El conflicto de las terrazas. Mientras los ciudadanos de las calles más turísticas de la ciudad protestan por la proliferación de terrazas, los propietarios de bares y restaurantes con mesas en la vía pública también se quejan de la "presión" y, a menudo, de la "desconfianza" de los servicios municipales. A raíz del cambio de alcalde, el director general del Gremio de Restauración de Barcelona, Roger Pallarols, indica que el nuevo gobierno municipal "debería parar la máquina de la persecución para poner en marcha la de la colaboración, la complicidad, para valorar lo que aportan" a la economía de la ciudad. Estos comentarios se refieren a colocación en los últimos días de piezas metálicas en el suelo que delimitan la superficie de las terrazas sin debatirlo con el sector. Pallarols subraya que las normas están para cumplirlas, pero exige "diálogo".

Sobre la polémica del espacio de las terrazas y de las placas de delimitación, Pallarols considera que es un "error" que contribuye a "criminalizar" el sector. Considera que, con el cambio de gobierno municipal, también debería cambiar la relación con los principales agentes económicos". Pero no se ha empezado con buen pie con los restauradores. "Pienso que empezar el mandato con estas acciones que tienen un tufo de criminalización del sector no ayuda". Pero insiste en la política de "mano tendida" con la administración.

Los restauradores han mantenido otro frente abierto con el Ayuntamiento desde que la anterior alcaldesa, Ada Colau, incrementó las tasas de terrazas en 2019. Un año después, a causa de la pandemia de la Covid-19, con el consecuente cierre de establecimientos, se redujo la tasa en un 75%, una bonificación que se mantiene en las ordenanzas fiscales para este 2023. Antes de las elecciones municipales, el ahora alcalde, Jaume Collboni, se comprometió a que, si era elegido, aplicaría una tasa "razonable y no confiscatoria".

Pallarols indica que, en una reunión con el Gremio, Collboni se comprometió antes de las elecciones a "volver a la casilla de salida" para negociar una tasa con el sector. Señala que "no es razonable" que en 2019 se les aplicara una tarifa que quintuplicaba la de las calles de Madrid. El Gremio espera que se mantenga la bonificación mientras no se aprueben unas nuevas ordenanzas fiscales.

Las tensiones con los ciudadanos afloran en determinados puntos de la alta ciudad como los llamados ejes pacificados de las supermanzanas del Eixample. Y en otros puntos de la ciudad todavía existen  planes pendientes de resolución, como a la Rambla. La prioridad del Gremio de Restauración es que se garanticen la continuidad de los negocios, con sus terrazas, mientras se efectúan las obras de reforma de esta arteria ciudadana.

El Gremio propone para la futura Rambla que surja de la reforma que se aplique una herramienta normativa, pactada con el gobierno de Colau en 2018, pero que nunca ha entrado en vigor: la figura de la "zona de excelencia". Esta herramienta armonizaría y potenciaría la estática de las terrazas para hacerlas diferenciales. También se ha planteado para otros ejes de la ciudad.

Anna Matamala, empresaria de la restauración y copropietaria de la cafetería Moka, advierte que, si se les sigue presionando, La Rambla se podría convertir "en otro Portal del Ángel", una arteria comercial sin terrazas. Indica que la administración municipal no tiene en cuenta la importancia económica de las mesas situadas en el exterior de los establecimientos. En su caso, apunta que, durante la mayor parte del año, el 80% de la facturación proviene de la terraza, pese a que en el exterior tenga solo 24 sillas y, en el interior, cerca de 200. Eso ocurre la mayor parte del año, con la excepción de los días de lluvia o de calor intenso.

"Sin terraza estamos muertos. ¿Por qué creéis que cierran los restaurantes que no las tienen?", indica. Recuerda que los clientes prefieren estar a fuera y no en el interior de los locales.