Los empresarios agroalimentarios del Baix Llobregat y el Institut Agrícola Català de Sant Isidre han mantenido este jueves una reunión con el conseller de Agricultura Óscar Ordeig, para trasladarle el efecto de la última Dana sobre la comarca, según informan en un comunicado. En concreto, han cuantificado en 450 hectáreas las inundadas en Viladecans y otras 200 en Gavà; así como efetos en Sant Boi y El Prat, según informan en un comunicado. El sector agroalimentario estima unas pérdidas entre 35.000 y 45.000 euros por hectárea, dependiendo de si la producción está al aire libre o en invernadero. En conjunto, más de 22 millones de euros.

Sin embargo, no quiere ayudas puntuales para recuperarse del impacto de las tormentas, sino medidas estructurales, con inversiones en infraestructura. Así, el comunicado dice que “exigen romper este círculo vicioso histórico y piden al Govern acometer las inversiones necesarias para que, en una próxima DANA, los centros de producción agroalimentaria se salven de lo peor. Los discursos políticos deben traducirse en realidades tangibles, sobre proyectos que llevan hechos muchos años y que sólo necesitan voluntad política y disponibilidad presupuestaria para acometerlos”, señalan.

En concreto, consideran como urgentes la retirada de los sedimentos de las rieras para ganar capacidad de desagüe y el drenaje de las aguas e instalar un segundo tornillo de Arquímedes en la Murtra y la automatización del sistema de compuertas para garantizar un rápido desagüe de la zona agrícola. “De ello depende que el Baix Llobregat sobreviva y que, con ello, lo haga el área metropolitana de Barcelona. Dando cumplimiento a la Moción 254/XIV de octubre de 2023 promulgada por el PSC y aprobada por la mayoría de los partidos del arco parlamentario”, señala el comunicado.

Evitar, mejor que curar

El comunicado defiende que la reunión de este jueves ha ayudado a que las autoridades sean conscientes de la destrucción productiva que supone un fenómeno meteorológico de estas características, pero, “sobre todo, para darse cuenta del coste que tiene no tener los instrumentos técnicos adecuados que permiten evitar la gran mayoría de las consecuencias negativas de una gota fría

En su opinión, la inundación de un campo tiene las mismas consecuencias que la “destrucción de una fábrica, el hundimiento de una carretera o el incendio de un centro de transformación industrial”. Advierten de que supone destruir la capacidad productiva por un tiempo que, en algunos casos, rebasa una temporada completa.

Ayudas puntuales

“Ante esta situación, la reacción lógica es la de pedir apoyo económico a la Administración para cubrir costes sobrevenidos como salarios, subsidios de desempleo, ERTE, costes de la limpieza, entre otros”, dicen. Sin embargo, en su opinión “pedir ayudas masivas, aunque parece la medida más fácil, termina siendo un mal remedio a medio y largo plazo”. El sector agroalimentario del Baix Llobregat defiende que en prácticamente todas las catástrofes naturales, el dinero llega tarde, mal y es escaso. Y esto es así, aclaran, no sólo porque pueda haber ineficiencias administrativas y políticas, sino también porque el instrumento “(gasto en ayudas) no es el más adecuado cuando estamos hablando de la destrucción del tejido productivo. Hay múltiples ejemplos recientes”.

Críticas a la Generalitat

“Históricamente, la Generalitat ha dejado de preocuparse por las inundaciones (y, la otra cara de la moneda, la sequía)”, dice el comunicado que considera que en el momento en que se empieza la reconstrucción y se dan algunas ayudas, “el clima se normaliza, postergando las inversiones necesarias en infraestructuras hídricas que permiten encauzar las aguas torrenciales”.