Los productores de cava, agrupados bajo la Denominación de Origen Cava, prevén cerrar 2023 con un récord: superar los 250 millones de botellas vendidas, en buena parte gracias al tirón de la demanda en el mercado español, a tenor del balance de los primeros nueve meses del año y a la espera de que la campaña de Navidad será “como mínimo igual de buena que la de 2022”. El pronóstico lanzado por el presidente del Consell Regulador, Javier Pagés, se fundamenta en el incremento del 2,35% en el número de botellas vendidas entre enero y septiembre -que podría alcanzar el 4% en el conjunto del año- que se ha elevado a 170 millones, un 70% de las cuales se han destinado a la exportación a 150 países.
“El motor de la demanda se ha centrado en el mercado español con un incremento del 7,65% en los primeros meses de este año”, ha concretado Pagés y lo ha atribuido a la evolución de la economía en el conjunto de la península ibérica, “de las más favorables en Europa”, con crecimientos del PIB de más del 2%. "La restauración, la hostelería y el turismo han tirado de la demanda interior y si la campaña de Navidad nos acompaña, los resultados de este año serán ligeramente superiores a los de 2022, que se cerró con unas ventas de 249 millones de botellas". Pagés ha señalado que en el resto de Europa la situación es muy distinta por cuando en Alemania se padece “un retroceso del 0,5%” y el resto de principales economías han moderado la mejora del PIB entre el 0% y el 1%, ha señalado.
No obstante, Alemania se mantiene como el principal mercado exterior para el cava, y ha repuntado un 1,27% en los primeros nueve meses del año. Le siguen en volumen Bélgica, con un alza del 1,95%, y el Reino Unido con un 19,33%. El presidente del Consell Regulador ha matizado que los picos de demanda tan elevados tienen generalmente una razón de ser muy clara: “los distribuidores quieren acumular estoc en previsiones de las ventas” y, posiblemente, “para comprar barato si creen que los precios aumentarán”. En este sentido, Pagés ha advertido que, sin duda, ha habido una repercusión del encarecimiento de los costes del precio de la uva, de la mano de obra y de la elaboración. Una situación que puede acentuarse en futuras anualidades, ya que, a causa de la sequía, el volumen de las vendimias ha descendido. “Las escasas cosechas de 2022 y 2023, que no se espera que mejoren en 2024, se reflejaran en los cavas que salgan al mercado a partir de 2025”, ha asegurado.
Siguiendo con las previsiones, en volumen de ingresos, la DO Cava estima que la facturación agregada de todas las bodegas tendrá un comportamiento favorable que rondaría un alza del 12%, un porcentaje algo más reducido que el registrado en 2022, y podría rozar los 2.500 millones. En concreto, el pasado año, la facturación del sector creció un 15%, al pasar de 1.905 millones en 2021 a 2.192 millones en 2022.
No obstante, desde el Consell Regulador se insiste en que lo importante es que el sector crezca en calidad y, por lo tanto, en valor, más que en volumen. Con 349 bodegas asociadas y más de 38.000 hectáreas de viñedo, “mantenemos nuestra decidida apuesta en productos de más calidad y prestigio, y contribuir a crear valor en toda la cadena del sector, desde los viñedos a las bodegas”, ha insistido. El valor provendrá de los esfuerzos del Consell Regulador en segmentar y zonificar el cava y la promoción de los segmentos más cualificados como los cavas de guarda superior, aquellos asociados a la producción ecológica y que deben cumplir una serie de requisitos como su procedencia de viñedos con un cultivo superior a los 10 años, entre otros. A este respecto, y ante la demanda de algunos productores y elaboradores que piden medidas de flexibilización en estas normas de segmentación para atajar el impacto de la sequía en el sector, Pagés ha sido rotundo al manifestar que no se puede hablar de “flexibilidad si ello va en detrimento de la calidad del proceso de elaboración y crianza”; aunque se ha mostrado abierto a algunas pequeñas modificaciones, sin entrar en más detalle.