síntoma de fatiga y el reciente índice general de comercio minorista se ha mantenido estancado en términos nominales.

Joe Biden. EP

Marc Seidner, analista de Pimco, por su parte, señala que “esperamos que la volatilidad y la dispersión mundiales continúen, ya que la restrictiva política monetaria y los elevados niveles de deuda soberana amenazan el crecimiento económico, especialmente en un año de elecciones importantes”. Aunque señala las ventajas que se pueden obtener con este panorama errático: “Afortunadamente, este tipo de volatilidad puede crear atractivas oportunidades de negociación para los gestores de inversiones activos

“Las tensiones del mercado laboral podrían justificar un ritmo acelerado de recortes de tipos una vez que la Fed comience a relajar su política. Esto sería coherente con ciclos anteriores”, dice Seidner, que concluye: “Los signos de debilitamiento en otras economías desarrolladas habían contrastado durante meses con el resistente crecimiento estadounidense, pero últimamente incluso Estados Unidos parece vulnerable”.