Sale más a cuenta tener un trabajo temporal que uno fijo discontinuo, al menos en términos económicos, pues mientras el primero tiene una nómina de 1.866 euros mensuales, el segundo cae a 1.102 euros, 763 menos; en términos porcentuales, un 60% por debajo, según la Seguridad Social con datos de diciembre de 2023, los más recientes. Aunque los asalariados temporales siempre han estado mejor pagados que los fijos discontinuos, la reforma laboral ha incrementado notablemente la brecha, pues mientras los fijos discontinuos tienen salarios inferiores a antes del cambio normativo en 2021, los temporales han visto cómo se disparan sus nóminas.
Así, un trabajador fijo discontinuo cotizaba en diciembre del año pasado por valor de 1.102 euros, mientras que en diciembre de 2021, mes en el que se aprobó la reforma laboral, su salario era de 1.168 euros, 66 euros menos y una caída del 5,6%. Por el contrario, los temporales cotizaron de media a final del año pasado 1.865 euros y dos años antes, 390 euros menos, 1.475 euros, lo que supone un incremento de sus ingresos del 26%.
Todo ello, sin perder de vista que entre 2022 y 2023 hubo una inflación conjunta del 11,9%, por lo que el salario de los fijos discontinuos ha perdido un 17,5% de poder adquisitivo; o dicho de forma más clara, una cesta de la compra de 100 euros de finales de 2021 hoy supondría un desembolso de 117,5 euros. Pues a esa pérdida de poder adquisitivo, hay que sumar que los fijos discontinuos de ahora cuentan, por cada 100 euros de entonces, 5,6 euros menos. Sin embargo, el salario de los temporales ha ganado un 14% de valor de compra, descontada ya la inflación, lo que significa que por 100 euros que tenía para gastar en 2021, ahora en su monedero hay 114 euros.
Efecto de la reforma laboral
La caída de los salarios de los fijos discontinuos, especialmente alta si se mide en poder de compra, desde 2021 es un efecto directo de la reforma de este modelo contractual. De 2021 hacia atrás, los fijos discontinuos se limitaban a actividades de temporada, pero con periodos largos. Muy frecuentes en la hostelería de costa, cuando se les contrataba antes de Semana Santa, estaban hasta octubre, y se les llamaba para el mes de Navidad. Igualmente, el sector de la educación, cuando los profesores de los centros privados eran contratados en septiembre/octubre, y cesaban en su actividad en junio. Quedaban fuera de estos contratos los esporádicos, de corta o muy corta duración. Pero la reforma laboral ha abierto los fijos discontinuos a estas actividades puntuales que se canalizan a través de las Empresas de Trabajo Temporal, que ceden a sus trabajadores fijos discontinuos a sus clientes para días o, incluso horas, aunque con la pretensión de encontrarles pronto un nuevo contrato.
Sin embargo, los trabajadores temporales se han quedado muy restringidos tras la reforma. Después de una dura negociación, el Ministerio de Trabajo transigió con la petición de los empresarios y creó la figura del contrato por circunstancias de la producción, que se supone más del 70% de los temporales actuales (435.000 en marzo), seguidos de los contratos por sustitución (112.000) y, en tercer lugar, a mucha distancia, los de artistas y personal técnico auxiliar (30.000). En los dos primeros, los salarios suelen equiparse al del personal en plantilla que desarrolla la misma labor, especialmente en el caso de las sustituciones, lo que explica el fuerte incremento de los salarios entre los trabajadores temporales. A cambió, los empleos indefinidos suponen ya el 44% de los contratos firmados cada mes, cuando antes de la reforma no llegaban al 15%.
Pluriempleados
Los cambios en el contrato de fijo discontinuo han permitido acoger buena parte de esos empleos temporales, con contratos con poca continuidad. En un informe de Fedea, recientemente publicado con el título de Cuántos son los trabajadores fijos-discontinuos, se concluye que la reforma generó rápidamente un stock de fijos discontinuos, de los que casi la mitad están en inactividad no empleados, con llamamientos “de muy corta duración y un tiempo total de trabajo por persona reducido”. Desde el Gobierno señalan que la contratación de fijos discontinuos se ha ralentizado, y que se trata de una falsa polémica.
Además, se produce un fuerte incremento de la ruptura de los contratos, en su gran mayoría por el abandono voluntario del trabajador, pero también por despidos. Fedea resalta el alto nivel de pluriempleo entre estos trabajadores. Así, uno de cada tres fijos discontinuos tiene al menos dos actividades, en su mayoría con otras modalidades contractuales -incluido el trabajo por cuenta propia, aunque casi 1 de cada 10 tiene al menos dos contratos activos como fijo discontinuo.
Brecha de género
Una brecha salarial que se incrementan especialmente entre las mujeres. Así, el salario de un varón con contrato fijo discontinuo es un 45% inferior que el de un temporal, pero si se trata del salario femenino, la diferencia es del 90%; es decir, una mujer fija discontinua cobre la mitad que otra temporal. Especialmente problemático, si se tiene en cuenta que 6 de cada 10 fijos discontinuos son mujeres, que se eleva a 7 de cada 10 cuando la jornada es a tiempo parcial. El salario de una fija discontinua a tiempo parcial ronda los 724 euros mensuales, frente a los 1.144 euros de un temporal a jornada parcial o los 1.210 de un indefinido, también a tiempo parcial.