El Banco de España es un poco más rico desde hace medio año, y con él todos los españoles, gracias al “rally” del oro en el mercado internacional. Unas subidas que han permitido que las reservas de oro del banco central español se hayan revalorizado 5.080 millones de euros desde octubre, en porcentaje, un 33% que, anualizado, le ha rentado un 65%. Pocos activos pueden presumir de tales intereses. Día tras día, el valor del oro marca máximos históricos desde que empezó el año y ya se ha instalado por encima de los 2.000 dólares -en euros, 1.880- la onza (31,1 gramos). Este viernes ha vuelto a hacerlo, y ha alcanzado puntualmente el máximo histórico de 2.426 dólares (2.281 euros), aunque a final del día se desinflaba en casi 100 dólares, hasta el precio del jueves como soporte.
En marzo y abril del pasado año, el oro rebasó por primera vez el umbral de los 2.000 dólares, aunque desde ese mes inició un descenso continuado hasta tocar el mínimo el 4 de octubre, 1.821 dólares la onza. Desde octubre, con algún diente de sierra, se ha generalizado una fiebre por el metal amarillo que ha elevado el precio un 33%, superando los 2.400 dólares este viernes. Los expertos hablan de continuidad y auguran que en lo que queda del año y el próximo, mantendrá la cotización por encima de los 2.000 dólares. Y en el largo plazo, seguirá al alza si no cambian mucho las cosas.
El experto de inversiones de ON ECONOMIA, Luis Aparicio, explicaba la semana pasada los motivos de semejante frenesí inversor. Por un lado, una conjunción de factores meramente económicos, como la evolución de la inflación, la revalorización del dólar y perspectivas de bajadas de tipo a muy corto plazo. Por otro, factores geopolíticos que han llevado a que numerosos bancos centrales de todo el mundo se hayan lanzado a acumular lingotes y lingotes, especialmente de los países emergentes.
El Banco de España no está entre los bancos centrales compradores, según confirman a ON ECONOMIA fuentes de la entidad. De hecho, la última vez que incrementaron las reservas de oro fue a finales del siglo pasado. Lo que significa que el enriquecimiento del responsable de custodiar las reservas españolas se ha producido sin aumentar el volumen de oro almacenado. Es todo pura revalorización. En julio de 2007, las reservas se colocaron en 9,05 millones de onzas (256,6 toneladas) y desde entonces se han mantenido inalterables. Aunque no siempre fue así.
En 1998 fue la última vez que se incrementaron las reservas españolas del codiciado metal, pasando de 15,6 millones a 19,5 millones de onzas, casi un 40%, y el balance del banco en oro creció de 1.990 millones de euros (entonces en pesetas) a 4.814 millones. Pero la alegría inversora duró apenas un año, pues en 1990 se redujeron a 16,8 millones, aunque la fuerte revalorización del final del milenio permitió que, en valor, estuviese ligeramente por encima, en 4.873 millones de euros. Ya entrado el siglo XXI, el banco central español inició un descenso continuado de las reservas, de las que se fue deshaciendo con pequeñas ventas para evitar una depreciación del oro. En un periodo de dos años, se deshizo de casi la mitad, 7,75 millones de onzas, hasta colocarlas en los actuales 9,05 millones de onzas.
Sin venta, no hay beneficio
No obstante, no se puede decir que técnicamente el Banco de España, y los españoles, hayamos ganado dinero con el oro, pues para eso haría falta venderlo y obtener las oportunas plusvalías. Algo que no está ni en la voluntad de la entidad, ni en sus cometidos, pues el oro supone un valor refugio necesario por todos los bancos centrales como colchón de seguridad. Algo, para lo que el oro es esencial por la consistencia de su cotización, siempre al alza a largo plazo, junto con una cesta de cinco divisas (el dólar de EE.UU., el euro, el renminbi chino, el yen japonés y la libra esterlina) denominada derechos especiales de giro (DEG).
Sin embargo, los movimientos del último medio año no tienen parangón en la historia del oro. Remontándonos a la pandemia, desde 2019 a 2022 se ha revalorizado un 21,8%, apenas un 5,5% de rentabilidad anual, aunque hay que descontar el bache sufrido durante el inicio de la pandemia, aunque duro solo unos meses. Finalmente, la incertidumbre y la crisis volvieron a sentar bien al oro, pues los inversores siempre acuden a este valor refugio. Pues bien, entre enero y septiembre del pasado año, su precio se incrementó un 8% y, desde octubre, hasta hoy un 33%, lo que arrojaría un 66% de rentabilidad anualizada. Sin duda, estos seis meses se han ganado el apelativo de rally.
Desde 1929
El oro siempre ha servido para tener los ahorros a buen recaudo. En el crack del 29, hace casi cien años, el oro se pagaba a 20,6 dólares la onza, por lo que ha multiplicado su valor por 117 hasta los 2.400 dólares actuales. Según los expertos, el dólar de entonces equivaldría a 18,23 dólares de los actuales, lo que demuestra la contundencia del oro frente a las divisas. Pero la evolución fue muy dispar, pues apenas dobló su valor, a 43,5 dólares en 1971 -con la Segunda Guerra Mundial por medio-, cuando estalló la crisis del petróleo. En tan solo dos años se multiplicó por 13, a 594 dólares, aunque se redujo en 1981 a 410 euros. Pero las dos últimas décadas del siglo pasado se indigestaron al oro, el único periodo largo donde ha perdido valor, de 410 dólares a 274. Pero en apenas un cuarto de siglo, ya entrado el XXI, ha sufrido la mayor subida de su historia, de 274 a 2.400 dólares.