A diferencia del año pasado, la campaña de regadío de 2024 en las comarcas de Poniente ha podido contar con suficientes reservas de agua para garantizar el riego a todos los cultivos. Algo que solo se confirmó tras las lluvias de primavera y el deshielo que llenó embalses que alcanzan canales como el de Catalunya y el Aragón, el Urgell o Segarra-Garrigues. En el caso del maíz, que se pudo sembrar en 2023 por falta de agua, se va recuperando progresivamente y dónde más se nota es en las segundas cosechas, es decir, cuando se planta después de segar el cereal de invierno.

La sequía que afectó severamente la campaña de riego del año pasado, especialmente al ámbito del canal de Urgell y lo Segarra-Garrigues, pero también a otras infraestructuras que benefician las tierras de Poniente, hizo que cayera hasta prácticamente en la mitad la producción de maíz. En concreto, se pasó de producir 356.822 toneladas en 35.067 hectáreas al 2022, a 123.356 toneladas en 11.967 hectáreas al 2023. El cierre anticipado del canal de Urgell, cuando no hacía ni un mes que había empezado la campaña, ya encendió todas las alarmas y se pidió no plantar este tipo de cultivo que requiere un elevado consumo de agua para poderla reservar para los árboles frutales. Muchos agricultores apostaron por cultivos alternativos como el girasol o el sorgo, y otros sencillamente decidió dejar los campos baldíos, informa ACN.

Por debajo de 2022

Solo se pudo cultivar maíz al ámbito de canal auxiliar de Urgell, que se alcanza del sistema de la Noguera Pallaresa y que no sufrió restricciones, así como en otros puntos del canal de Aragón y Catalunya, donde la sequía no fue tanto severa. Este año la situación ha cambiado, pero el aumento de hectáreas de cultivo de maíz no se ha recuperado con el volumen del que vendría a ser un año normal. Según datos del Departamento de Acción Climática del mes de junio, a la demarcación de Lleida se han plantado 13.500 hectáreas de maíz, un número que todavía queda lejos de las más de 35.000 de hace dos años.

El hecho de tener agua asegurada por la campaña de riego ha provocado, según Santi Caudevilla, que en tres meses se haya pasado de no tener prácticamente "opción de siembra" de maíz a tener una siembra "nunca vista" de segunda cosecha de este cultivo. La segunda cosecha tiene lugar una vez se ha segado el cereal de invierno, ya sea cebada o trigo, y, por tanto, el maíz se planta entre junio y julio para ser recolectado entre octubre y noviembre. Las segundas cosechas han aumentado porque los campesinos no han sabido prácticamente hasta junio que tendrían el agua asegurada para poder regar durante toda la campaña. Esto provocó que en el momento de sembrar el maíz en la primavera, hubiera un 90% de la superficie regable ocupada por plantaciones de cereal de invierno.

Caudevilla también ha puesto en valor que las segundas cosechas se están beneficiando de las elevadas temperaturas del verano, puesto que la planta se encuentra en un momento inicial de la fase de crecimiento y si recibe suficiente aportación de agua no tiene problemas. Por el contrario, los maíces de primera cosecha, que se plantaron en marzo, se ven castigados por el calor, puesto que sufren en el momento de polinización.

Restricciones en el Urgell

La presente campaña de riegos en el canal principal del canal de Urgell continúa sufriendo restricciones a causa de la sequía. Así lo recordó esta semana la Comunidad General de Regantes en el boletín que publica cada quince días. Las aportaciones del Segre durando este año hidrológico quedan un 25% por debajo de la media, afectando la disponibilidad de agua de riego y limitando la asignación a 5 hidros por hectárea, si no hay mejoras significativas de las reservas. En previsión de esta situación de escasez, los regantes ya realizaron una planificación restrictiva de cultivos con cerca de un 55% de cultivos de invierno.