El Govern ha hecho oficial este martes el nombramiento de Marta Morera como nueva directora general de Energía, un mes y un día después de que dimitiera su antecesor, Josep Maria Serena, y tres semanas después de que se hiciera oficial su salida y que el cargo quedara sin responsable. Morera era hasta ahora directriz del Instituto Catalán de Energía, una de las patas energéticas del Gobierno que molestaban a Serena, que quería ser una voz única en el sector.

El departamento de energía del Gobierno, que antes de Serena y durante el mandato de Pere Aragonés fue dirigido por Assumpta Farran, es uno de los más complejos de gestionar ante el retraso en renovables de Catalunya y la urgencia que tiene de ponerse al día mientras adelanta el calendario de cierre de las centrales nucleares de Tarragona, que se tienen que culminar el año 2035. Sin un aumento significativo de renovables, combinado con la elevada dependencia actual de las nucleares, el cierre podría suponer un aumento de dependencia en la energía importada y en el gas, que podrían hacer aumentar los precios de la electricidad. Desde Foment y la industria alertan también de que la competitividad de la industria se resentiría de esta subida de precios.

La nueva directora de Energía, que quedará al frente también del ICAEN hasta que nombren a una sucesora, según apuntan fuentes del Gobierno, tiene 46 años y es licenciada en Ciencias Ambientales y especializada en Gestión y Planificación Ambiental por la Universidad de Girona. Estudió también un máster en Energía para el Desarrollo Sostenible, energías renovables y ahorro y eficiencia energética (UPC). Antes de ser directora del ICAEN, fue responsable de Acción Ambiental en el Ayuntamiento de Rubí, donde también había ejercido como técnica de Medio Ambiente.

Tanto Farran como Serena reconocieron cuando estaban al frente de Energia las dificultades para hacer que avancen las renovables en Catalunya, que fue territorio pionero y se ha estancado en los últimos años sin llegar al 20% de generación eléctrica mientras España se sube hacia el 50%. Farran lamentó que centenares de recursos retrasaban la construcción de parques de renovables, mientras que Serena un año después directamente dijo que la transición se haría a Catalunya "con gas" al ritmo que avanzaban las renovables. Empresas desarrolladoras como Enerside lamentan que se puede tardar más de 4 años en empezar un proyecto.

Desde que llegó al Gobierno, Salvador Illa puso la aceleración en tramitación de renovables como prioridad del ejecutivo, pero también lo había hecho antes el Gobierno de Pere Aragonés, que no se va al salir a pesar de algunos avances. Durante su primer año de mandato, se autorizaron 1.104 MW (los primeros ocho meses con Aragonés al poder), una cifra similar a las de 2023, y solo se instalaron 79,65 MW, cifra superior a los 32 MW de 2023 pero inferior a los 101 MW de 2022.

Catalunya tiene unos 4.600 MW de renovables instaladas, que permiten tan solo generar el 16% de la electricidad, en contraste con un estado español que llega al 57% y al 67% si se descuenta el mal rendimiento catalán. Si se añadieran los 8 GW pendientes de desencallar, se podría llegar aproximadamente al 29,7% del mix. Los planes catalanes de cara a 2030 (PROENCAT) prevén llegar a 15.408 MW de renovables, por encima del triple de la capacidad instalada actual. Faltan 12.000 MW.

Pero España, en su PNIEC, prevé que por el porcentaje que tiene que representar Catalunya en el total de renovables, tendría que generar el doble de renovables, hasta 30.000 MW. Además, Catalunya ha incrementado su dependencia de la electricidad importada y el 2023 importó el 14%, casi el doble que el año anterior, de forma que perdió soberanía energética.