Vivir de alquiler en una de las dos grandes ciudades españolas no solo es costoso, sino también inseguro y temporal. Al menos así lo resume el último informe del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona, IDRA, cercano al Sindicat de Llogateres, que a través de encuestas con inquilinos muestra que el contrato de alquiler indefinido se ha extinguido y ya solo afecta a 1 de cada 10 inquilinos, lo cual se traduce en "inseguridad" y temporalidad. Un 43% de inquilinos de Barcelona se ha mudado dos o más veces de piso en los últimos cinco años en Barcelona.
Según la encuesta, un 80% de inquilinos se ha mudado alguna vez en los últimos años y solo el 19,3% lleva 5 años o más en la misma vivienda, por un 37,4% en Madrid, casi el doble. Un 36,6% de los inquilinos de Barcelona se han mudado una vez, por el 26,5% de Madrid, mientras que un 19,4% lo han hecho dos veces (16,8% en Madrid) y un 24,6% se han cambiado de domicilio dos veces o más, por el 19,4% en Madrid.
Las personas de más de 65 años que viven de alquiler tienen una menor movilidad y en un 63,3% de los casos en Barcelona no se han mudado en los últimos 5 años, pero un 33% de ellos sí que lo han hecho alguna vez y un 3,3% dos veces o más. A medida que los encuestados son más jóvenes, las mudanzas crecen, con un 33,2% de casos con dos mudanzas o más entre los 35 y los 64 años y un 57,3% en los jóvenes menores de 34 años, entre los que tan solo un 6,6% de los que viven de alquiler no se han mudado ni una sola vez en los últimos 5 años.
Según la encuesta, 3 de cada 10 mudanzas son desplazamientos forzosos, relacionados con las subidas del alquiler, las presiones de la propiedad o los desahucios, que tan solo afectan al 1,5% de los encuestados.
En Barcelona, casi la mitad de los inquilinos (48,2%) se mudan al mismo barrio o a uno de renta similar, mientras que un 28,1% se van a uno de renta menor y un 23,7% a uno de renta mayor.
El estudio muestra cómo los contratos anteriores a 2018 son casi un 20% más baratos (750 en Barcelona, 718 en Madrid) que los firmados en 2023, que rozan los 900 euros (886 en Barcelona, 881 de media en Madrid). Y apunta al Decreto Boyer de 1985, que eliminó los contratos indefinidos con precios regulados, conocidos como de renta antigua, y a modificaciones legales de 1994 y de 2013 como las causantes de la temporalidad. Desde entonces, el contrato indefinido de alquiler se ha ido extinguiendo y a día de hoy tan solo lo conservan 1 de cada 10 inquilinos en España. El estudio afirma que dichos cambios no fomentaron la oferta, tal y como se pretendía, sino que tan solo el estallido de la burbuja disparó el mercado del alquiler ante las dificultades para la compra.
Más inseguro que en otros países
El instituto Idra compara la situación con otros países como Alemania, Suecia, Escocia, Dinamarca o Países Bajos, donde la mayoría de contratos de alquiler son indefinidos, y otros países donde existen las opciones de que sea indefinido o bien de duración limitada, pero algunos como Francia permiten una renovación automática indefinida después de 3 o 6 años donde le casero solo puede rescindir el contrato por venta, con preaviso a 6 meses, por incumplimiento contractual del inquilino o porque necesita mudarse a una vivienda.
Dicha situación deriva en que el 79,8% de contratos de alquiler sean de vivienda habitual, y por tanto con duración limitada, por un 9,4% de acuerdos verbales, un 2,2% de temporada, un 5,8% de renta antigua y solo un 2,8% de alquiler social. Esta situación se dispara en barrios como Ciutat Vella, donde el 36,24% de los contratos que se firman son de temporada.
Mientras que la media de renta bruta necesaria para pagar un piso en propiedad en España es en 2023 de 5 años, el precio medio del alquiler ha subido un 30,35% en Catalunya entre 2014 y 2023 según la Encuesta de Condiciones de VIda y, de media según el Banco de España, entre el 28,5% y el 32,8% a nivel estatal.
Esto ha llevado a un sobreesfuerzo mayor de los inquilinos para pagar los alquileres, muestra el estudio, con un 69,7% de los inquilinos de Madrid y el 64,8% en Barcelona que dedican más de lo recomendado (el 30% del sueldo) a los alquileres. El 30% de hogares de Barcelona y el 33,1% en Madrid destinan más del 50%, según la encuesta a inquilinos del Instituto Idra. Incluso quienes alquilan una habitación llegan a destinar, en un 29,5% de los casos en Barcelona, más de la mitad de sus ingresos al alquiler, y solo un 31,8% destina menos del 30%. Quien opta por vivir solo dedica en un 45% de los casos en Barcelona más del 50% de sus ingresos al alquiler y solo en un 12,4% de los casos paga menos del 30%.
El estudio señala una reducción de precios entre 2020 y 2022 en Catalunya por la regulación de precios catalana que acabó tumbando el Constitucional y señala a los portales de vivienda como responsables de empujar los precios al alza, al poner en los anuncios precios un 33% superiores a la media pagada por los inquilinos encuestados en Barcelona.
Un 61,1% de inquilinos han sufrido subidas de precios en las renovaciones de contrato de Barcelona, bastante más que el 45,5% en Madrid.