Desde el 1 de enero de 2023, los alimentos (excluyendo las bebidas) se han encarecido de media un 8%, con unos desbordados y otros más comedidos. Ese mismo día, el gobierno de Pedro Sánchez aprobó reducir el IVA a 16 alimentos de primera necesidad: 3 bajaron del 10 al 5% y los restantes, del 4% a nada. El objetivo era conseguir que estos productos básicos bajasen de precio. Sin embargo, los resultados, según los datos de Índice de Precios al Consumo del INE, no son muy optimistas. Los 16 productos se han encarecido en conjunto —ponderando el peso de cada uno de ellos en el gasto anual de una familia española media— un 11%. Tres puntos más que el conjunto de toda la cesta de la alimentación.

No obstante, la subida media está muy distorsionada por el aceite de oliva, cuyo precio se incrementa desde el 1 de enero de 2023 un 60% y, a pesar de la rebaja del IVA, ha sumado 16 meses consecutivos de subidas. El pasado mes de mayo se ha producido la primera bajada en términos mensuales, un 2,1% respecto a abril. No obstante, en lo que va de año se ha encarecido un 12,4%, a pesar de que, gracias a una exigencia de Junts, se ha ampliado la rebaja impositiva a este producto. Si el año pasado se abonaba el 5%, este año se ha exonerado totalmente del IVA.

Descontando el aceite de oliva, el efecto de la reducción del impuesto en la contención de precios de estos alimentos básicos sigue arrojando un pobre resultado. Así, el precio de los 15 alimentos restantes financiados por el Estado ha subido en conjunto un 6,6% desde la entrada en vigor de la medida, prácticamente lo mismo que el resto de los alimentos que no se han beneficiado de la reducción impositiva, que en conjunto se han encarecido un 6,8%.

Bajadas de precio

En cualquier caso, el efecto ha sido muy desigual dependiendo del alimento. En la parte más positiva, de los 16 alimentos subvencionados, un tercio están hoy más baratos que hace 18 meses, un hecho relevante si se tiene en cuenta que ninguno de los alimentos sin rebaja del IVA está más barato hoy que hace año y medio. De los subvencionados, se han abaratado la harina, que ha reducido su precio un 2,7% desde que entró en vigor la medida; las pastas alimenticias, el 2,6%; la leche entera, el 0,4%, y la desnatada, el 4,2%; el yogur, un 4,2% y el aceite de girasol y de otras semillas un 37,1%. Aunque en este último, la reducción de precio se ha debido a la normalización del girasol de Ucrania, que se encareció durante 2022 más de un 45%.

Los otros 10 alimentos están hoy más caros, a pesar de que se han beneficiado de la reducción fiscal. Algunos, por debajo de la media del 8% y otros por encima. Por debajo, el arroz (sube un 7,8% en este año y medio); el pan (2,9%); queso (3,3%); huevos (4,3%) y legumbre y hortalizas congeladas (5,7%). Las subidas más impactantes, además del aceite de oliva, las han soportado las frutas frescas y refrigeradas (16,3%), las legumbres y hortalizas frescas (9,2%), las secas (12%) y las patatas (18,4%). Todos ellos con un gran peso en la cesta de la compra de los españoles, con ponderaciones muy altas (porcentaje sobre el gasto anual de una familia media). En conjunto, los 16 alimentos suman el 40% de la cesta de la compra de una familia, que de media dedica el 18% de su gasto a comprar alimentos (sin bebidas).

Merma de recaudación

Una contención de los precios que ha tenido un coste para el Estado de 1.700 millones de euros que se dejaron de recaudar durante el pasado año y otros 422 millones, en el primer trimestre de este año, lo que podría elevar a unos 700 millones el coste de la reducción del IVA de estos productos básicos. Es decir, entre 2023 y el primer semestre de 2024, se llevarían gastados por parte de Hacienda unos 2.400 millones de euros. Pedro Sánchez ha anunciado esta misma semana que se prorrogará la medida, previsiblemente para todo el segundo semestre, lo que podría suponer una merma de entre 500 y 600 millones de euros añadidos, en función de cómo evolucionen los precios, tanto en origen, como en los puntos finales de venta.

La medida generó mucha polémica entre los economistas, pero, también, en niveles políticos. Por esta última parte, el socio de gobierno español de entonces, Podemos, consideraba que actuar a través del IVA no era la herramienta más adecuada para contener los precios. En primer lugar, porque beneficiaba en la misma proporción a personas con altos niveles de renta, que a las capas más necesitadas. Por otro, denunciaron que parte de la rebaja impositiva no se trasladaría al precio final, y podría desviarse parte a los márgenes de la cadena de valor de la alimentación. En Podemos, como en otros partidos del espectro de izquierdas, eran partidarios de establecer cestas tipo de la compra, por no más de 25 euros.

Los economistas tampoco compartían la medida por el alto coste fiscal que supone y por tener un impacto poco selectivo. En aquellos momentos defendían ayudas directas, a través de cheques, para las familias más necesitadas.