China acaparó el pasado año un 80% de la inversión global para la fabricación de módulos de energía solar fotovoltaica y esa situación de dominio no parece que vaya a cambiar al menos de aquí a comienzos de la próxima década, teniendo en cuenta los precios de producción imbatibles que ofrece su industria, según un informe sobre las capacidades de producción de energías limpias de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El escenario que dibuja es preocupante desde el punto de vista geopolítico por la enorme dependencia del país asiático, que en el conjunto de las consideradas tecnologías limpias (fotovoltaica, eólica, hidrógeno verde, bombas de calor…) supuso en 2023 tres cuartas partes de la inversión en producción.