Las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no solo han revolucionado los mercados financieros y de deuda y las relaciones comerciales internacionales; el temor a que las medidas y las contramedidas tengan un impacto real sobre la economía mundial y el comercio internacional han puesto patas arriba el mercado del petróleo. En enero de este año, exactamente en día 15, el barril de Brent se pagaba a 82,05 dólares, aunque venía de precios de 70 dólares en diciembre de 2024. Esta última semana se ha comprado por debajo de los 70 dólares, en el entorno de los 66-67 dólares -precios desconocidos desde hace cuatro años-, con 15 dólares de caída y un descenso del 18% en el año.
Las previsiones actuales colocan el precio del barril de Brent para el conjunto del presente año en el entorno de los 63-68 dólares, lejos de años anteriores. En 2024, el Brent costó de media 84 dólares; en 2023, 82,5 dólares, en 2022 (en el arranque de la invasión de Ucrania), 101 dólares; en 2021, 70,91 dólares (con cotizaciones frecuentes en el entorno de los 66 dólares actuales); en 2020, en lo más duro de la pandemia, 42 dólares; y el año anterior, en 2019, costó 64,21 dólares, similar a las previsiones para este año.
El petróleo, motor de la economía mundial, es muy sensible a las previsiones de crecimiento y los vientos de recesión que soplan en Estados Unidos -hay un 40% de posibilidades de que la actividad económica en este país decrezca sobre 2024- han tirado a la baja el precio. Pero no solo por la recesión en el gigante americano. Los mayores aranceles en todo el mundo derivan, necesariamente, en menores ventas y compras internacionales, lo que implica que no se necesitará tanto petróleo para producir ni para transportar los productos del uno al otro confín del planeta.
Una sensibilidad que explota el 2 de abril, Día de la Liberación de Donald Trump, con un fuerte mazazo para el petróleo. Ese día cayó cinco dólares, de 74,95 a 70,14, y el 8 de abril descendió a los 62,84 dólares, mínimo desde el que ha recuperado 3-4 dólares. El Brent ha abandonado, al menos de momento, los 70 dólares y se ha anclado en el entorno de los 66, cifras desconocidas desde 2021. Pero los mercados ya venían barruntando el desastre. Del máximo de los 82 dólares en enero, bajó a 76,5 el 20 de febrero; el 5 de marzo pierde por primera vez los 70 dólares, y llega el 2 de abril con un coste de 75 dólares el barril de Brent con ese mínimo de 62,8 dólares. Esta semana el precio se ha recuperado algo, al rango de 66-67 dólares, con un máximo de 68,6 dólares y un mínimo de 65,64, ambos el miércoles 23 de abril.
Precios anuales
En 2020, con el planeta confinado por la pandemia, el barril de Brent descendió a 32 dólares en abril (el 22 de abril descendió a los 12,22 dólares), un mínimo desconocido desde 1998, cuando se pagó a 9,1 dólares de los de entonces. Pero el bache de abril duró poco, pues en junio de ese año sobrepasó los 40 dólares, en diciembre, los 50 dólares; en febrero de 2021 ya estaba por encima de los 60 dólares -como actualmente- y el 18 de junio de ese mismo año supero los 70 dólares. Sin embargo, las previsiones para este año descartan una recuperación tan rápida.
Los analistas mundiales venían pronosticando un descenso en el ritmo de crecimiento del consumo de petróleo para este 2025 y el próximo 2026, especialmente por el menor empuje de la economía china. Con este marco, en noviembre de 2024 el FMI hablaba de un precio medio para 2025 de 70 dólares (en una mezcla del Brent y el West Texas, que tiene un precio menor). El Gobierno español, en octubre de ese año cifraba en 85 dólares el precio del Brent para el presente 2025 y Goldman Sachs, ya en febrero de este año, aún pronosticaba un precio de 78 dólares para 2025 y BBVA, en diciembre del pasado año, rebajaba a 73 dólares el barril.
