La economía de Catalunya sigue una tendencia creciente desde el año 2000, pero el poder adquisitivo de los hogares ha roto la convergencia con la UE-5 (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica), hasta el punto que el PIB per cápita del primer trimestre de 2023 está situado a los mismos niveles de 2007. Esta es una de las conclusiones del último informe de los Indicadores de Progreso y Bienestar (IPB Cámara) que muestra como la convergencia de Catalunya con el núcleo de Europa en términos de progreso económico se estanca, y se observa un retroceso en términos de sostenibilidad social y ambiental. Con todo, "Catalunya no se está empobreciendo en términos económicos", ha explicado el jefe del Gabinete de Estudios Económicos y de Infraestructuras de la Cambra de Comerç de Barcelona, Joan Ramon Rovira, pero sí que lanza una alerta sobre el estancamiento del salario real desde el 2004 y de la productividad. Esta visión contrasta parcialmente la que expuso recientemente el Cercle d'Economia que defendía el estancamiento en términos reales del PIB per cápita en Catalunya, entre 2000 y 2021.
Varios factores determinan esta situación, que además se ha producido en dos décadas marcadas por la crisis financiera y la sanitaria por la Covid-19, pero radica básicamente en la divergencia entre los aumentos salariales y de la productividad en Catalunya, hecho que ha erosionado la equidad del modelo de crecimiento en el largo plazo, y lo pone en riesgo. Rovira ha subrayado que la productividad debe crecer al mismo ritmo que los salarios: de lo contrario, "tienes un problema de competitividad" -si los salarios crecen por encima de la productividad- o de "equidad" -como ejemplifica el caso catalán-. La pandemia situó el PIB per cápita en Catalunya por debajo de la UE-5, un diferencial que todavía no se ha revertido, a pesar del dinamismo de la economía catalana de los últimos dos años. Otros aspectos como la falta de inversión en R+D o en educación en porcentaje del producto interior bruto (PIB) también se han dejado notar en negativo porque se ha ampliado la distancia que separa Catalunya de los países de la UE.
El progreso económico de Catalunya en las dos últimas décadas es palpable en términos de PIB per cápita, pero no se ha transformado en progreso y bienestar para las personas, porque es insuficiente, volátil y escasamente vinculado a mejoras de la productividad. Si bien desde el 2000, los salarios mejoraron en línea con los vecinos europeos hasta el estallido de la crisis financiera del 2008, a posteriori, la situación se revirtió a causa del aumento gradual del empleo y de la fuerte devaluación interna de los salarios. Eso ha llevado al contexto actual, en el cual con una presión inflacionista elevadísima, en 2022, Catalunya registró un máximo histórico del 17,8% en el número de hogares que sufrieron una privación material, es decir, que no pudieron afrontar los gastos básicos (alimentación y energía), muy superior a la magnitud previa a la crisis sanitaria (11,9% en el 2019). "Eso teniendo en cuenta que estamos hablando de un periodo en el cual se han puesto en marcha medidas desde el sector público", ha indicado la presidenta de la Cambra de Comerç, Mònica Roca.
Se registra "una falta de calidad del patrón de crecimiento de la economía catalana", ha manifestado Rovira, porque la media de los salarios se mantiene por debajo de la convergencia con la UE-5, cuando en términos de PIB estamos casi en el mismo nivel". Es decir, mientras que el PIB per cápita aumentó un 16,2% entre 2013 y 2019, por ejemplo, el salario por hora trabajada cayó un 2%, ha concretado. Es una distorsión del modelo, ya que en una economía equilibrada, los salarios tienen que ir acompañados por la tendencia de la productividad, y "aquí, Catalunya, ha sufrido un cierto retroceso".
Catalunya suspende en energías renovables
Catalunya también es vulnerable en términos energéticos. Está en riesgo su sostenibilidad ambiental. El informe menciona este capítulo con insistencia porque perjudica la competitividad de su tejido productivo y expone a los colectivos desfavorecidos a nuevos episodios de pobreza energética. "Estamos en la cola en el despliegue de energías renovables respecto del resto de España", ha explicado Rovira. El stock total de potencia eléctrica instalada no ha experimentado un avance significativo los últimos años (28,9% en el 2015 al 31,0% en el 2022), una tendencia claramente diferenciada en relación con el resto de la España, pasando del 48,8% al 62,4% durante el mismo periodo.