En España hay algo más de 3 millones de activos (personas que trabajan o quieren trabajar) con problemas de cualificación para afrontar las demandas que se exigen actualmente, y en un futuro a corto plazo, para poder emplearse. Es lo que se considera como paro estructural, aquel que tiene dificultades para colocarse o recolarse en caso de perder su actual empleo. El Banco de España calcula que este colectivo de parados estructurales alcanza el 12-13% de la población activa (24,25 millones), nada menos que 3,15 millones de trabajadores, según el análisis del mercado de trabajo de 2023 publicado este martes por el regulador financiero español.
Así, el mercado laboral español está sumido en una contradicción muy peligrosa: por un lado, hay 2,7 millones de parados -la tasa de paro más alta de toda Europa-, y por el otro, una de cada dos empresas se queja de que la falta de mano de obra es uno “de los principales factores que limitan su actividad productiva”, según el Banco de España. Una falta de mano de obra que si hace dos años preocupaba a una de cada cuatro empresas (25%), a finales del pasado año se había elevado al 42,5%. El trabajo del Banco de España, incluido en su Informe anual 2023, alerta de que, aunque es difícil medir con los datos disponibles las vacantes que realmente se quedan sin cubrir, hay “indicios de escasez de oferta de trabajo en varios sectores de actividad y ocupaciones”.
Cualificados y no cualificados
Un problema para las empresas, que no se limita a sectores que demandan profesionales muy cualificados, -tecnológicas y de ingeniería-, pues también afecta a sectores y ocupaciones de baja cualificación, como la hostelería y el comercio, señalan los autores del análisis del mercado laboral. Las razones de este tensionamiento del mercado de trabajo español, en un contexto en el que las tasas de desempleo aún son tan elevadas, pueden diferir por sectores y ocupaciones.
Causas que provienen, por un lado, del aumento del número de puestos de trabajo que generan las empresas (de 2019 a 2023, el sector privado ha generado 850.000 empleos y el público otros 340.000), pero también de una mayor complejidad para conseguir cuadrar la cualificación que demandan las empresas y la preparación de los posibles candidatos. El Banco de España considera que este desajuste entre la oferta laboral y la demanda de las personas activas haya aumentado y, por tanto, que la eficiencia del emparejamiento haya disminuido. Lo que es una derivada de esos tres millones de trabajadores infracualificados para las necesidades laborales actuales y futuras. Un desfase que no se limita a los candidatos de más edad, pues en opinión del Banco de España, “el sistema educativo no se está adaptando con suficiente rapidez a los rápidos avances tecnológicos”.
Bajos salarios
Aunque la falta de cualificación no explica por sí solo el incremento de las ofertas de empleo que se quedan sin cubrir. “En otros casos -señala en Banco de España-, el emparejamiento puede haberse ralentizado, al menos en parte, por un aumento de los salarios de reserva, esto es, de los salarios que los trabajadores exigen para aceptar un determinado puesto de trabajo”. Este fenómeno, difícil de cuantificar, podría responder, en parte, a factores muy diversos; por ejemplo, a la extensión del ingreso mínimo vital (IMV) o a unas mejores expectativas por parte de los trabajadores que buscan empleo. Un fenómeno, el de la falta de candidatos y la fuerte creación de empleo desde la pandemia, que no es exclusivo de España, sino generalizado en Europa y otras economías desarrolladas. Lo que ha dado lugar a los abandonos voluntarios del mercado de trabajo y, con ello, una caída de la tasa de actividad, aunque según el Banco de España, es poco relevante en el entorno laboral español.
El informe señala que las administraciones públicas (competencia compartida entre el Gobierno central y los autonómicos) deben reforzar esta lucha contra el desfase de conocimientos. La única forma de hacer falta al desfase formativo es incrementar la cualificación de este colectivo de 3 millones de personas, una gran mayoría actualmente en paro, mediante las políticas activas de empleo. Pues el análisis del Banco de España no arroja conclusiones positivas, y entre los retos laborales urgentes de abordar, señala: “Las políticas activas del mercado de trabajo (formación e intermediación laboral -servicios públicos de empleo-) son especialmente necesarios para acomodar los efectos disruptivos de los cambios tecnológicos y del envejecimiento poblacional, una revisión exhaustiva de las políticas de empleo resulta prioritaria”
Como datos, señala que en 2021, a pesar de tener las tasas más altas de paro de la Unión Europea, solo participaron en procesos formativos el 2% de los activos españoles, cuando Irlanda, con tasas muy inferiores, llegaron al 4% de los activos, o en Italia al 3%. Algo que se explica por el gasto en políticas activas de empleo, que en España se llevan el 0,35% del PIB, frente al 0,75% de Austria o el 0,39% de Portugal.