El Banco de España vuelve a revisar las proyecciones macroeconómicas que hizo en octubre. El supervisor insiste en el último ‘Informe Trimestral de la Economía Española’ que la coyuntura económica es “extraordinariamente incierta” lo que le lleva de nuevo a hacer cambios. Asume que los precios seguirán altos en 2023 y 2024, de manera que no bajarán del 2% (que es el objetivo del Banco Central Europeo) hasta 2025. Lo que alimenta que se produzcan más subidas de tipos de interés en Fráncfort. Asimismo, el BdE prevé ahora que el PIB – que mide el crecimiento de nuestra economía- crezca algo más este 2022 de lo que había previsto anteriormente.
Así lo pone de relieve el organismo en el informe publicado este martes, donde apunta a que la inflación acumulada en 2022 será del 8,4% y del 4,9% en 2023. Esto supone una revisión a la baja del índice de precios (IPC) del 0,3% y del 0,7% respectivamente. Sin embargo, el Banco de España advierte ahora que en 2024 los precios no estarán por debajo del 2% como había adelantado en octubre. Su previsión es que la inflación alcance el 3,6% (un 1,7% más) y que no sea hasta 2025, dentro de tres años, cuando bajen hasta el 1,8%.
Estas cifras se verán muy condicionadas por la evolución de los precios energéticos en los próximos trimestres. Lo que, a su vez, dependerá de factores muy diversos, como la evolución de la guerra en Ucrania, el comportamiento de la temperatura en Europa durante los dos próximos inviernos y el grado de dinamismo de la economía china. Pero también, por la duración, el diseño y la intensidad de las medidas públicas —actuales y futuras— desplegadas por los organismos públicos para mitigar el encarecimiento de la energía. Dado el contexto, el supervisor explica que a corto plazo predominan los riesgos al alza en la inflación, mientras que en las proyecciones de crecimiento económico los riesgos van a la baja.
Por este motivo, el Banco de España estima ahora que el PIB de nuestro país crecerá un 4,6% (0,1% más) este año, pero solo crecerá un 1,3% en 2023 (un 0,1% menos) por el empeoramiento del contexto exterior. También revisa a la baja el crecimiento económico de 2024 en un 0,2%, hasta el 2,7%, porque el Gobierno va a extender durante el próximo ejercicio las medidas de ayuda para reducir el impacto de la crisis energética. Y fija el PIB de 2025 en el 2,1%.
La debilidad de la actividad económica “aún seguiría siendo significativa” en el primer trimestre de 2023, como consecuencia de los mismos factores adversos que han penalizado el avance del PIB en la segunda mitad de 2022, explica el informe. No obstante, a partir del segundo trimestre del año próximo el crecimiento económico recuperaría vigor de manera paulatina, a medida que, entre otros factores, mejoren las rentas reales de los agentes —si va bajando la inflación—, se recuperen los mercados exteriores y se desplieguen los proyectos de inversión vinculados con el programa Next Generation EU (los fondos europeos).
Si los precios siguen altos, habrá más subidas de tipos
Los bancos centrales de las principales economías desarrolladas han ido subiendo sus tipos de interés para frenar la inflación, enfriar la economía y el consumo. Así, el Banco Central Europeo (BCE) ha elevado el precio del dinero cuatro veces este año, hasta el 2,5%, con el objetivo de reducir la inflación al 2%. Pero las previsiones de inflación del Banco de España y otros organismos oficiales, ya apuntan a que el ritmo de subidas se mantendrá en 2023.
Tras las continuas revisiones al alza de la inflación, el Consejo de Gobierno del BCE anunció en su última reunión que los tipos de interés tendrán que incrementarse aún más hasta alcanzar niveles suficientemente restrictivos para asegurar que la inflación vuelva a situarse de forma oportuna en el objetivo del 2% a medio plazo. En España, la inflación se ha moderado más que en Europa (6,8% en noviembre, frente a 10,1% de la Eurozona) principalmente por el descenso de los precios energéticos. Sin embargo, los precios de los alimentos han seguido acelerándose, hasta alcanzar una tasa de crecimiento interanual del 14% en noviembre, más que la media europea.
La desaceleración de los precios energéticos se explica por la caída mes a mes de los precios de la electricidad a causa del abaratamiento del gas utilizado en la producción eléctrica y en los de los combustibles y carburantes, en línea con el descenso observado en el precio del petróleo, explica el Banco de España. Esto ha hecho que la inflación subyacente también se desacelere en los últimos meses (desde el 4,6% de julio hasta el 4% de noviembre), a raíz, fundamentalmente, de la ralentización en los precios de los servicios.
En parte, dicha ralentización habría sido consecuencia de las medidas de abaratamiento del transporte público y del tope al incremento de los alquileres establecidas por el Gobierno, que habrían reducido en tres décimas, aproximadamente, la tasa de inflación general en noviembre. Otra de las consecuencias del incremento de precios, apunta el informe, ha sido la caída del consumo, que ya ha empezado a observarse entre septiembre y diciembre, sobre todo en ocio y hostelería. Las altas tasas de inflación —que erosionan el poder adquisitivo de los hogares—, la elevada incertidumbre, el endurecimiento de las condiciones de financiación y unos niveles de confianza muy reducidos, especialmente entre los hogares con menor renta, están detrás de esta caída.