El escenario político es cada vez más complejo. Tras unas elecciones con resultado incierto, a última hora del viernes se conocía que el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo ganaba un diputado más, complicando la investidura de Pedro Sánchez. Lo que hace que ya sea prácticamente imposible que los Presupuestos Generales del Estado de 2024, que en un año normal suelen llegar ya muy ajustados y aprobarse a final de año, esta vez estén negociados a tiempo.
Tanto si se consiguiera formar Gobierno después del verano, como si hay una repetición electoral, todo parece indicar que será necesario prorrogar las cuentas de 2023 al menos unos meses, ya que resulta prácticamente imposible que haya un proyecto presupuestario en el Congreso antes de octubre, que es lo que marca la ley, recuerda la Agencia EFE.
Tradicionalmente, se asume que los Presupuestos son la ley más importante del año -el rechazo de los de 2019 provocó la convocatoria de elecciones-, ya que constituyen el marco de la política económica del Gobierno, definiendo desde las inversiones a la fiscalidad o las pensiones. En el caso de las cuentas de 2024 hay que añadir dos factores adicionales: son el instrumento legal donde se deberían recoger las dotaciones para los proyectos de los fondos europeos y afectan al primer ejercicio de las nuevas reglas fiscales europeas, que todavía están pendientes de aprobarse.
Ya están fuera de plazo
Los Presupuestos de 2024 ya estarían fuera de plazo, ya que el calendario marca que los trabajos previos comiencen en julio. De no ser por las elecciones, este mes se tendría que haber aprobado el techo de gasto y la senda de déficit, lo que a su vez habría exigido convocar al Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) y a la Comisión Nacional de Administraciones Locales (CNAL) para comunicarles sus referencias de déficit.
El calendario marca que antes de que finalice septiembre el Gobierno tiene que aprobar el proyecto de ley y llevarlo a las Cortes -algo que parece imposible cuando aún no han comenzado los trabajos previos-, donde la tramitación se suele extender alrededor de tres meses.
El país nunca se queda sin Presupuestos en vigor, ya que si no hay cuentas nuevas aprobadas, automáticamente se prorrogan las del año precedente, normalmente acompañadas de un decreto con los ajustes necesarios para garantizar su buen funcionamiento e, incluso, para adoptar algunas medidas. Así, aunque no haya presupuestos de 2024, las pensiones se revalorizarán con el IPC porque así lo recoge su reforma y también podría aprobarse por decreto la subida del salario de los empleados públicos acordada con los sindicatos, como ocurrió en el ejercicio 2019.
Más compleja se presenta la articulación de los fondos europeos y, sobre todo, de las nuevas reglas fiscales europeas, que apuntan a una forma completamente nueva de vigilar la estabilidad fiscal de los países y que España afrontará sin referencia de déficit.
La prórroga será inevitable
La casi inevitable prórroga de los Presupuestos de 2023 será la novena de la democracia, después de las de 1978, 1982, 1995, 2011, 2016, 2017 y las dos de las cuentas de 2018, las únicas con doble prórroga. Las cuentas de 2017 entraron en vigor un mes de junio y las de 2018, en julio, tras superar una tramitación sin precedentes que incluyó el cambio de Gobierno fruto de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy.
Las cuentas de 2018 se convirtieron en las más longevas de la democracia (estuvieron en vigor hasta el cierre de 2020), ya que los Presupuestos de 2019 fueron rechazados por el Congreso y nunca se presentaron los de 2020 -el Gobierno estuvo en funciones hasta enero de ese año y poco después estalló la pandemia-.
Una vez superada la parte más dura de la pandemia, los presupuestos han logrado cierta estabilidad: los de 2021, 2022 y 2023 entraron en vigor el 1 de enero, aunque todos ellos llegaron al Congreso con algunos días de retraso, ya entrado octubre.