El contrato de instalación de placas fotovoltaicas o el de aerotermia con la empresa catalana cotizada Solarprofit incluye todos los servicios: mantenimiento, garantía, reparaciones y gestión burocrática de las subvenciones. Pero su reciente caída, con un ERE del 90% de su plantilla y un preconcurso de acreedores que finaliza en octubre, ha dejado a centenares de clientes sin servicios y con todo tipo de problemas, algunos de ellos tras haber invertido más de 20.000 euros, que estudian llevar a juzgados con una demanda colectiva por incumplimiento de contrato.
Baterías que no funcionan, subvenciones sin pedir, legalizaciones de acceso a la red por resolver, instalaciones a medio completar o reparaciones sin nadie a quien acudir son algunas de las problemáticas recogidas en la web de afectados. Las comparten también algunos de los 474 miembros del grupo de Whatsapp de afectados de Solarprofit, en el que también hay técnicos, ingenieros y empresas que se ofrecen a solucionar algunos de los problemas.
“Se suponía que te lo tramitaban todo. Es todo muy caótico. Se desentendieron de tramitarme la subvención y tampoco han legalizado la instalación de autoconsumo de forma que yo pueda vender el excedente de luz a la red”, narra David, uno de los afectados de Barcelona, que aún y así apunta a que hay “gente que está mucho peor” y que a él, al menos le han acabado atendiendo porque se ha plantado en la sede central de la empresa en Llinars del Vallès. “Quien vive lejos lo tiene más complicado”, remata.
Solarprofit, empresa especializada en autoconsumo fotovoltaico fundada en 2007 por Óscar Gómez y Roger Fernández, que cotiza en el BME Growth desde 2021, registró unas pérdidas de 36 millones de euros en 2023, después de haber ganado un millón en 2022, y se encuentra inmersa en un preconcurso de acreedores, prorrogada hasta el 28 de octubre, para buscar un inversor que la saque a flote.
Fallan las baterías y las subvenciones
La caída tuvo que ver, según la misma empresa, con una reducción de la demanda de autoconsumo en 2023, en parte propiciada por el gran repunte de 2022 provocado por la subida de los precios del gas que provocó la guerra de Ucrania y que afectó al precio de la luz. La empresa está "en negociaciones con un potencial inversor", pero por ahora ha pasado de tener 361 empleados a solo 41, insuficiente para hacer frente a todos los clientes.
Los afectados, agrupados en una comunidad con 28 grupos diferentes según la Comunidad Autónoma y el tipo de problema que presenta, comparten en los grupos vías para solucionar sus problemas. Comercializadoras que pueden ocupar el lugar de Solarprofit en esta parte, contacto directo con SAJ, proveedora del inversor solar, o incluso los servicios de un par de técnicos que han sido despedidos por la empresa y ofrecen sus servicios como autónomos.
Uno de ellos es Adrián, que cuenta a ON ECONOMIA que ya le han contactado unos 200 clientes a través de la plataforma. Fue despedido en el Expediente de Regulación de Empresa (ERE) de este año de Solarprofit y le deben el último mes de nómina y el finiquito. Ahora, como autónomo, ayuda a los clientes afectados.
“Hago el mantenimiento que la empresa ha dejado de hacer. Algunos llaman porque la instalación no funciona, o bien la batería, gente que se ha quedado a medias sin la subvención. Están un poco perdidos. Les surge un problema y no saben a quién recurrir”, cuenta el técnico, que aclara que a veces otros técnicos o empresas “no conocen el producto” y no pueden ayudar de la misma manera que él, que ha trabajado allí.
Adrián, que entró en Solarprofit en agosto de 2022, ya detectó en verano del año pasado síntomas de que la cosa no iba bien. “Para conseguir una broca o una herramienta, tardaban un mes y decían que no podían porque estaban en números rojos”, relata.
Víctor, otro técnico que está trabajando con afectados, se muestra incrédulo ante la garantía de 25 años que ofrecía la empresa. “¿Tú te puedes creer que iban a cumplir tantos años?”, se pregunta.
Crecimiento desmesurado
En cuanto a la evolución de la empresa, detectó que “creció demasiado rápido, hicieron demasiado despilfarro en equipamiento” y después vino el pinchazo.
“A los clientes les falla de todo. Lo que más falla es la batería, muchas de ellas se vendieron ya obsoletas y casi todos son problemas. Existe un problema de software, otras veces no carga… También hay casos de personas a quienes les dejaron los equipos de aerotermia, pero no se lo instalaron”, narra Víctor.
Contactos de técnicos como Adrián o Víctor, excels para tramitar las subvenciones que la empresa se comprometió a solicitar, contactos de empresas que puedan solucionar el desaguisado creado por Solarprofit o fotos y vídeos con los problemas en las instalaciones para que alguien con conocimiento explique cómo solucionarlo son algunos de los decenas de mensajes diarios que llenan los grupos de Whatsapp de los afectados.
Caída en Bolsa
La empresa, mientras tanto, emitió una información privilegiada el pasado día 25 de julio anunciando que está desarrollando un nuevo plan de reestructuración con las entidades financieras “que permita la continuidad de la sociedad, equilibrando el balance y permitiendo la sostenibilidad de la compañía a corto, medio y largo plazo”. Su capitalización en Bolsa ha pasado de un máximo de 194 millones en 2021 a 11,5 millones, más de 10 veces menos, a 30 de julio de este año. El precio de la acción era de 9,9 euros en aquel momento y es ahora de 0,58 euros.
Abogará Solarprofit ahora por la “simplificación del negocio y maximización del valor añadido” y trabaja para “adaptarlo al nuevo volumen de actividad y la volatilidad de la demanda”. “El resultado de esta adaptación es un modelo de costes prácticamente 100% variable”, concluían, apuntando al cierre de divisiones y delegaciones que generaban pérdidas o poco valor añadido y consumían “gran volumen de recursos”.
La venta, por último, de la filial portuguesa FV Mondego Solarprofit, “ha permitido una primera entrada de caja para reducir las deudas anteriormente mencionadas”, apuntaba la empresa, que no cuenta que, presuntamente, no es capaz de responder por sus propios contratos y se muestra sobre todo preocupada por su propia subsistencia, mientras los clientes se organizan ante el vacío que ha dejado con su descalabro.