El 1 de enero, el Gobierno aprobó una reducción del IVA para 15 alimentos (que suponen el 35% del presupuesto familiar en comida) con el objetivo de reducir el impacto inflacionista de la guerra de Ucrania en los hogares españoles. La medida, que ha tenido un coste de 254 millones de euros solo en los meses de enero y febrero, arroja como resultado que de los 15 alimentos con reducción fiscal, 4 tuvieron en mayo un precio inferior al de diciembre, antes de que la reducción se pusiese en marcha: en concreto, la leche desatada cuesta ahora un 0,5% menos que el 1 de enero, las pastas y cuscús un 0,8%, las legumbres y hortalizas congeladas son un 1,6% más baratas y las harinas y otros cereales un 1,8% menos. Estos cuatro productos, si no fuese por la reducción fiscal tendrían precios superiores al arranque del año. El Gobierno da por hecho que mantendrá la medida al menos hasta final de año.
Así, si la leche desnatada no estuviese subvencionada con una supresión total del IVA (está gravada con un 4% por ser un producto superreducido), en mayo costaría un 3,3% más que en enero; el precio de las pastas y cuscús (con una reducción de la mitad del IVA desde el 10% del tipo reducido a un 5%) estaría un 2,2% por encima de principios de año; las legumbres y hortalizas congeladas (supresión del superreducido) costarían un 3% más y las harinas y otros cereales (superreducido) se habrían encarecido un 2% en estos cinco meses. Caso aparte supone el aceite de girasol, pues su precio ha descendido un 16,6% entre enero y mayo, pero si descontamos la reducción de 5 puntos porcentuales (PP) del IVA, la rebaja habría sido algo menor, del 12,8%, pero un descenso en cualquier caso considerable.
El aceite de girasol sufre un proceso especulativo exponencial que se inició con el covid. En diciembre de 2020 registraba ya un crecimiento del 6,5% interanual, al siguiente diciembre, el del 2021, el incremento era del 30,5% y, con la explosión de la Guerra de Ucrania -uno de los principales países productores de girasol- en diciembre del año pasado se disparaba un 50,6% en términos anuales, con un pico en abril de 2022 (al principio del conflicto) del 96,2%. La corrección en su precio -débil si se tiene en cuenta la subida que lleva acumulada este alimento elaborado desde la pandemia- se produjo en abril de 2023, cuando su precio se redujo un 26,7% (por la comparación de la fuertísima subida de abril de 2022) y se agudiza en este mayo, con una bajada del 32,6%.
Lo que explica que en los cinco primeros meses de este año, el aceite de girasol acumule un descenso del 16,6%. Sin embargo, poco ha tenido que ver la medida aprobada por el Gobierno, pues si se compara con el aceite de oliva, que también se beneficia de una subvención de la mitad del IVA, el aumento del precio es de un 6,8% en los cinco primeros meses del año, aunque sin la ayuda del IVA, registraría un alza del 11,6% hasta mayo.
Diez productos con precio en alza
El Gobierno ha reconocido que la medida no sirve para reducir el precio de la alimentación (que sube en mayo un 12% en términos interanuales), sino para minimizar el incremento. Bajo esta tesis, el éxito también es relativo, pues en lo que va de año (tiempo que lleva en activo la reducción del IVA), el grupo de alimentos y bebidas alcohólicas (incluyen muchos más productos que los amparados por la rebaja fiscal) el precio ha aumentado un 4,1%, que sería el 5,4% sin el apoyo fiscal.
De la decena de productos amparados por la subvención, cuyos precios están por encima de los de enero, las patatas son el alimento con un mayor efecto inflacionista, pues su precio en mayo era un 12,2% superior al 1 de enero, aunque sin la medida, habría aumentado un 16% y es, de los alimentos, la segunda mayor subida en los cinco primero meses del año tras los helados (no tienen descuento fiscal) cuyo precio crece un 12,8%. Las legumbres y hortalizas frescas están en segundo lugar, pues en tan solo cinco meses se han disparado un 9%, que sería un 13,2% si no se hubiese suprimido el pago del IVA.
El arroz es, entre los 15 alimentos amparados por la medida fiscal, el tercero con un mayor incremento de precios acumulado desde enero, el 7,4% que se elevaría al 11,5% si no hubiese medida; tras él, el aceite de oliva y después las legumbres y hortalizas secas o en conserva con una subida del 6,2%, el 7,1% sin ayuda. Los huevos han subido desde enero el 3,3% y se duplicaría, hasta el 7,2% si no fueses porque no pagan impuestos, igual subida que las frutas frescas, que se colocarían en un 7,3% sin el apoyo fiscal.
El queso ha comedido sus alzas a un 1,5% en el año (5,3% sin rebaja fiscal), aunque es uno de los alimentos con una mayor subida, pues en términos anuales su precio es un 16,2% mayor. El pan se ha incrementado un 1,1% en 2023, el 4,2% si tuviese que pagar el IVA, y la leche entera sube, aunque sea una décima, a diferencia de la desnatada.