La negociación para reformar las reglas de disciplina fiscal que limitan la deuda y el déficit de los países de la UE entra este otoño en su fase decisiva, con el propósito de España de cerrar un acuerdo antes de dejar la presidencia europea, tras un verano de intensos contactos a nivel técnico.
Así lo manifestó la vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, a los titulares europeos de Finanzas en la reunión informal de este sábado, donde -según fuentes europeas- recurrió a metáforas del Camino de Santiago para explicar los principales puntos de la reforma.
Para el vicepresidente económico de la Comisión Europea (CE), Valdis Drombrovskis, se trata de un calendario "exigente", que bautizó en rueda de prensa como "Camino Fiscal", siguiendo con los símiles de Calviño durante el desayuno de trabajo con sus colegas europeos.
La reforma del llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las reglas de las que se dotó la UE en los años noventa para garantizar la sostenibilidad fiscal de los Estados miembros, centró el encuentro ministerial, en el que la futura presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) apenas ocupó unos minutos de explicación por parte del ministro belga que promueve el proceso.
En los márgenes de la reunión ha habido encuentros entre las delegaciones nacionales y los candidatos presentes, entre ellos, la excomisaria europea Margrethe Vestager, pero sin que se haya avanzado en la elección, a la que opta Calviño.
Calendario ambicioso para las reglas fiscales
Calviño, como anfitriona del encuentro en la capital gallega, propuso a sus homólogos dar paso a una nueva fase con un calendario "ambicioso" que permita lograr un acuerdo a los Veintisiete antes de que acabe el año. "Se han mostrado todos ellos abiertos a pasar a la fase de la negociación política y a tratar de buscar un consenso", dijo Calviño, tras un encuentro que sirvió para fijar el calendario de cara a los próximos meses.
Cobran relevancia las dos próximas reuniones de los ministros en Luxemburgo y Bruselas (el 17 de octubre y el 9 de noviembre), aunque fuentes europeas no descartan más encuentros en otros formatos, por grupos o en videoconferencia, para acelerar las negociaciones. Si los ministros de Finanzas consiguen cerrar un acuerdo entre ellos, se desbloquearán las negociaciones con el Parlamento Europeo, que prevé fijar sus líneas rojas a lo largo de este otoño.
Ambas instituciones tendrán que acordar después los textos finales de la reforma y la meta es conseguirlo antes de que expire la legislatura europea en junio de 2024 para que se puedan aplicar ya en los presupuestos nacionales de 2025. Los Veintisiete pactaron en primavera las características esenciales de la reforma, basada en el establecimiento de sendas nacionales de ajuste fiscal pactadas entre cada país y Bruselas, así como en la fijación del gasto primario como indicador esencial de las cuentas públicas, en detrimento del déficit estructural de las normas vigentes.
Dichas sendas tendrán un horizonte de cuatro años, aunque los países podrán ampliarlas a siete años si comprometen reformas e inversiones en línea con las prioridades de la UE. Alcanzar un consenso sobre los aspectos pendientes en las próximas semanas, insistió Calviño, dependerá de que se logre un "equilibrio adecuado" entre un marco que garantice la reducción de los ratios de deuda pública y a la vez "acomode la necesaria inversión y los incentivos para abordar reformas estructurales".
El primero es el objetivo primordial para Alemania, que pide asegurar la rebaja de la deuda con objetivos fijos de recorte para todos los Estados (hasta el 1% anual para los más endeudados), mientras que Francia rechaza cualquier recorte automático y pone el acento en dejar margen para inversiones en defensa o medioambiente.
Alemania cuenta con el respaldo, en mayor o menor grado, de una decena de países (Chequia, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia y Luxemburgo) que ven prioritaria la estabilidad fiscal, mientras Francia se alinea Italia y países del este que quieren mayor margen para las inversiones en defensa a raíz de la guerra de Ucrania.
Pese a los bloques, la dinámica de las negociaciones está lejos de las duras discusiones entre el Norte y el Sur que marcaron la crisis financiera de la pasada década, apuntan fuentes europeas, que destacan que algunos de los mayores defensores de la austeridad en el pasado han matizado su postura después de que la pandemia y la guerra les hayan obligado a endeudarse.
España, que lidera las negociaciones como presidencia rotatoria de la UE, cuenta además con el apoyo de Dinamarca o Países Bajos, que han presentado propuestas que buscan "construir puentes" y ayudan a "salir de la disyuntiva Francia-Alemania", explican otras fuentes.