Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ha reconocido este viernes que el mercado podría enfrentarse a nuevas tensiones, sobre todo relacionados con los precios de la energía y de los alimentos. Parece que, desde el estallido de la crisis financiera y con la última subida de tipos de interés de 50 puntos básicos, ha habido un cambio de discurso en los miembros del BCE. La última variación monetaria se dio en un contexto complejo, en medio de la crisis de Credit Suisse y del terremoto financiero que había generado tanto el caso del banco suizo, como las quiebras de las entidades bancarias de Estados Unidos. Pese a que el contexto económico se recrudeció exponencialmente, el BCE decidió elevar los tipos un 0,50%, tal y como lo anunciaron en la reunión del pasado febrero.
Pese a ello, la cautela es el condimento que antes no estaba y ahora rebosa en el discurso de Lagarde y del resto de los oradores del BCE. Pese a que, en los tres primeros meses del año, los representantes de la institución monetaria aseguraron que serían necesarias más subidas de tipos, ahora, esa afirmación no queda tan clara. Atendiendo a los niveles actuales del IPC en Europa (6,9%) parece claro que el endurecimiento monetario sigue siendo necesario. Pese a esto, el temor y la incertidumbre que anidan en los mercados no son aliados para seguir elevando los tipos de interés al mismo ritmo que lo venían haciendo. Estados Unidos es un buen ejemplo de ello. La Fed, ante la coyuntura del mercado, decidió rebajar las subidas de tipos, primando la cautela y descongestionando la situación económica.
Lagarde reconoce que las perspectivas económicas siguen siendo “frágiles”
Este viernes, la presidenta del organismo con sede en Frankfurt ha reconocido que hay posibilidades de que reaparezcan las presiones en los mercados mundiales, sobre todo en energía y en los alimentos. Además de ello, la máxima mandataria del BCE ha afirmado que las perspectivas de crecimiento económico, pese a ser mejores que hace unos meses, siguen siendo “frágiles”. Todo ello en un marco en el que la incertidumbre y el temor a una recaída de los mercados siguen copando el ambiente. Pese a que los riesgos “se inclinan a la baja”, como apunta Lagarde, estos siguen estando ahí.
“Las tensiones elevadas en los mercados financieros podrían endurecer las condiciones crediticias generales con más fuerza de lo esperado y debilitar la confianza”, ha expresado la presidenta del Banco Central Europeo este viernes. Lagarde incide en las tensiones que podrían darse en el mercado energético en un momento en el que existen presiones alcistas sobre el precio del petróleo después de que la OPEP+ decidiera reducir sorpresivamente su producción diaria. Esto también pone en un brete la política monetaria del BCE, ya que si siguen elevando los tipos de interés a un ritmo elevado, podría haber un debilitamiento adquisitivo notable entre los consumidores. En el plano energético, la demanda de petróleo será superior en 2023 frente a 2022, mientras que el valor de la materia prima cuesta más y las condiciones económicas son peores.
Por otro lado, y pese a que la crisis financiera originada a mediados del pasado marzo se ha ido mitigando, los inversores no las tienen todas consigo. Creen que puede haber un nuevo debilitamiento, algo palpable en la dinámica que presentan las bolsas internacionales en el último mes. En el caso de seguir endureciendo los tipos de interés, la presión sobre el bolsillo de los inversores sería superior, lo que podría ralentizar las dinámicas bursátiles. Por no hablar de las condiciones crediticias, las cuales ya están registrando cotas elevadas y, para muchos consumidores, son inasumibles.
El BCE mantiene su compromiso de hacer retornar la estabilidad de los precios
Pese a todo ello, Lagarde ha asegurado que el BCE está siguiendo de cerca las tensiones actuales del mercado, a la vez que ha garantizado que la institución está preparada para responder según sea necesario para preservar la estabilidad de precios y la estabilidad financiera de la eurozona. Tal y como informó ON ECONOMIA el pasado 29 de marzo, el economista jefe del BCE, Philip Lane, no se moja en el calado de la siguiente variación monetaria como sí hizo en febrero, puesto que entiende que las circunstancias económicas son cambiantes. Un mensaje similar al entonado por Lagarde a mediados de marzo, cuando expresó que “ni estamos comprometidos a subir más los tipos, ni hemos terminado los incrementos”, tirando de cautela y respaldándose en “los datos” para determinar la próxima subida de tipos de interés.
Por el momento, las tasas de interés de la eurozona se ubican en el 3,50%, el nivel más elevado desde octubre de 2008. El BCE, con Lagarde a la cabeza, ha llevado a cabo hasta seis subidas de tipos de interés consecutivas en menos de un año, registrando una de las curvas de endurecimiento monetario más rápidas de toda la historia. Ahora está por ver si, con las circunstancias actuales y con la posibilidad de que haya nuevas tensiones en los mercados, el BCE opta por endurecer la política monetaria al mismo ritmo o, al contrario, da un respiro al mercado.