¿Qué tiempo hará este verano? Esta es la pregunta que se hacen los agricultores y, más concretamente, los productores de aceite de oliva, porque de la climatología estival depende de que tengan una buena o mala cosecha. Si sigue siendo mala, como ha pasado en la última temporada a causa de la sequía que ha asolado los campos de Andalucía, principal región productora en España, el precio del aceite de oliva seguirá por las nubes. Ahora mismo, la botella de un litro de aceite de oliva virgen se paga entre 6 y 8 euros en la gama alta, y casi a 5 euros, las marcas más económicas, en el supermercado. En solo un año, su precio se ha disparado un 33,5%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). "No hemos tenido bastante producción ni la calidad ha sido excelente, como requieren nuestros productos," explica el consejero delegado de Grup Borges, uno de los principales fabricantes de aceite de oliva en España. En el 2022, la producción en España bajó hasta las 780.000 toneladas, respecto de lo 1.491.500 toneladas de 2021, es decir, cayó un 47,8%. Si los volúmenes de cosecha siguen siendo bajos, "por mucho que la presión inflacionista en los precios finales se vaya reduciendo en los próximos meses para que los costes de los fabricantes se estabilicen, el litro de aceite de oliva seguirá costando al doble que hace un año", concreta.
El nivel de precios únicamente se reducirá si los consumidores deciden que "no quieren, o peor todavía, que no pueden", pagar tanto por un litro de aceite de oliva y "se pasan en el aceite de girasol" que ahora mismo cuesta unos 2,5 euros el litro; entonces, los productores no tendrán "más remedio" que contener los precios, y "podríamos llegar a un equilibrio". Pero eso también depende, según Prats, de hasta qué punto el fabricante puede seguir absorbiendo el incremento que ha tenido en los costes de la materia prima, la oliva, y en los suministros energéticos y de otros materiales. "Eso sí que equilibraría la oferta y la demanda, teniendo en cuenta que el 50% del consumo de aceite de oliva está concentrado en los países del área mediterránea". En el caso de Borges, "estamos aguantando precios a cambio de no repercutir un 50% del aumento de los costes", pero eso también es insostenible. "Si no hay más remedio, gradualmente, les tendremos que ir repercutiendo en el precio final", asegura el directivo.
Eso implica que, en el mejor de los casos, el precio del litro de aceite de oliva se podría mantener estable entre los 6 y 8 euros, en función de la calidad, variedad y política de las marcas. Los precios de la tonelada en origen se han multiplicado por 2,5 y, teniendo en cuenta que hay poca oferta, cuando se encuentra una cosecha de calidad, el fabricante tiene que pagar lo que haga falta para conseguir aquel producto, hecho que tensiona todavía más los precios. La Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadoras de Aceite (Anierac), con los datos oficiales, asegura que los precios en origen de producción han subido un 60% mientras que los precios al consumidor final lo han hecho en un 35% -33,5% si nos referimos a las cifras del INE. Esta patronal evidencia que, según los datos estadísticos oficiales que aportan los gobiernos de los países miembros de la Unión Europea, el precio en origen de compra de oliva virgen al productor subió de 3'357 euros el kilogramo hasta los 5'328 euros, si comparamos la primera semana de enero del 2022 con la primera semana del mes de enero de este año.
Al mismo tiempo, el sector también está pendiente de saber qué pasará el próximo mes de junio cuando acabe, previsiblemente, la medida tributaria del gobierno central que redujo el IVA que se aplica al aceite del 10% al 5%. A pesar de que, "es cierto que ha sido significativo, pero no suficiente para contener los precios", explica David Prats. Lo argumenta por el hecho que, insiste, los precios se han disparado en origen, por la falta de materia prima y por el incremento de otros costes en la cadena de producción. "Se han disparado los precios, pero entre la contención de precios que ha hecho el fabricante, en general, y la reducción del IVA, el precio en el lineal del supermercado, a pesar de marcar récord, no refleja el alto coste que tiene producir un litro de aceite actualmente". El Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadoras de Aceite (Anierac) considera que el posible efecto positivo de la reducción del IVA al 5% durante los últimos meses ha sido anulado por otros elementos colaterales, como el impuesto al plástico -que Anierac calcula en 450 euros por tonelada- y por el cúmulo de circunstancias negativas que se han acumulado este año en el sector, por lo cual es urgente abordar sus problemas con medidas que vayan a favor de mantener la competitividad del aceite y el liderazgo en la exportación, ya que España es el principal exportador de la UE. En los últimos meses, las exportaciones españolas se han ido reduciendo hasta registrar un 30% menos en diciembre de 2022, según los datos registrados en el Ministerio de Agricultura.
El directivo de Borges explica también que, aunque inicialmente se partió mucho por las posibles consecuencias del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania con respecto a los aceites de entonces, "el incremento del valor se multiplicó por tres en un inicio, pero posteriormente se ha reubicado", explica. La demanda se disparó en los primeros meses desde el estallido de la guerra. De hecho, en julio del 2022, el precio del aceite de girasol se había disparado un 87% respecto de julio de 2021, porque de Ucrania llegaban el 60% de las importaciones españolas de aceite de girasol. "Muchos fabricantes hicieron pedidos para aprovisionar sus stocks y, actualmente, "ya se ha digerido este incremento" y también se ha visto que las relaciones comerciales no se han paralizado del todo.