El sector porcino de capa blanca, que aboga por el entendimiento en las relaciones comerciales entre la Unión Europea y China, confía en revertir la crisis que se ha generado por la apertura de una investigación antidumping sobre la importación de carne de cerdo y sus subproductos originarios de la UE. De momento, la determinación del sector es la de colaborar con las autoridades chinas para compartir toda la documentación que precisen. Esta ha sido la respuesta de China a los aranceles que la Unión Europea ha impuesto a las importaciones de vehículos eléctricos chinos.
Se abre una etapa de incertidumbre, puesto que el proceso durará cerca de un año y en el que hay mucho tiempo, tanto para que la UE y China lleguen a acuerdos como para empezar a pensar en alternativas. "Estamos hablando de una investigación y no se ha apuntado qué medidas podrían tomarse", argumenta Alberto Herranz, director de la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (Interporc). “Dentro de la incertidumbre tenemos una luz de optimismo porque uno de los valores competitivos que tiene el sector es su diversificación y posicionamiento en los mercados internacionales, con operaciones comerciales en más de 130 países”, añade Herranz.
Por ello, la amplia zona del sudeste asiático con países como Vietnam o Corea del Sur con economías en desarrollo, cuyos habitantes están aumentando su poder adquisitivo y se está creando una cierta clase media, serán objetivo de análisis y una oportunidad para el crecimiento del sector en el exterior. Además de estos, y de Japón o Filipinas, Europa es también un destino principal de la producción española (Francia, Italia o Alemania, este último por el descenso de su propia producción, lo que ha convertido a España en el primer productor europeo).
Después de China, los mercados con más demanda de porcino español son Francia, Italia, Filipinas, Japón, Corea del Sur y Portugal. Actualmente, China aplica un arancel que oscila entre el 12% y 20% para los productos del cerdo, según ha detallado la interprofesional del cerdo ibérico (Asici).
La balanza comercial es positiva
Si bien es cierto que “cualquier barrera comercial que se instaure o se incremente afecta a la sostenibilidad de la actividad del sector que la padezca, el porcino español tiene una balanza comercial positiva”, señala Herranz. En 2023, la exportación del sector superó por primera vez la barrera de los 9.000 millones de euros. En total, vendió fuera de las fronteras españolas 2,8 millones de toneladas de carne y productos porcinos (-4,4%), por un valor de 9.030 millones de euros (+9,1%). Lo cual indica que, a pesar de la ligera reducción en volumen, ha habido un incremento del valor exportado.
Actualmente, con unas 90.000 explotaciones en España, la producción de carne de cerdo de capa blanca es de 4,88 millones de toneladas -con cifras de 2023-, un 50% de las cuales se destinan a la exportación; siendo China uno de los principales mercados, con 560.000 toneladas, equivalente a un negocio de más de 1.200 millones de euros.
Sin duda, “una afectación en el comercio con China tendría un impacto” en España, donde el sector está configurado básicamente por empresas locales y de capital familiar, advierte el director de Interporc.
Desde Porcat también se pide calma ante el anuncio de la investigación 'antidumping' y considera que esta coyuntura se puede superar, al igual que se ha hecho en crisis comerciales anteriores, sin ir más lejos, cuando Rusia cerró las puertas a las importaciones. Argumentan desde Porcat que la suma de las exportaciones a los países de la Europa central es superior al peso de la China, a día de hoy.
Parte del optimismo que transmite el director de Interporc se basa en el papel de la industria española como proveedora principal de China. Esta potencia asiática es el primer elaborador de porcino del mundo, con 60 millones de toneladas, y a la vez representa el 52% del total del consumo de esta carne. Esta relación entre oferta y demanda lo impele a tener que importar un 29% de lo que consume y de este porcentaje, un 22%, proviene de España. “Somos su principal proveedor, por delante de los Estados Unidos y Canadá”, remarca Herranz, en declaraciones a ON ECONOMIA.
La industria española -sometida a una estricta regulación sanitaria- satisface las necesidades de la China en cuanto a seguridad y control animal, pero además responde a su demanda con nuevos productos, elaborados casi exclusivamente para sus consumidores.
La petición para investigar las importaciones de cerdo europeo a China fue presentada el pasado día 6 por la Asociación China de Ganadería. Las pesquisas se centrarán en los productos importados en 2023 y en los 'daños' que estas compras provocaron al sector chino entre 2020 y 2023. En el proceso se revisarán productos como carne de cerdo o casquería, tanto refrigerados como congelados, así como grasa de ese animal y derivados de ella o de vísceras.
Afectación al cerdo ibérico
Por su parte, los productores del cerdo ibérico, que comparten partida arancelaria con los del cerdo blanco, temen también por los efectos colaterales de la guerra comercial entre Europa y la China. A pesar de que no ejerzan una competencia directa con la producción interna china del porcino de capa blanca, lo ven como una "noticia negativa", ya que una subida de arancel encarecería el producto y "eso redunda en las ventas"; de ahí que una de las "grandes demandas" del sector ibérico siga siendo que tengan un código arancelario propio que los diferencie.
La interprofesional del cerdo ibérico (Asici) ha pedido al Gobierno español que actúe para "intentar aliviar esa posible carga" arancelaria que puede imponer el gigante asiático y ha admitido que esta situación les llega "en un momento en el que el ibérico estaba apostando mucho" por China como "destino prioritario" después de que en los últimos cinco años haya incrementado un "104%" las ventas de jamón serrano e ibérico a ese país. De hecho, están ejecutando "importantes campañas" para aumentar su presencia en ese destino, pero ahora temen que el comercio "se vea algo frenado y mermado".
La industria española prefiere el Atlántico
La importancia que tiene China para la industria del porcino no es equiparable a todas las áreas de actividad económica exportadoras. “Actualmente, las empresas españolas y catalanas tienen la vista puesta al otro lado del Atlántico, no del Pacífico”, defiende Joan Tristany, director general de AMEC (Asociación de las Empresas Industriales Internacionalizadas). Las cifras demuestran que la exportación a Estados Unidos es tres veces superior a la que se lleva China, que es un mercado en descenso.
En 2023, las exportaciones españolas a la China representaron el 2% del total de ventas al exterior, tras un descenso anual del 5,4%, una tendencia que se está consolidando en lo que llevamos de año. Y para Catalunya, los porcentajes son de un 1,8% del total exportado, con una caída en 2023 del 21,8%. “Para que nos hagamos una idea de que, en general, son exportaciones moderadas, podemos compararlas con las ventas catalanas a la República Checa, que se llevan el 1,4% del total”, apunta Tristany. Mientras, los Estados Unidos son un mercado al alza: en 2023 supusieron el 4,9% para el conjunto de España y el 3,6% para Catalunya; porcentajes al alza en el primer trimestre de 2024.
El director general de AMEC analiza la situación actual de las relaciones comerciales y apunta a un triple eje. Por un lado, China aboga por el librecambismo, “que no proteccionismo”, porque lo que busca es “defender sus intereses comerciales en el exterior, por lo que no quiere “someterse a aranceles”.
En segundo lugar, los Estados Unidos trabajan para defender su mercado interior, una estrategia que viene condicionada por el volumen de su consumo interno, que es el fundamento del desarrollo de su economía. Y, en tercer lugar, Europa.
Europa tiene también un mercado interior con una gran capacidad de consumo, pero la apuesta es producir de manera sostenible y, en consecuencia, regular el comercio exterior -las importaciones- para que a su vez sean sostenibles. El problema, añade Tristany, es que las empresas europeas ven como no pueden jugar con las mismas reglas que los competidores internacionales -especialmente los asiáticos- y pierden competitividad.