La luz y, sobre todo, su precio, se ha convertido en un trending topic y en una de las grandes preocupaciones de los españoles en el último año. Ya a finales de diciembre de 2021, el valor de la luz estaba explorando niveles que en ese momento sorprendían al mercado. Pese a ello, la entrada de 2022, y el origen de la guerra en Ucrania, terminaron por hacer pequeño cualquier precio récord que la luz había fijado con anterioridad.
Pese a que la situación se ha ido neutralizando poco a poco, el precio de este bien necesario para la ciudadanía sigue dando tumbos. Las recientes navidades dejaron el precio de la luz más bajo de los últimos 12 meses. El pasado 27 de diciembre, el valor de la luz en el mercado mayorista español se situaba por encima de los 109 euros por MWh, para ver como en fin de año, la luz cediese hasta los 2,65 euros por MWh. Una diferencia de más de 106 euros por MWh en apenas cuatro días.
Tras ello, el comienzo del nuevo curso trajo consigo un crecimiento del precio de la luz superior a los 138 euros por MWh, como el pasado 3 de enero. Ante estos vaivenes tan abruptos, gran parte de la sociedad española se hace la pregunta de ¿por qué el precio de la electricidad varía tanto en cuestión de uno o dos días? Y es que el mercado energético español ha entrado en una dinámica marcada por las variaciones, propias de las circunstancias económicas actuales.
¿Cómo funciona el mercado energético español?
Pese a ello, los tumbos del precio de la luz responden únicamente a una cuestión de demanda. Javier Colón, gerente de Neuro Energía, explica que “hace un año y medio nos parecía impensable ver el precio sobre los 100 euros por MWh, el mercado español estaba sobre los 40, 50 o 60 euros por MWh”. “Lo que antes parecía un escándalo, ahora parece relativamente normal”, agrega el experto.
Para entender la dinámica del precio de la luz, hay que saber que en el mercado eléctrico español está formado por un regulador, en el caso de la Península Ibérica es el OMIE, y por los operadores del sistema. Cualquier comercializadora puede entrar en el mercado energético (con una aprobación previa) y acceder tanto a la generación como a la comercialización de la electricidad.
Javier Colón, gerente de Neuro Energía, explica que “hay una cantidad de energía que la gente quiere comprar. Cada comercializadora va al mercado a ofertar la compra de energía para el consumo que tiene previsto que van a demandar los clientes al día siguiente”. Es decir, cada empresa se hace a la idea de la cantidad de energía que van a consumir los clientes, y con eso, lanzan la oferta de compra. Tras el cierre del mercado, a las 12:00 h, se negocia y se compra la energía para el día siguiente.
OMIE, que es el operador del mercado ibérico, se encarga de recibir las ofertas de compra y venta de energía. Quienes venden la energía determinan cuanta cantidad tienen, y el precio al que están dispuestos a venderla. Por su parte, quienes compran la energía, especifican la cantidad que necesitan y el precio al que están dispuestos a pagarlas. El precio mínimo de venta es 0 euros por MWh, mientras que el de compra de 3.000 euros por MWh.
Tanto las ofertas de compra como las de venta se especifican sobre una gráfica en forma de curvas, siendo la de compra decreciente y la de venta creciente. En el momento en el que las curvas se cruzan, se establece el precio de la luz, conocido como punto de casamiento.
¿Y por qué el precio de la luz es más caro una vez que otra?
En este punto entra en juego la procedencia de la electricidad. A diario se hace un recuento de la aportación que, por ejemplo, la energía eólica hace al suministro energético. Del mismo modo, se aglutina el porcentaje que cada tipo de energía (hidráulica, solar, gas, nuclear…) aporta al suministro energético diario. “Las renovables suelen ir a precios muy bajos”, explica Javier Colón, gerente de Neuro Energía, mientras que otras fuentes energéticas como el gas o el carbón son más caras. Y es que las tecnologías y, sobre todo, los sobrecostes del hidrocarburo inflan su precio y, por ende, el de la luz.
Por su parte, la nuclear se caracteriza por suministrar energía a un ritmo constante, por lo que su precio no presenta fuertes variaciones. En este punto, cabe recordar que las renovables (eólica, solar, hidráulica…) son más baratas que el resto de las fuentes energéticas. Y tras esto, interviene la demanda diaria. El gas o la nuclear tiene mayor capacidad para satisfacer una demanda elevada. Es por ello por lo que un día con un repunte de la demanda, se hará más uso de una energía que sea capaz de cumplir con las exigencias de la ciudadanía. Se recurrirá más al gas, o a la nuclear, antes que a las renovables. Estas al ser más caras, harán que el precio de la luz de ese día sea más elevado.
“Tenemos compradores que compran a cualquier precio, y vendedores que venden, muchos de ellos a precios bajos (las renovables) y otros que lo hacen con precios más elevados. ¿Qué ocurre? Que cuando el día que la demanda es tan pequeña, y la aportación renovable es tan alta y puede cubrir esa demanda, el precio de la luz es muy bajo”, explica Javier Colón, gerente de Neuro Energía.
La procedencia de la energía varía el precio de la luz
Es por ello por lo que los días que marcan un precio de la luz muy bajo responden, bien a una demanda escasa, o a una aportación de las renovables elevada, como fue el caso de las últimas navidades. A finales del pasado año, la aportación eólica fue importante sobre el precio de la luz, por lo que la escasa demanda energética (característica de la temporada navideña) se cubrió con energía renovable. De ahí que los precios de la luz fuesen tan bajos a finales de 2022.
El precio de la luz diario se certifica en función de varios factores. Pese a ello, la demanda y la procedencia del suministro energético son dos puntos clave a la hora de ver un precio más bajo o elevado. Además de esto, las comercializadoras añaden un sobrecoste que va en función de las tecnologías que utilicen para canalizar la energía, o si cuentan con algún impuesto añadido.
Por ejemplo, las centrales de gas añaden al precio del hidrocarburo un impuesto por CO₂ y demás parámetros que terminan elevando el precio de la luz. Del mismo modo, no vale lo mismo la electricidad procedente de la eólica o solar que de la hidráulica de embalses, la cual debe hacer pasar agua por sus turbinas para generar energía.