Pero el 2 de abril todas las previsiones han saltado por los aires. La OPEP (la organización de países productores de petróleo) reducía la previsión del consumo de petróleo para este año. Si unos meses atrás pensaba que el mundo compraría 1,45 millones de barriles más al día durante este año, ahora cree que como mucho crecerá en 1,3 millones. Eso supone unas compras diarias de 105 millones de barriles cada día. Es decir, que a pesar de los efectos económicos de los aranceles de Trump, el mundo quemará este año más petróleo que el anterior, aunque lo un menor precio.
Bankinter, una semana antes del Día de la Liberación, ya había rebajado el precio medio para 2025 a 68 dólares y Goldman Sachs desplomó sus previsiones de febrero en 15 dólares, fijando un precio medio de 63 dólares para este año. En general, los analistas de coyuntura prefieren esperar a ver antes de nuevas previsiones.
Efectos en la economía española
Raúl Mínguez, responsable del gabinete de análisis de coyuntura económica de la Cámara de Comercio de España declara que han rebajado de 80 dólares a 72/73 dólares para este año y recuerda que el Gobierno, aunque ha revisado en febrero al alza dos décimas (2,6%) la previsión de crecimiento del PIB para 2025, no ha explicitado el precio medio del barril que ha usado para el cálculo. Aunque da por hecho, que ya no serán los 85 dólares que vaticinaban en octubre. Pero, al margen de las apuestas por un precio o por otro, el economista señala que se da por segura de forma generaliza una caída del precio, pues el mundo está ahora muy lejos de su potencial productivo y comercial. Y una menor demanda implica un menor uso de petróleo y precios a la baja.
Lo que tendrá, en opinión de Mínguez, un efecto positivo sobre la economía española, pues somos un país muy dependiente de la energía exterior. “Un menor precio del barril tendrá dos efectos positivos para nuestra economía: un menor desequilibrio en la balanza comercial y un menor impacto inflacionista”. Sobre lo primero, el año pasado España tuvo un déficit entre exportación e importación de 40.275 millones de euros, de los que tres cuartas partes, 30.400 millones, se debieron a productos energéticos, mayoritariamente petróleo, 21.700 millones de euros. Es decir, que la mitad del déficit comercial español proviene de la compra de Brent.
Respecto a la inflación, el impacto del petróleo es muy alto, pues se usa en la totalidad de las actividades económicas a través del transporte. Pero también, sobre el bolsillo de los españoles, por el peso de los combustibles en la cesta de los hogares. Mínguez añade un tercer efecto, de segunda ronda, pues al rebajar los costes de producción, se liberan fondos que las empresas pueden emplear en mayores inversiones y dejar más dinero en los bolsillos que pueden destinar a un mayor consumo.
Unos efectos que, si son beneficiosos para cualquier país, tienen más importancia en España, uno de los pocos países que aumentará su PIB por encima del 2%, como ha señalado el FMI. Porque a mayor crecimiento, mayor propensión a la inflación, señala Mínguez. Además, teniendo en cuenta que el BCE continuará bajando tipos, con una economía en expansión, como la española, se pueden tensionar más los precios. La bajada del petróleo puede compensar estos riesgos inflacionistas. Y, además, permitirá financiar el crecimiento de la economía a precios más bajos, frente a otros países comunitarios que mantendrán crecimientos muy débiles o nulos este año.
No tan optimista
Raymond Torres, responsable del área de coyuntura de Funcas, no se muestra tan optimista en el efecto positivo que pueda suponer para la economía española la bajada del Brent. El gabinete de Economía de la Fundación ha reducido el precio medio para este año a 70 dólares, aunque cree que podría caer más en un año que estará marcado por la volatilidad en los precios. “Hemos visto que la evolución en el precio del petróleo tiene hoy un menor impacto en la economía española que hace unos años, debido al cambio de mix energético y una menor dependencia de los hidrocarburos”, señala Torres.
En su opinión, para que el impacto fuese importante, el precio del petróleo tendría que caer mucho más, lo que supondría que el comercio internacional se está contrayendo fuertemente, lo que restaría potencial exportador y turístico a la economía española. “Habría que hacer un cálculo, restando al efecto beneficioso de la bajada del petróleo, el pernicioso de la caída del mercado exterior”, declara.