Por fin es posible encontrar productos sin riesgo como depósitos o algunos fondos objetivo que superan el dato de inflación interanual que en el pasado mayo cerró en el 3,2%, después de caer 9 décimas desde el dato anterior. Tras más de una década de tipos de interés reales (tipos de interés menos la inflación), la tendencia comienza a cambiar. Estos tipos reales positivos permiten al ahorrador que su dinero no pierda poder adquisitivo y mantenga, pues, con los intereses incorporados a su capital poder disfrutar de los mismos bienes y servicios.
Si vamos a la seguridad de la deuda pública, en España en el plazo de un año, los tipos están en el 3,66% (0,46 puntos positivos respecto a la evolución de los precios). Tipos reales positivos que son aún más elevados, por ejemplo en Estados Unidos que con una inflación del 4% ofrece rentabilidades del 5,34% en sus letras a un año.
También hay productos financieros generosos en el mercado español, aunque aquí sea obligado buscar, dado que la gran banca sigue decidida a no retribuir el ahorro. Renault Bank ofrece un depósito a dos años al 3,65%, GVC Gaesco ha sacado al mercado un fondo objetivo que prevé obtener una rentabilidad del 4,30% y hay cuentas corrientes de ING Bank o MyInvestor que rozan el 3% de rentabilidad por lo que la pérdida de poder adquisitivo no es muy grande respecto a tener el dinero debajo del colchón o depositado en una gran entidad financiera que no retribuye nada.
Sin duda, esta oferta de tipos de interés reales positivos supone una gran competencia respecto a la Bolsa. Estos productos garantizan el cien por cien del capital por lo que es imposible perder dinero (también existe el Fondo de Garantía de Depósitos que cubre un mínimo de 100.000 euros en caso de quiebra de la entidad financiera), mientras que las oscilaciones en los precios de las acciones pueden provocar pérdidas al ahorrador/inversor.
Los tipos de interés de la segura deuda pública –olvidando episodios pasados e infrecuentes como la crisis vivida en Grecia hace ya una década- están también permitiendo al ahorrador no perder poder adquisitivo y mantener su ahorro con total seguridad. Un nuevo contexto para el dinero que, sin duda, hace que el mundo de las acciones sea menos atractivo, sobre todo para aquellos que quieren huir del riesgo de perder parte de sus ahorros.
Esta visión sirve para el corto plazo como explica Duncan Lamont, responsable de investigación estratégica de la gestora británica Schroders, pero en periodos largos de tiempo el argumento de las ventajas de los depósitos, cuentas corrientes o deuda sobre la Bolsa, se esfuma.
Inversión en Bolsa a largo
La probabilidad de que los ahorros en efectivo (depósitos, letras, cuentas…) superen a la inflación ha sido de aproximadamente del 60% en la mayoría de los periodos. Ahora bien, la probabilidad de que las inversiones en Bolsa superen a la inflación ha alcanzado el 100% cuando las inversiones se mantienen durante 20 años. En otras palabras, en cada periodo de 20 años de los últimos 96 años, la renta variable ha obtenido rentabilidades superiores a la inflación. Así pues, aunque las inversiones en Bolsa pueden ser arriesgadas a corto plazo, si se comparan con la inflación ofrecen mucha más seguridad a largo plazo.
La reciente era de tipos de interés ultrabajos de la que ahora estamos saliendo, ha hecho que el efectivo haya sido poco atractivo para los inversores. Y ello a pesar de que la inflación se ha situado en niveles bajos hasta hace poco. En los últimos cinco, diez y veinte años, los ahorros en efectivo no han podido seguir el ritmo de las subidas de precios, por lo que los depositantes saldrían peor parados.
Durante periodos muy largos -en los que la inflación y los tipos de interés han registrado máximos y mínimos- el efectivo ha conservado su poder adquisitivo, pero por poco.
Por el contrario, las inversiones en Bolsa han ofrecido rentabilidades superiores a la inflación en todos los periodos.
Aunque los datos históricos a largo plazo sugieren claramente que las inversiones en Bolsa tienen más posibilidades de superar la inflación que otras inversiones, también son volátiles. Por tanto, los inversores que opten por la renta variable en lugar del efectivo deben estar preparados para un viaje lleno de baches.
Tanto el efectivo como las acciones y participaciones conllevan riesgos diferentes. El efectivo dista mucho de ser un activo exento de riesgo: incluso con los mejores tipos de ahorro disponibles en la actualidad, es probable que los depósitos pierdan valor real. Y, como muestran estos datos, el efectivo también puede generar pérdidas reales durante periodos más largos, incluidas las dos últimas décadas. Pero las acciones también conllevan riesgos, especialmente cuando se mantienen durante periodos más cortos.