El año 2023 seguirá siendo complejo para el tejido empresarial de la pequeña y mediana empresa por una situación económicamente incierta, de la cual no quedan al margen las grandes corporaciones empresariales. El ejercicio se ha iniciado con un 52% de las pymes, tanto de Catalunya como del resto de España, con un nivel de beneficios por debajo de los obtenidos en el 2019, y con otro grueso importante del tejido ahogado por los incrementos del precio de la energía y de las materias primas, que no pueden repercutirles en el precio del producto final para no perder competitividad en los mercados estatal y mundial.
Esta es la visión generalizada de la industria y los servicios que ofrecen las patronales catalanas Foment del Treball y Pimec y es un buen resumen de cómo el estallido de la guerra en Ucrania fue el detonante que hizo estallar una situación económica que venía precedida por un año, el posterior a la covid-19, en que el consumidor aprovechó la salida de la pandemia para incrementar el gasto y en el cual la energía ya experimentaba grandes tensiones de precios -en la luz y el gas- a consecuencia de esta reactivación económica.
En este contexto, el inicio de 2022 ya vaticinaba que habría una presión inflacionista y que el Banco Central Europeo actuaría con un incremento de los tipos de interés para pararla. La guerra de Ucrania lo aceleró y la industria empezó a reducir la producción, porque era muy difícil ofrecer productos a precios competitivos con el coste que tenía la energía, la inflación desbocada y los tipos de interés al alza. El incremento del precio del dinero llegó, en muchos casos, en un momento delicado para las pymes de los sectores más afectados por la pandemia que se habían acogido a los préstamos financieros públicos (créditos ICO) y a líneas crediticias bancarias para sacar adelante durante 2020 y buena parte del 2021, un ejercicio que no mostró signos de recuperación económica hasta bien entrar el segundo semestre del año.
El año pasado, la industria en general tuvo que afrontar un incremento desmesurado y abrupto del coste de la energía y de las materias primas. El precio de la luz en el mercado mayorista se disparó en España durante un 2022, en qué fue por término medio un 88,3% más caro que en el 2021, 209,69 euros por megavatio hora delante de los 111,93 euros/MWh del año anterior, según los datos de OMIE. Detrás estaba el incremento del coste del gas, cuando el conflicto bélico afectó al suministro de Rusia hacia Europa. Eso, que fue muy perjudicial a la industria en general, ha beneficiado en los sectores energéticos, en particular, eléctricas y gasistas españolas, que han cerrado en el 2022 con un récord histórico de ingresos y de beneficios, a pesar de las medidas correctoras que ha aprobado el Gobierno central.
Los sectores más intensivos en energía han sido los más afectados de manera directa. En este sentido, destacan el transporte, la industria auxiliar de la construcción, la pesca, la metalurgia o la industria química, de material eléctrico y de maquinaria, y también la industria del automóvil, de manera que se añadió más presión a los problemas que se arrastraban de 2021. ¿Además del precio de la energía, también han repuntado los precios de una gran parte de las materias primas (metales industriales y productos agroalimentarios, especialmente por el tema de los fertilizantes) en los mercados globales, según el informe Cuáles son los sectores más afectados por el conflicto de Ucrania?, de CaixaBank Reseach.
Importaciones obligadas, exportaciones relativas
En este efecto generalizado había también una parte importante de las empresas que dependían del aumento del coste de las materias primas -como los cereales-, la reducción de la cadena de suministros y la interrupción del comercio entre los mercados y el incremento de las tarifas del comercio internacional.
En el ámbito europeo, importaciones y exportaciones se vieron muy afectadas, pero estas últimas -a pesar de ser importantes para algunas empresas- fueron las menos significativas. Rusia exportaba a España, aparte de la energía que hacía llegado a Europa (petróleo y productos derivados del petróleo, gas, carbón), acero laminado, metales y minerales ferrosos y no ferrosos, madera y fertilizantes. Vale tener en cuenta que, según datos publicados por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo antes de iniciarse el conflicto bélico, unas 5.400 empresas españolas mantienen relaciones comerciales con Ucrania. El valor de las operaciones había sido en el 2021 de más de 3.000 millones de euros, la mayoría en importaciones.
Por su parte, el volumen comercial con Rusia era mayor, con más de 9.500 empresas y un valor de 8.200 millones de euros, a cierre de 2021. De todas ellas, unas 5.000 empresas españolas exportaron bienes y servicios por valor de 2.200 millones de euros, mientras que 4.600 compañías más importaron por valor de 6.000 millones. Unos datos que por volumen correspondían al 1% del total de exportaciones e importaciones de España en el caso de los intercambios comerciales con Ucrania, y un 1,8% en el caso de Rusia. En el caso de Catalunya, Rusia solo representaba un 0,8% del comercio exterior catalán, si bien es cierto que los lazos comerciales con Ucrania eran mayores, sobre todo con respecto a las importaciones, que son tres veces más que las exportaciones, con un volumen de 372 millones de euros, básicamente por la compra de cereales.
Más costes, menos ganancias e inversiones
Por lo tanto, se deduce que las consecuencias de la guerra en el tejido empresarial han venido dadas más por un incremento de los costes energéticos y de las materias primas que, por una parte, han tensionado la inflación y, en consecuencia, han afectado al consumo de la población y con una caída de la demanda de bienes y servicios. Por otra parte, las empresas han tenido que asumir buena parte del incremento de los costes sin repercutirlo en el precio de los productos y restándolo del margen, para que contrariamente hubieran perdido competitividad y ventas. Tanto es así que las expectativas del empresariado catalán sobre la marcha de sus negocios se ha situado en terreno negativo desde finales de 2022, como recogía el informe de coyuntura económica de la Cambra de Comerç de Barcelona. No obstante, hoy por hoy, el mercado de trabajo mantiene una evolución moderada, pero ascendente, de manera que, con una subida generalizada de los salarios sometidos a convenio y si no se incrementa la tasa de paro en los próximos meses, el consumo de las familias puede tender a recuperarse ligeramente y será una contribución importante a la recuperación de la actividad económica empresarial.
Los Next Generation, un empuje determinante
También será importante, la ejecución de los fondos europeos Next Generation. La contribución de estos recursos está favoreciendo las inversiones empresariales que, de otra manera, se hubieran aplazado ante la incertidumbre sobre la evolución de la economía en este primer semestre del año a escala internacional. Los expertos consideran que los fondos europeos tendrán efectos persistentes a medio y largo plazo sobre el PIB, la inversión privada y los salarios porque contribuirán a la transformación del modelo productivo por medio de la digitalización y la sostenibilidad.