El automóvil ha sufrido este año una brusca moderación en la subida de los precios, desbocados en los últimos años. Con los últimos datos de la Agencia Tributaria (AEAT), los coches recién matriculados han incrementado un 0,75% su precio en el primer semestre respecto al mismo periodo del pasado año. No son los únicos. Esta semana, la Asociación Nacional de Comerciantes de Vehículos (Ancove), anunciaba que los coches de segunda mano se han crecido de enero a julio un 0,9% -según los datos del registro de la DGT- y, lo que es más llamativo, que en dos meses -abril y julio-, incluso se han producido descensos interanuales. Algo que no pasaba desde 2021. Una subida que supone crecer tres veces menos que el Índice de Precios al Consumo (IPC), que entre junio y julio ronda un aumento del 3% interanual.

Una menor inflación que también queda reflejada en los datos que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). Con los datos de julio conocidos esta semana, el precio de los coches nuevos crece un 1,1% (tras una fuerte subida del 0,4% en julio); los usados el 0,9% (subida del 0,5% mensual) y las motos apenas dos décimas, tras caer un 0,2% en julio. Unos datos que, aunque difieren de los obtenidos en la DGT y en Hacienda, marcan la misma tendencia.

El automóvil frena, pues, en seco si se analiza el histórico. Con los datos extraídos por la agencia tributaria del impuesto de matriculación, los precios subieron en el primer trimestre del pasado año un 8%; algo más, un 8,3%, en 2022; el 4,8% en 2021 y el 7,3% en 2020, en pleno confinamiento. Casi un 30% se han encarecido en los últimos cuatro años. Muy por encima de la subida de este 2024.

Algo más modesto ha sido el comportamiento de los usados. A diferencia de los coches nuevos, a los de segunda mano les afectó con dureza la pandemia, que supuso un descenso del 12% en el precio medio, casi 1.500 euros menos que en 2019. Los nuevos no han tenido descensos, al menos de momento. A partir de este batacazo, el coste de los turismos usados ha ido recuperando el precio que tenían antes de la pandemia. En 2021, recuperó un 3,2%, pero las fuertes subidas se produjeron en 2022 y 2023, con la recuperación de la demanda y, muy especialmente, la crisis industrial que supuso para el automóvil la falta de microchips que impidió abastecer la demanda mundial.

La falta de coches nuevos y su fuerte encarecimiento por la falta de stock provocó que muchos conductores volviesen la mirada hacia la segunda mano. Así, en 2022, en lo más duro de la crisis de los semiconductores, el precio de los turismos usados explotó un 12,3% y al año siguiente subió otro 3,4%. No obstante, en el conjunto del periodo, la segunda mano se ha limitado a recuperar los precios perdidos, pues frente al 30% de subida en los nuevos, han aumentado sus precios algo menos de un 6% en estos cinco años.

Precios controlados

Entre los motivos que explican la contracción de los precios destacan dos muy relevantes: una demanda que no acaba de despegar y, en este contexto, una fuerte competencia agudizada por la llegada de fabricantes chinos que no solo compiten en el mercado de los turismos electrificados (eléctricos e híbridos enchufables), sino en el segmento de los motores de combustión.

De enero a julio se han matriculado en España algo más de 619.000 turismos, un 5,6% más que en el mismo periodo del pasado año. Un mercado que no acaba de despegar y todavía está lejos de las 810.000 unidades vendidas en los siete primeros meses de 2019, anteriores de la pandemia. Lejos, igualmente, del 16% del incremento de las matriculaciones el pasado año, aunque la comparación no es muy correcta, pues en 2022, la falta de coches por la escasez de los chips, contrajo inusualmente el mercado.

La falta de compradores hace que las marcas tiren de ofertas para atraer a la clientela, lo que provoca un descenso del precio que realmente se paga en concesionario. Además, la contracción de las ventas no es exclusivo de España, sino que afecta al conjunto de la Unión Europea, lo que impide que los fabricantes desviar su producción de unos países a otros. La guerra de precios ha llegado, pues, a todos los grandes países.

Fabricantes chinos

Para añadir más leña al fuego, en los dos últimos años se han sumado más fabricantes en el reparto de una tarta reducida. La llegada de fabricantes chinos en 2022 y 2023 ha cogido una dimensión importante, pues con 27.888 turismos vendidos en lo que va de año, se quedan con el 4,5% del total del mercado español. Lo que suponen 7.100 coches más que en el mismo periodo del pasado año, cuando su cuota pesaba un punto porcentual menos, el 3,5%, según los datos de la consultora MSI.

Una competencia que tiene el precio como su principal carta de presentación, lo que ha obligado al resto de actores a contener sus precios, incluso bajarlos. Especialmente en el segmento de alto valor añadido, los electrificados, donde los chinos son muy fuertes, lo que ha hecho caer con fuerza el coste medio. Durante el pasado año, en el sector se decía que Tesla tuvo que reducir de media entre 7.000 y 10.000 euros sus modelos más asequibles para poder plantar cara a los chinos.

Un último factor ha influido en la contención de los precios del motor en lo que va de año: el cambio de composición del mercado. Las empresas de alquiler se han hecho con el mercado, con un crecimiento de 35% en el año, seguido por los particulares, con un incremento del 7,5%, pero un descenso en las compras del renting y de las empresas. El coche de alquiler es muy básico, con precios menores a los mismos modelos adquiridos por particulares, empresas e, incluso, por el renting. Por tanto, las ventas crecen poco y se concentran en modelos más baratos y básicos.