La multinacional química BASF recortará 2.600 empleos en el mundo para poder ajustar sus costes anuales, debido al fuerte encarecimiento del gas, una de sus principales fuentes de energía para la fabricación, desde que se produjo la invasión de Rusia a Ucrania, hace ahora un año. El grupo ha comunicado este viernes que con esta medida prevé ahorrar 500 millones de euros anuales a partir de 2024, en áreas no relacionadas con la producción. El ajuste de plantilla se ha comunicado tras registrar BASF unas pérdidas netas de 627 millones de euros en 2022, lo que implica un empeoramiento respecto a las ganancias de 5.523 millones de euros de 2021, según ha informado la compañía.
El consejero delegado de BASF, Martin Brudermüller, explicó durante la presentación de los resultados anuales de 2022, que “los elevados precios de la energía suponen una barrera adicional en la rentabilidad y competitividad en Europa”. En concreto, en 2022, el aumento de los costes del gas natural contabilizó el 69% del aumento de los costes de la energía global con un gasto adicional de 3.200 millones de euros, el 84% del cual se registró en Europa, en concreto en sede central de la multinacional en Ludwigshafen (Alemania).
Esta es una de las razones por las cuales la mayor parte del ahorro de costes se realizará en Ludwigshafen, en áreas no productivas, como el área de I+D o la sede central. De hecho, "alrededor de la mitad del ahorro provendrá de la planta de Ludwigshafen", en la cual trabajan 39.000 personas, un tercio de los más de 111.000 empleados de BASF en todo el mundo.
La compañía alemana también cerrará una serie de fábricas en Ludwigshafen, lo que supone un recorte adicional de 700 empleos en la producción y el ahorro de 200 millones de euros de costes fijos anuales a partir de finales de 2026 en esta fábrica.
La multinacional ha informado este viernes a todas las divisiones del grupo y a los sindicatos. En el caso de España, ha dado a conocer el plan global, pero sin más concreción, según ha podido saber ON ECONOMIA. Los representantes de los trabajadores deberán esperar a que la compañía diseñe en plan específico de las áreas que se verán más afectadas y, en el caso de los despidos en fábrica, analizar si ello tendrá alguna afectación en los 16 centros que la multinacional tiene operativos en España.
Cierre de fábricas en Ludwigshafen
El grupo ha concretado las medidas que tomará en el complejo central que posee en Ludwigshafen. En concreto, cerrará una fábrica de caprolactama, a una de las dos fábricas de amoníaco y las instalaciones de fertilizantes relacionadas. BASF también reducirá la capacidad de producción de ácido adípico y cerrará las fábricas de ciclohexanol y ciclohexanona, que son precursores del ácido adípico, así como de ceniza de soda. Además, bajará la persiana en la fábrica de TDI (diisocianato de tolueno) porque su demanda cae en Europa, Oriente Medio y África.
El consejero delegado de BASF, Martin Brudermüll, se mostró confiado de que podrán "ofrecer un empleo en otras fábricas a la mayor parte de los empleados afectados" y descartó despidos forzosos hasta finales de 2025. El alto directivo se ha mostrado esperanzado de la evolución del negocio para este año, a pesar de que prevé una primera mitad de año "débil", pero confía en una recuperación durante el segundo semestre por la reactivación económica de China. La empresa prevé unos ingresos para el ejercicio fiscal de 84.000-87.000 millones de euros.
La cifra está en línea con la obtenida en 2022. BASF cerró el pasado ejercicio con unos ingresos de 87.327 millones de euros, con un incremento del 11,1% comparado con el volumen de negocio de 78.598 millones de euros del año previo. Sin embargo, solo en el cuarto trimestre del ejercicio, las pérdidas netas alcanzaron 4.847 millones de euros, frente al saldo positivo de 898 millones de euros de un año antes. Por su parte, los ingresos trimestrales fueron de 19.323 millones de euros, lo que equivale a una pequeña caída del 2,3% comparada con la facturación de 19.776 millones de euros de 2021. Esto fue así, principalmente, por las caídas de las ventas del 26,3% de la división química y del 2,7% de las tecnologías de superficie. El segmento químico se anotó 982 millones de euros menos, mientras que el de superficies perdió 142 millones de euros. Por contra, los productos agrícolas mejoraron sus ventas en 522 millones de euros, un 29,7% más.