Cuando Banco Sabadell rompió las anteriores negociaciones de fusión con el BBVA el 27 de noviembre de 2020, los analistas lo consideraron el perdedor y, aquel día, la cotización de sus acciones cayó hasta los 0,35 euros. Más de tres años después, cuando la fusión vuelve a estar sobre la mesa, sus acciones se situaron este viernes, al cierre de la sesión, en 1,88 euros, un valor que multiplica por 5,37 el que tenía cuando dio calabazas a su pretendiente. En este mismo periodo de 41 meses, las acciones del BBVA tan solo han multiplicado su valor por 2,48. Si entonces se calculó la compra del Sabadell en 3.000 millones de euros ahora podría superar los 10.000. Estos datos no solo dan la razón a Josep Oliu Creus, sino que le permiten encarar la negociación con mucha fortaleza.
Hasta ahora, Oliu se ha opuesto, personalmente, a los que han intentado apoderarse del Sabadell por considerar que son ellos los que están en condiciones de comprar bancos. Curiosamente, la propuesta de BBVA llega en un momento en que el Sabadell valoraba la adquisición de Unicaja. Pero, ahora, parece receptivo a negociar. Según explican los que conocen Oliu, escuchará a todo el mundo, pedirá consejo a quién crea que puede ayudarlo, pero, al final, será él quien tomará la decisión, aunque eso, formalmente, dependa del consejo de administración y, en última instancia, de la junta de accionistas. En el Banco de Sabadell siempre se ha hecho lo que dice Oliu. Por cierto, hace unos días cumplió 75 años.
En el 2020, Oliu se convirtió en presidente no ejecutivo –a raíz del nombramiento de César González-Bueno como nuevo consejero delegado–, pero su peso sigue siendo determinante en decisiones como esta. Antes fue presidente ejecutivo durante veinte años y, todavía antes, durante 10 años más, el director general, cuando precisamente sustituyó en este cargo a su padre, Joan Oliu Pich, que lo fue de 1975 en 1990. Los Oliu son una institución en el Sabadell. Están al frente del banco desde hace casi medio siglo.
Con estos antecedentes, varios periodistas y analistas bancarios han escrito que Oliu estaba "predestinado" a presidir Banco Sabadell si bien no estaba tan claro en sus inicios profesionales cuando se decantó por la docencia universitaria y la administración pública. Se doctoró en Economía en la Universidad de Minnesota, donde forjó amistad con el exconseller Andreu Mas-Colell y conoció a su primera esposa y madre de dos de sus hijos, la norteamericana Lynn Barton, intérprete de viola de la Orquesta Sinfónica del Vallès y miembro del consejo de administración de esta institución musical.
Después de su etapa norteamericana, Oliu ejerció de profesor asociado de la Universitat Autònoma de Barcelona y catedrático de Teoría Económica de la Universidad de Oviedo. En 1982, se incorporó al desaparecido Intituto Nacional de Industria (INI), entonces dependiente del ministro socialista Carlos Solchaga, primero como director de estudios y estrategia y, más tarde, como director general de Planificación. No fue hasta 1986 que se incorporó a Banco Sabadell, como director general técnico, precisamente a las órdenes de su padre, que era el director general.
Lista de compras
Joan Oliu Pich (1921-1998) transformó un banco provincial en un banco de ámbito estatal. Cuando murió, a la edad de 76 años, todavía era consejero honorario y presidente de su fundación. Su hijo, Josep Oliu Creus fue el artífice del crecimiento del Sabadell en España y de su internacionalización, sobre todo desde que llegó a la presidencia en 1999 en sustitución de Joan Corominas Vila (1924-2012). Durante su presidencia, el Sabadell se hizo grande a base de una larga lista de compras –y, en algunos casos, de posteriores desinversiones– como las de Banco Atlántico, Herrero, Urquijo, TransAtlantic Bank de Miami... o la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM).
Oliu se mantuvo en el timón mientras iban cambiando los accionistas de referencia. En el año 2000, llegó a un acuerdo con La Caixa, a la que adquirió Banco Herrero a cambio del 15% del capital de Banco Sabadell. Seis años después, Isidro Fainé optó por la retirada pero con sustanciosas plusvalías. El periodista José Martí Gómez escribió que Fainé y el editor José Manuel Lara Bosch intentaron una fusión entre La Caixa y el Sabadell que no llegó a buen puerto precisamente por la oposición d'Oliu.
También formaron parte del accionariado a partir de 2001 las familias Lara (Planeta), Andic (Mango), Folch-Rusiñol (Titán), Colonques (Porcelanosa) o Sol Daurella (Coca-Cola) entre otros family office, pero fueron saliendo años después, con pérdidas porque les pilló la crisis mundial. En el caso de Daurella, salió del Sabadell para irse al banco de los Botín, el Santander, en el que se mantiene en su consejo de administración.
La salida de estos family office se cubrió con la entrada en el accionariado de dos destacados multimillonarios latinoamericanos: el colombiano –aunque residente en Miami- Jaime Gillinsky y el mexicano David Martínez Guzmán, que en 2013 suscribieron una ampliación de capital de 600 millones de euros. El primero se marchó tres años después, pero el segundo no solo continúa sino que es el principal accionista con una participación de cerca del 3,5%.
El 5 de octubre de 2017, Banco de Sabadell trasladó su sede social a Alicante. Quien más ha defendido en público este traslado ha sido el entonces consejero delegado y actual presidente del Carcle d'Economia, Jaume Guardiola. En enero pasado, en declaraciones a TVE, reiteró que fue una "decisión inevitable" ante la "fuga de capitales" que se produjo en el marco del conflicto político por el Referéndum de Independencia. Ahora Oliu tiene la oportunidad de devolver la sede -mejor dicho, la cosede– de un banco a Catalunya, pero, de momento, no se ha pronunciado.
Estirpe de banqueros
Josep Oliu podría ser el último de esta estirpe de banqueros que se ha situado al frente del Sabadell porque su primogénito, Jaume Oliu Barton, renunció en 2021 a la posición de director del área inmobiliaria del banco, con rango de subdirector general, para impulsar su propio fondo de inversión. El presidente del Sabadell es padre de tres hijos: dos con Lynn Barton, y el pequeño con Victòria Quintana, que se dedicó al sector publicitario antes de entrar en el inmobiliario, con la que se casó en 1998.
El primogénito, Jaume Oliu Barton, está al frente de varias firmas de inversión como Reset Venturas, Harvest Capital Management y Harvest Hospitality, que preside. En el consejo de administración de este último fondo, centrado en el sector hotelero, entraron en abril pasado destacados empresarios hoteleros como Inés Miró Sans Gabarró (Casa Bonay) o representantes de estirpes familiares como Eva Gallés Gabarró (accionista de Europastry y hermana de Jordi Gallés, presidente de este grupo de panificación). Victòria Quintana, la esposa de Josep Oliu, también aparece en el consejo de Harvest Hospitality. El primogénito de los Oliu participa en otras sociedades hoteleras, a destacar ByPillow, que en el último año ha conseguido contratos de gestión de establecimientos de cuatro y cinco estrellas.
El mediano, Miquel Oliu Barton, ejerce desde hace diez años de profesor de Matemáticas en la Universidad París-Dauphine. Está doctorado en Filosofía y Matemáticas por la Sorbona.
Y el pequeño, Octavi Oliu Quintana, trabaja de abogado para la firma A & O Shearman (antes denominada Allen & Oery). Con anterioridad, en etapa de formación, pasó por Cuatrecasas y Mango.