La desesperación para conservar establecimientos emblemáticos en las grandes ciudades no es un problema exclusivo de Barcelona. Otras grandes capitales como París y Roma también han puesto en marcha diferentes procesos para salvar la personalidad de sus calles comerciales. En la capital catalana, el Ayuntamiento ha puesto además en marcha una convocatoria de ayudas para la rehabilitación y mejora del paisaje urbano de locales comerciales emblemáticos e históricos, abierta hasta el próximo 15 de noviembre.
Pero más allá de las grandes superficies en el centro de las ciudades, se disputa una gran batalla por pequeños locales históricos en diferentes barrios.
Existen locales emblemáticos que, en los últimos meses y años, han cerrado. Y repiten un patrón y una tendencia similar con grandes cadenas, comida despersonalizada o el abandono de los locales por|para los altos precios que no permiten emprender un negocio por parte del ciudadano local.
Si nos movemos por la zona del centro, la camisería Windsor se ha convertido un hotel boutique denominado Aspasios. El establecimiento cerró por jubilación el pasado mes de mayo y su situación, la esquina de Rambla Catalunya con Consell de Cent ha sido una predilección por el sector turístico de lujo. La Windsor tomaba el relevo a otro cierre el año 2019 de camisas personalizadas y con marca propia, la Xancó de la Rambla con más de 200 años de historia. Así pues, actualmente, Aspasios cuenta con 19 ubicaciones y la de Rambla Catalunya ofrece habitaciones que van de los 169 euros a los 329 euros la noche y por persona. Un espacio que se vende como 'la mejor arquitectura modernista de Barcelona y orientado al turismo más exclusivo'.
Venden el inmueble entero
Otro de los caminos que cogen los locales es el del alquiler, la venta o el abandono. Espacios que, por el poco margen de tiempo desde su cierre, todavía no han encontrado un sustituto o los precios que se ofertan son demasiado altos para que un pequeño o medio empresario, pueda ver un recorrido viable. La Cestería Sicart, en la calle Creu Coberta 123 de Hostafrancs, continúa con el local vacío desde su cierre hace cuatro años. Actualmente, se vende como una casa de 499 metros cuadrados, construida el año 1936, y con un precio que oscila entre los 389.000 euros y los 665.000 euros, sin concretar desde el portal Idealista la cifra exacta. Otro ejemplo más reciente es un restaurante de más de veinte años de antigüedad que el pasado mes de junio cerró, al Goliardo de Gracia, situado en la calle Progrés numero 6. Siguiendo el ejemplo de la Sicart en Hostafrancs, la no centralidad del barrio, hace que todavía no haya un negocio sustituto y ya se oferta la venta de todo el espacio como una casa, por un precio que va de los 161.000 a los 337.000 euros.
Si miramos la oferta gastronómica, las empanadas están creciendo gracias a cadenas que apuestan por esta comida. Pero también las heladerías con el sello italiano de gran cadena están cogiendo un fuerte impulso a nuestra casa. El barrio Gótico, con el ejemplo de la calle Ferran, es uno de los más despersonalizados de Barcelona. El bar Brusi, uno de los últimos supervivientes de la cocina catalana, cerró el año 2023 y, ahora, se ha reconvertido en una heladería, Elisa Gelateria Pasticceria Cafe, calle de la Llibreteria 23.
De sede de conselleria a supermercado
En último término, los supermercados abiertos durante 24 horas y sin sello de marca conocido se llevan buena parte del pastel de los nuevos establecimientos. La Casa Heribert Pons, obra del arquitecto Alexandre Soler y March, ha pasado de ser una sede de la administración catalana a un supermercado.
De la sede de la Conselleria d'Economia y Finanzas de la Generalitat de Catalunya que escogió personalmente Ramon Trias i Fargas, en la Rambla de Catalunya 19-21 en Barcelona, a una despersonalización de toda la fachada donde poco se conserva del encanto arquitectónico que tenía.