Podríamos considerarlos como los 14 meses de gloria para la competitividad de las empresas españolas, al menos desde el punto de vista de los precios. España ha sido, y vuelve ser ahora, un país más inflacionista que el resto de los competidores europeos, lo que va sustrayendo atractivo a los productos españoles que, históricamente, han competido en precios. Pues bien, desde que se inició el repunte de la inflación en el verano de 2022 como consecuencia de la falta de ciertos productos elaborados, como los microchips, o naturales como el gas, España dio la sorpresa y se colocó como el país con los precios más moderados.

El cruce de caminos se produjo en septiembre de 2022, con una inflación ya disparada, cuando España, con un IPC interanual del 9%, se colocó por primera vez, por debajo de la media de la eurozona, 9,9%, pero también del conjunto de los 27 países de la Unión Europea, con un incremento de los precios del 10,9%. La buena racha se mantuvo así hasta noviembre del pasado año, cuando el incremento de los precios se puso, nuevamente, en contra de los productos españoles. En ese mes, el índice de precios al consumo marcaba un incremento interanual en España del 3,3%, mientras que la eurozona cayó a un 2,4% y en la Unión Europa al 3,1%. En solo dos meses, España se quedó varada en el 3,3%, cuando la inflación en la eurozona se redujo a la mitad -del 4,3% al 2,4%- y en la Unión Europea cayó del 4,9% al 3,1%.

Y, a partir de entonces, la brecha ha continuado abriéndose: en abril, último dato publicado por Eurostat, la inflación armonizada (difiere ligeramente del IPC que se publica en España), fue de un 2,4% en la eurozona y el 2,6% en la Unión Europea, mientras que la española se colocó en el 3,3%. Una brecha que ha crecido en mayo, cuando el interanual español ha sumado 3 décimas más, hasta el 3,6%, y la eurozona una décima menos. Por tanto, desde noviembre del pasado año, los precios han vuelto a jugar en contra de los productos españoles.

Malas previsiones del IPC

Una situación, que de cumplirse las previsiones, irá a peor. Esta semana CaixaBank Research ha modificado las que maneja para el conjunto de 2024 y 2025. Si el PIB registra mejorías respecto a los datos manejados hace 3 meses, la inflación ha sido revisada al alza. Así, según el gabinete de análisis de la Caixa, este año la inflación será en España de un 3,2%, un descenso de solo tres décimas respecto al 3,5% del año pasado y en 2025 se colocará en el 2,5%. Una bajada muy inferior al de los competidores de los productos españoles.  Las previsiones de CaixaBank Research apuestan por una inflación en la media de la eurozona del 2,4% en 2024 (sobre un 5,4% de 2023) y un 2,2% el próximo año. España se queda en peor situación que los otros países del euro, pero también frente al resto de los países desarrollados, que en conjunto tendrá un IPC del 2,7% en 2024 y 2025.

BBVA Research coincide con el análisis y este viernes ha elevado las previsiones del PIB al alza, pero también apuesta por una mayor inflación de lo esperado en marzo. Muy similar al de CaixaBank Research, pronostica una inflación del 3,3% este año y un 2,4% el próximo. “La inflación ha sorprendido al alza y ha dejado de caer por la persistencia en la inflación de servicios”, señalan en BBVA Research.La inflación cae, pero todavía muestra resistencia a bajar, con un aumento esperado en el coste de la cesta de la compra del 3,3% en 2024 (actualmente en el 4,4%) y del 2,4% en 2025. La tensión geopolítica y la estabilidad en los precios minoristas de la electricidad limitan la caída de la inflación, mientras que los costes agrícolas siguen altos. Solo 4 de cada 10 de los productos en el IPC muestra un crecimiento de sus precios inferior o igual al 2%, cuando lo consistente con el objetivo del BCE es 6 de cada 10. Hacia delante, la atención estará centrada en la evolución del coste de los servicios y la posible reintroducción de medidas fiscales”, señalan los analistas del gabinete de estudios del banco.

No obstante, el efecto del remonte de la inflación desde inicios de este año no se ha dejado notar sobre el precio de las exportaciones, al menos todavía, gracias al arrastre del diferencial de precios favorable a las empresas españolas durante 16 meses. Así, según los cálculos de los economistas del BBVA, “los precios de las ventas de servicios al exterior continúan aumentando menos que en otros países competidores. Desde el inicio de la pandemia, las exportaciones de servicios no turísticos se han abaratado en casi un 15 % en términos relativos frente a las importaciones”.

Factores de la producción

Conscientes de la fuerte competencia internacional que deben afrontar las empresas españolas, perder la ventaja de precios debe ser compensado con otras medidas que contribuyan a aumentar la competitividad del tejido español. Pero no solo el español, sino el europeo en su conjunto, que está quedándose rezagado en algunos aspectos vitales. Javier Garcia-Arenas, analista de CaixaBank Research, señala que la Unión Europea se enfrenta a un triple desafío:

Cómo incorporar de manera exitosa las nuevas tecnologías, con mención especial a la Inteligencia Artificial, para aumentar su crecimiento potencial y al mismo tiempo mitigar las disrupciones en el mercado laboral que eviten el auge del neoluddismo (corriente filosófica que se opone al desarrollo tecnológico y científico de la sociedad moderna).

Cómo potenciar la inversión y mejorar la productividad en un contexto de elevada heterogeneidad entre países y elevadas necesidades de inversión.

Cómo alcanzar una verdadera integración de sus mercados de capitales que permita financiar estas inversiones.