Vasari fue un arquitecto, pintor y escritor italiano del siglo XVI que fue considerado el primer historiador de arte moderno. Conocido por sus biografías a artistas italianos, se le atribuye haber acuñado el término Renacentista. Su legado todavía perdura en Italia, pero no solo allí, ya que hace cuatro décadas un emprendedor barcelonés decidió bautizar su negocio con el apellido de este artista. Así, la marca de cosmética Bruno Vassari lleva el nombre del arquitecto por la herencia que dejó: esbeltez por el cuerpo tanto masculino como femenino, técnica, tratamientos minuciosos y delicadeza con la finalidad de transmitir que el uso de la cosmética es un arte. Siguiendo sus técnicas y con el objetivo de cubrir la falta de productos de cosmética nacionales, el empresario Francisco Llovet se zambulló en este campo para fundar la marca el año 1984, que actualmente está presente en más de 60 países de todo el mundo.

Ana Llovet, segunda generación de la compañía familiar, explica que están enfocados en la cosmética para esteticistas, centros de belleza, hoteles, balnearios y hoteles de todas partes con más de 800 puntos de venta. Más allá de España, tienen una fuerte presencia en Asia, Oriente Medio y América, con un especial foco en Ecuador. "Europa del Este es una zona en la cual la cultura de la belleza y los tratamientos siempre han tenido un gran protagonismo y en Asia pasa exactamente el mismo. En el caso del Ecuador, hace más de 30 años que aterrizamos y contamos con un buen socio en el país", defiende. La idea de Llovet es seguir creciendo para entrar en nuevos países, pero, actualmente, lo que tienen claro es que no piensan vender directamente al cliente.

"El consumidor de cosmética es muy infiel"

Con respecto a los productos, la empresaria asegura que comercializan 21 líneas faciales y corporales y que en su catálogo disponen de más de 200 referencias. "Cada año lanzamos entre 10 y 15 productos nuevos, entre líneas de tratamiento faciales y corporales, y la más reciente ha sido una línea de retinol, que está en auge". En este sentido, describe que una persona consume, de media, entre 8 y 10 productos de cosmética al día, y que el consumidor de cosmética es muy infiel. "Nos gusta mucho cambiar de marca y de artículo, es muy habitual, pero es contraproducente porque muchas veces los clientes consumen influenciados por las tendencias y las modas de aquel momento y eso no es bueno". 

Con respecto a las tendencias, Llovet afirma que los impactos publicitarios, las redes sociales (especialmente TikTok e Instagram) y la inmediatez son elementos poco favorables para el sector. Vivimos en un momento en el que la inmediatez lo es todo. El usuario ve un artículo que es tendencia en las redes sociales y lo quiere comprar. Los clientes lo quieren probar todo, pero el problema es que acaban mezclando tantas cosas que el resultado es contraproducente", apunta. Por este motivo, ellos apuestan por la conciencia del tratamiento de la piel, la pedagogía, y la rutina.

Presión social

En referencia a la presión social, Llovet confirma que es "complicado" porque ahora los jóvenes y adolescentes pasan horas y horas en las redes sociales. El retinol, por ejemplo, hace más de tres décadas que existe, pero ahora está de moda porque las famosas lo promocionan. Ya tuvo su momento hace años y ahora parece que vuelve. Pero a los adolescentes les tenemos que hacer ver que ellos no lo necesitan. Está muy bien que quieran tener una rutina y un cuidado de su piel, pero se debe ser prudente", advierte.

¿Cómo crees que será esta evolución? "A corto plazo seguiremos con esta tendencia de probar y probar cosas. Hasta que no pase un tiempo y realmente se vean los resultados negativos para la piel, no seremos conscientes de que es perjudicial". Así, pone de ejemplo lo que pasó con la crema solar hace 30 años. "Todo el mundo tomaba el sol y nadie se ponía crema. Y eso ahora es impensable porque ha quedado demostrado que la exposición al sol conlleva manchas, arrugas o incluso cáncer de piel. Ahora hay una fiebre por los protectores solares y está muy bien. Creo que con la cosmética pasará algo parecido".

Producción en el Barcelonès

Bruno Vassari produce en Sant Adrià de Besòs y trabaja de la mano de unos laboratorios de este municipio barcelonés desde sus inicios. Internamente, hacen la formulación de los productos, la elección de las materias primas y el resto de fases y el almacén también lo tienen en Sant Adrià, ubicación desde la que organizan todos los pedidos internacionales. En total tienen una cuarentena de trabajadores y la idea es seguir con el ritmo de lanzamientos de productos como hasta ahora, pero priorizando los que tienen una mayor demanda. "Aquellos productos que no funcionan tan bien los vamos eliminando del catálogo, pero el objetivo es contar con una línea por cada tipo de piel".

Paralelamente, explica que las cremas más solicitadas por las clientas son las de cara porque son "más cómodas de poner", aunque recuerda que semanas antes del verano los centros de estética se llenan de personas que buscan tratamientos corporales. "En casa triunfan más las faciales, pero tenemos picos de demanda de productos corporales, especialmente después de Navidad y a las puertas del verano".

Cosmética en Catalunya

Sobre la salud de la cosmética en Catalunya y el auge del sector, Llovet confiesa que, tradicionalmente, la cosmética francesa ha sido una de las más reconocidas, pero que España es uno de los mayores países exportadores de cosmética en el mundo. "Estamos bien considerados a escala europea porque aquí tenemos una gran tradición en fabricación, producción y comercialización tanto de cosmética como de perfumería". De hecho, apunta que hay muchas empresas del sector que son catalanas y saca pecho de que Catalunya "es un polo muy potente de cosmética".

El 2023 Bruno Vassari cerró con 4 millones de facturación y este año prevén cerrar el ejercicio con 4,3 millones. A la larga, Anna Llovet espera poder ofrecer no solo productos de cosmética, sino proporcionar un servicio más completo. Desde tratamientos hasta recomendaciones, sin dejar de lado la pedagogía. "Me imagino el futuro de manera positiva porque el cuidado de la piel no deja de ser un tema de salud. Quizás hasta ahora estaba visto como un tema de estética, pero está virando hacia el campo de la sanidad, y eso es positivo". "La esperanza de vida cada vez es más elevada y la gente quiere verse bien y durante el mayor tiempo posible, tengan 40, 50 o 60 años. Considero que el sector está en auge y que irá al alza, especialmente por la conciencia de la población".