Jan Amat, CEO de Recomotor, subraya la "contradicción" de la administración pública, que por una parte puede conceder ayudas a las start-ups, pero, por la otra, frena su desarrollo con una burocracia excesiva. Pone como ejemplo a Recomotor, especialistas en la recuperación de piezas de automóvil, creada en marzo de 2021, pero que tardó tres meses en poder operar por un error administrativo del Registro Mercantil. "Eso no nos permitió tener las escrituras y, por lo tanto, ir al banco y tener tarjetas de crédito, por ejemplo. Como en la película Interstellar, para nosotros, tres meses equivalen a tres años, una barbaridad".
Pero aquí no se acabaron sus problemas. "También hemos sufrido otras burocracias, como por ejemplo con la licencia del almacén, que hemos tardado aproximadamente un año. Son cosas que necesitas para iniciar la actividad y, como start-up, estamos acostumbrados al 'pim, pam, ya lo tienes', pero con la burocracia administrativa te encuentras con muchos problemas que te hacen ir más lento".
Pero no todo es negativo en la administración pública porque también ayuda a las start-ups a través de organismos como Acció o el Institut Català de Finances (ICF), dependientes de la Generalitat, o como Enisa o CDTI, del gobierno español, según recuerda Jan Amat. Pero eso no evita la "contradicción" de conceder ayudas y, al mismo tiempo, poner "topes" burocráticos.
Jan Amat hizo estos comentarios en el debate 'La emprendeduría catalana: del vértigo al éxito', la última edición de FOCUS ON, los diálogos de ON ECONOMIA sobre el presente y el futuro de la empresa catalana, centrado esta vez en las start-ups. También participaron Laurent Arens, director de BStartup10; Francesc Font, CEO de Incapto, y Sergi Borja, CEO de Honei.
Sobre los inicios como emprendedor, Jan Amat recuerda que muchos dicen que, "si miran atrás y piensan en sí volverían a hacer lo mismo, no lo harían porque es un sacrificio tan elevado que, realmente, te lleva a sacrificar familia, amigos y la vida personal para enfocarte en la vida profesional, que en este caso es empezar una start-up". En realidad, él forma parte de una familia de emprendedores: "mi padre empezó una empresa muy joven, más que yo con Recomotor, y mi madre también montó un bar-restaurante que ha continuado mi hermana. Y tengo otra hermana que ha creado un estudio de interiores. Por lo tanto, lo hemos vivido en casa".
Pero el emprendedor se hace "aprendiendo de los errores" y rectificando el rumbo cuando haga falta. "Cuando empiezas a presentar tu idea a los amigos o a los inversores en un PowerPoint, muchas veces no tiene nada que ver con lo que acaba siendo al cabo de dos años porque has ido pivotando el modelo de negocio". En el caso de Recomotor, si bien la idea inicial ya era la de recuperar piezas de coche, "ha ido pivotando hacia un modelo que ahora es manipular las piezas, certificarlas, diagnosis, comprar desguaces... que no tiene nada que ver con el proyecto inicial".
Sobre la evolución de la empresa y los momentos críticos, una fue la financiación, pero ya "cruzaron este desierto" y después vinieron otros como los cambios de modelo de negocio: "Empezamos en B2C, después B2B y ahora hacemos de todo. Empezamos vendiendo piezas en Wallapop para testear el modelo, después hicimos un marketplace, después un chatbot para vender piezas por WhatsApp y, directamente, desde desguaces externos hacia el taller mecánico. Y ahora hemos acabado haciendo un build-up de desguaces. Eso te hace gastar dinero, te hace acelerar la necesidad de caja y también los problemas".
Sobre la retención de talento, Jan Amat recuerda que tienen su sede en Balaguer, cerca de Lleida, un territorio conocido por la fruta pero que también es un foco en automoción con empresas como Rodi. "Si tienes que operar constantemente con piezas, es más fácil desde Lleida que desde el centro de Barcelona. Nosotros siempre hemos intentado potenciar el talento de aquí, pero es verdad que muchas veces no llegamos a competir a nivel Champions, con algunas regiones de Europa, con el 'Ronaldinho de la Silicon Valley' [...] sobre todo en venture capital. Allí hablan de billions y aquí, como mucho, hablamos de algún millón".
En comparación con los Estados Unidos y respecto a la inteligencia artificial, aquí las start-ups continúan en crisis mientras allí ya se han recuperado, "están invirtiendo muchísimo en inteligencia artificial, están en otra liga. Y nosotros aquí estamos hablando más de sostenibilidad, de ser rentables –que obviamente lo tenemos que ser–, pero en Silicon Valley se sigue hablando de runway, de inversores que están haciendo cola para invertir en proyectos de inteligencia artificial". "Desde Catalunya, de momento, es complicado hacer un proyecto que puedas competir de tú a tú en inteligencia artificial, por ejemplo, con OpenAI".
"Tenemos que potenciar la inteligencia artificial para ir hacia la automatización de los procesos simples, estándares, que no aporten [a los trabajadores]. Eso lo veremos en fábricas, por ejemplo, en automoción, donde ya estamos viendo coches que se están produciendo de forma casi autónoma. China es pionera en todo este campo. Las inteligencias artificiales que vienen de Asia están a otro nivel. Comentábamos que no podíamos competir con los fondos de los Estados Unidos y del Norte de Europa, pero en China no solo tienen capital riesgo, sino sobre todo un Estado que inyecta muchísimo dinero y tiene unas inteligencias que todavía no han salido a la luz". Y augura que, en robótica, saldrán novedades que podrán aplicar en su empresa sin que eso tenga que suponer una pérdida de puestos de trabajo: "Las personas que antes montaban cajas de cartón, como la productividad aumenta con la tecnología, se dedicarán a hacer cosas de más calidad. Yo creo que vamos en este camino".
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