Los hábitos de consumo en la industria de la moda han cambiado sustancialmente en los últimos años y la ropa de segunda mano se ha convertido en un fenómeno de masas. La mayor concienciación sobre el medio ambiente en los jóvenes, el encarecimiento del coste de la vida y la búsqueda de ahorro se suman a la tendencia creciente a comprar prendas usadas como parte de un movimiento identitario dentro del mundo de la moda. Grandes marcas como Zara, H&M o Shein están apostando fuerte por este mercado e incluso empresas de otros segmentos como Alcampo se han introducido en él, ofreciendo ropa de segunda mano en algunos de sus supermercados.
Tanto es así que en España seis de cada diez consumidores utilizan textiles de segunda mano y, de ellos, uno de cada tres compran en tiendas y aplicaciones especializadas, según un reciente estudio de la Asociación para la Gestión del Residuo Textil, formada por Decathlon, El Corte Inglés, H&M, IKEA, Inditex, KIABI, Mango y Tendam. El análisis pone de manifiesto la brecha generacional existente: los jóvenes de hasta 34 años son, con diferencia (casi dos veces más que las personas de 55 años), quienes más prendas de segunda mano compran.
La población comprendida entre 16 y 24 años es la que más aboga por vender las prendas y la que más utiliza las aplicaciones de compraventa como Vinted o Wallapop. Es, por tanto, el perfil de consumidor que menos vida útil da a la ropa, pero a la vez el que más contribuye a la circularidad de las prendas, según se desprende del estudio. Una situación que los expertos explican por diferentes factores.
"La causa principal es un cambio radical en los hábitos de consumo. La generación Z, nacida en la época del llamado 'fast-fashion' (moda rápida), donde las tendencias son cada vez más efímeras, ha normalizado la compra de todo tipo de artículos de segunda mano, haciendo ver así a otro tipo de consumidor que siempre ha sido más reticente, que el mundo de la 'segunda mano' no entraña tanto peligro como podía parecer", explica Susana García, profesora de EAE Business School.
La generación Z y la inflación impulsan su consumo
No obstante, motivos como la concienciación por el cuidado del planeta o el elevado coste de la vida también son clave en este fenómeno. "La sostenibilidad, tratar de reducir la huella de carbono y los daños al medio ambiente, de los que cada día somos más conscientes, parece ser otra de las causas que, unida a la inflación y debilidad de la economía, hacen que este mercado parezca cada vez más atractivo a todo tipo de consumidor", señala la experta.
Si bien este incremento se observa de manera más patente en los últimos años, especialmente tras la pandemia, el fenómeno viene de antes. "El crecimiento en el sector de la segunda mano es notorio desde 2015”, explica Rubén González, responsable de estrategia de Humana Fundación Pueblo para Pueblo, entidad que trabaja en favor de la protección del medio ambiente a través de la reutilización de textil.
González explica que, hasta 2020, el aumento de las ventas minoristas de clientes fue progresivo, pero se frenó con los efectos del confinamiento, algo que también afectó a Humana. "La recuperación llegó en 2021, una tendencia que despegó en 2022 y aceleró en 2023”, apunta. Humana vende a través de sus 52 tiendas artículos procedentes de las donaciones que los ciudadanos depositan en los 5.300 contenedores que la entidad tiene en la vía pública o en sus propios establecimientos. Luego se encargan de preparar la ropa en sus dos plantas de reutilización en Leganés (Madrid) y la Ametlla del Vallès (Barcelona) y las que están en buen estado las ponen a la venta.
Para empresas como Inditex, donde cada segundo se analiza y optimiza la logística y los hábitos de consumo de sus clientes, saber qué prendas se “revenden” es una información de oro
El proceso tiene un fin social, pues destinan los fondos generados por las ventas para impulsar proyectos de desarrollo en países de África, América Latina y Asia y acciones sociales en España. Desde Humana destacan que el número de clientes en sus tiendas de moda de segunda mano superó el año pasado los 2,7 millones de clientes, lo que supone un aumento del 36% con respecto al ejercicio anterior.
“La ropa de segunda mano se posiciona como la primera opción para un número creciente de consumidores. Es el mejor indicativo de que la moda reutilizada se ha quitado de encima prejuicios como el de ‘ropa para personas sin recursos’", señala Rubén González. En este sentido, el responsable de la entidad apunta a un cambio de mentalidad en la sociedad española, que se está impregnando de la conciencia del consumidor de países nórdicos, Inglaterra o Alemania.
"Se ve cada vez más como una alternativa de prestigio. Es una opción seductora para muchos segmentos de la sociedad y especialmente significativa es la respuesta de las nuevas generaciones, como la Z. Están convencidas porque es moda original y sostenible. Tienen menos poder adquisitivo y al mismo tiempo apuestan por el menor impacto posible en el consumo", añade. En este sentido, en Humana el 70% de los clientes de las tiendas de Humana declaran que al comprar un artículo de segunda mano dejan de comprar uno nuevo.
La información para las grandes marcas es oro
Sin duda, las generaciones más prematuras son las que han normalizado el consumo, con una falta de miedo y de prejuicios decisivos a la hora de comprar productos de segunda mano. "Es algo que tenemos que agradecer principalmente a los consumidores más jóvenes que se han encargado de allanar el camino a este tipo de consumo", apunta Susana García.
No obstante, la experta señala que el interés de las multinacionales por dar cabida a ropa de segunda mano ha sido crucial en su normalización y para llegar a consumidores de todas las edades. En definitiva, es un fenómeno de masas que les ha ayudado a figurar como marcas sostenibles y preocupadas por el medio ambiente, pero que a su vez tiene más ventajas, además de la de generar una buena apariencia de cara al público.
"Por un lado, pueden participar de un mercado cada vez más en auge, y evitar que sus clientes compren y vendan productos de sus marcas en otros 'marketplaces'. Se trata de estar donde están sus consumidores y si hay un cambio de tendencia, la apuesta más inteligente es moverse con ellos. Pero además, en la época del Big Data y la inteligencia artificial, para empresas como Inditex, donde cada segundo se analiza y optimiza la logística, y los hábitos de consumo de sus clientes, saber qué prendas se “revenden”, por qué medios, con qué frecuencia o qué interés real despiertan entre sus potenciales clientes, es una información de oro a la que, sin duda, podrán sacarle mucho partido después", explica la profesora.
En cualquier caso, si para las grandes marcas la rentabilidad a través de la diversificación es un factor determinante, para el consumidor el ahorro es el principal motor que mueve su consumo. "Vivimos en la era del 'fast fashion', de tendencias virales y efímeras, que obligan a renovar los productos mucho antes de necesitarlo. Eso implica dos cosas: acumulación de productos que no utilizamos y necesidad de adquirir las nuevas tendencias", comenta.
Por tanto, explica García, "parece lógico que apostar por vender y comprar productos de segunda mano ayuda a reducir el gasto, pero además, puede hacer accesible la compra de productos de calidad a los que a lo mejor tienen un acceso más limitado cuando se ofrecen de primera mano por las marcas".