El modelo de financiación de Catalunya está en boca de todo el mundo. De los políticos, que lo han situado en el centro en la negociación del futuro Govern de la Generalitat –con las posibles implicaciones para el gobierno de Pedro Sánchez-, de instituciones empresariales y económicas, que piden un cambio de modelo para mejorar la financiación catalana, y también de los economistas y expertos, que intentan encontrar un modelo académicamente impecable, y tampoco lo consiguen.

El Cercle d'Economia, que ha convertido la reforma de la financiación en uno de sus principales temas de debate, ha reunido este jueves por la noche a dos expertos para responder a la pregunta "¿qué modelos son viables?". Guillem López-Casasnovas, catedrático de Economía de la UPF y articulista de ON ECONOMIA, y Antoni Zabalza, presidente de Ercros, se han puesto de acuerdo en pocas cosas, pero una de ellas ha sido que un concierto económico para Catalunya como el que tienen Euskadi y Navarra es imposible.

A pesar de esta coincidencia, las diferencias entre ellos no eran menores y los matices, importantes. Zabalza rechaza cualquier tipo de concierto, cualquier opción que sea que el Estado no recaude todos los impuestos, mientras que López-Casasnovas cree que no es viable si no hay un mecanismo de solidaridad, pero ha añadido que lo que está planteando el Govern de ERC, con la propuesta de financiación singular, y todavía más la propuesta del PSC, sí tiene una cuota de solidaridad.

López-Casasnovas: "El concierto es una barbaridad sin solidaridad, pero siempre que se habla en Catalunya, se habla de mantener una cuota de solidaridad, cosa que no pasa en el País Vasco y Navarra"

"Desde un punto de vista práctico es difícil. Políticamente es imposible. Y es una barbaridad desde el punto de vista económico. Un gobierno central tiene que tener los impuestos más potentes y más elásticos. Es inverosímil pensar que un sistema podría funcionar con todas las comunidades autónomas recaudando sus impuestos, porque después de Catalunya, lo pedirían el resto de comunidades. Eso es perjudicar el funcionamiento del país, no tiene ningún sentido", ha asegurado Zabalza.

"Estoy de acuerdo que el concierto es una barbaridad sin solidaridad, pero no si hay una cuota de solidaridad. Siempre que se habla de concierto en Catalunya, se habla de mantener una cuota de solidaridad, cosa que no pasa en el País Vasco y Navarra", le ha respondido López-Casasnovas, que ha rechazado la idea expresada a nivel español de que "Catalunya es demasiado grande para tener un concierto".

Zabalza, en cambio, sí cree que sería inviable para el Estado: "En España tenemos un problema, que es que un sistema que no tiene sentido, se aceptó para el País Vasco y Navarra, y eso hace que otros lo quieran. La reforma tendría que ser la del concierto vasco, para hacerse igual que el resto de comunidades. No existe en ningún otro país. Se aguanta porque Euskadi y Navarra suman el 8% del PIB, pero con Catalunya, que es un 19% del PIB estatal, no se podría aguantar".

Las diferencias entre ambos fue en aumento a medida que avanzaba el debate, moderado por Teresa García-Milà y Oriol Aspachs. Zabalza insistió en que "el problema es desproveer al gobierno central de todos sus ingresos, no tiene sentido, lo convertiríamos en dependiente de todos los gobiernos regionales", y López-Casasnovas argumentó que en países como Canadá y Alemania, "una parte importante de los impuestos los recaudan las regiones".

Las propuestas de los expertos

A la hora de hacer propuestas, la distancia se ensanchó todavía más. El catedrático de la UPF apuesta porque el modelo de financiación se base en los ingresos, en el que el impuesto sobre la renta sea el mecanismo de solidaridad automático –porque la propia recaudación, superior por habitante en las comunidades más ricas, servirá para compensar– y haya solo un fondo de compensación, para las comunidades que, como Catalunya, tienen que hacer frente a más gastos porque tienen más competencias.

El presidente de Ercros, empresa que está pasando momentos de dificultades y por la cual se han presentado dos opas, apuesta porque lo recaude todo un consorcio, pero no entre Catalunya y el Estado, sino de todas las administraciones, y que ni siquiera lo controle el Gobierno sino que que sea independiente, como el Banco de España (teóricamente), y dependa "de un Senado reformado", y que "tuviera como clientes tanto al gobierno central como las comunidades autónomas". Después de recaudarlo, lo redistribuiría en función del gasto con criterios objetivos como la población.

Guillem López-Casasnovas le ha hecho una observación, y es que los criterios no son objetivos, cosa que Zabalza no aceptaba. El catedrático ha argumentado que aunque los criterios, como la población, puedan ser objetivos, no lo será nunca cómo se ponderan los diferentes criterios para acabar generando un sistema de reparto.

Al final, la sangre no ha llegado al río y han coincidido en qué se tendría que mantener el ordenalidad y la solidaridad tiene que tener límites. Pero las diferencias han evidenciado que, si ni los expertos, que lo han estudiado y tienen una gran cantidad de papeles publicados sobre el tema, son capaces de ponerse de acuerdo sobre las líneas básicas de un modelo, ni en el campo teórico, los políticos lo tienen muy difícil.