Después de más de un lustro con tipos cero o negativos tanto en Europa como en Estados Unidos (en el caso de Japón es un tema crónico) se hablaba de esta novedosa situación como experimento de la política monetaria cuyas consecuencias aún no se podían adivinar. Pero algún día tendría que llegar a su fin y terminó el pasado año en forma del peor ejercicio en la historia para los fondos de inversión en renta fija: nunca habían caído tanto.
Los bonos emitidos a tipos cero o bajísimos, incluso negativos, debían ajustarse a la nueva realidad de rentabilidades al alza y este ajuste se realice siempre vía precio, es decir, el bono vale menos para al comprarlo más barato compensar su baja o nula ganancia. La minicrisis de este comienzo de semana protagonizada por el Sillicon Valey Bank (SVB) tiene que ver, entre otras muchas razones, con las pérdidas latentes de los bonos. Cuando no queda más remedio que venderlos en el mercado (por falta de liquidez si los ahorradores sacan sus depósitos del banco) afloran esas pérdidas. Mientras se mantengan los bonos en la cartera y se espere a su vencimiento de meses o años, no habría problemas ya que el emisor (el Estado o una empresa a la que se compraron los bonos) se comprometió a devolver el 100% del dinero prestado.
Y este es el miedo que provocó en el conjunto de la banca mundial la crisis del SVB. Un problema que no extrapolable al conjunto de la banca y que en el caso de la banca española rondaría una minusvalía (por supuesto, latente) en torno a los 6.000 millones de euros. Nada de qué preocuparse a no ser que de forma injustificada los ahorradores empezasen a sacar el dinero de los bancos.
También el propio Banco Central Europeo (BCE) como comprador de deuda pública y de bonos empresariales durante los últimos años de tipos cero o negativos sufre estas pérdidas latentes. De forma milagrosa las logró sortear el pasado año. Dejó su beneficio a cero pero tuvo que tirar de 1.627 millones de euros de su provisión de riesgos para cubrir sus pérdidas. Un tema apasionante sobre la actuación de los bancos centrales y quién tiene ahora que apuntalar las pérdidas futuras de las entidad que compraba deuda sin rentabilidad para mantener los mercados de deuda tranquilos y controlados.
Según cuenta Pablo Gil, estratega jefe de XTB, la propia Reserva Federal (FED) ha abierto una ventanilla donde los bancos pueden canjear sus bonos con pérdidas a otros bonos al 100% ( a la par), asumiendo este organismo las pérdidas. Otra forma de rescate que Gil califica de vergonzoso. Así, después de más de una década de mercados de deuda totalmente intervenidos con el fin de apuntalar el crecimiento económico y llenar el sistema de liquidez, la enseñanza de este experimento es que todavía tiene que seguir la intervención para evitar males mayores en entidades que soportan fuertes pérdidas latentes con sus bonos. Quizás lo podrían haber hecho también con los ahorradores en fondos de renta fija que el pasado año se llevaron una sorpresa en la caída de sus inversiones superior al 10%.
Nadie quiere riesgos de mercados en los bonos y los bancos centrales actúan rápidamente para frenarlos. Bien es cierto que cuando los tipos de interés empezaron a bajar hace más de una década provocando fuertes ganancias en los precios de los bonos, los inversores que se forraron con ese movimiento de tipos lo disfrutaron ampliamente.
También estos movimientos han llegado al mundo del ahorro. Los fondos de inversión más populares del último año son los llamados fondos objetivo que anuncian una rentabilidad para un determinado plazo de tiempo, aunque no la garantizan. Normalmente se trata de fondos a dos o tres años vista en los que la gestora compra deuda pública o renta fija privada a vencimiento de dos o tres años: si el ahorrador no saca en ese tiempo el dinero se beneficiará de los tipos que ahora hay a esos plazos, descontando los gastos y la comisión que cobra la gestora. Pero para evitar los movimientos en los precios de los activos que compran piden que se mantenga la inversión durante ese periodo. Así, fuera de los periodos previstos para sacar el dinero se penaliza con una comisión de reembolso.
En España, el bono a 2 años supera el 3%, al igual que en el plazo de tres años. En el caso de Estados Unidos supera el 4%. Con estos tipos se construye un fondo que, mientras no se venda dará una rentabilidad aproximada, descontando gastos. Pero eso sí, siempre a vencimiento para evitar el riesgo de los mercados.